Diego Camacho

Finaliza el cuarto mes del año y, como es costumbre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó su serie periódica de reportes sobre el estado de la economía global, donde tanto analistas como inversores pueden encontrar pistas clave respecto a las perspectivas de los mercados de referencia mundial.

Tal vez, el más conocido de esta serie de reportes es el de Perspectivas de la Economía Mundial. En su más reciente entrega el FMI presenta las complejidades del proceso económico global, haciendo énfasis en las paradojas que se siguen observando años después de enfrentar la pandemia.

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En primer lugar, destaca que si bien la economía mundial continuará creciendo (2024: 3,2%) en el margen, este desempeño reflejaría una ligera aceleración en las economías avanzadas (2023: 1,6% vs 2024: 1,7% y 1,8% en 2025) que contrasta con la expectativa de una leve ralentización en las economías emergentes (2023: 4.3% vs 2024: 4.2% y 4.2% en 2025). De esta manera, el crecimiento mundial del próximo lustro sería de 3,1%, la cifra más baja de las últimas décadas.

Asimismo, el reporte indica que la causa principal de esta tendencia es la fuerte desaceleración generalizada de la productividad total de los factores, debido en parte a una asignación deficiente del capital (laxitud monetaria y aumento de la deuda), presiones demográficas y ralentización de la formación de capital privado.

Cabe destacar que señala que el mejor comportamiento de las economías avanzadas se explica únicamente por el dinamismo de la actividad de EE. UU. mientras que de manera menos clara se hace mención al deterioro de las perspectivas de crecimiento en China, hecho que afectará al grupo de economías emergentes.

Por último, se puede inferir que la llamada resiliencia de la economía norteamericana está más asociada con una política fiscal más laxa de lo necesario, en un contexto en donde el impacto del aumento de las tasas de política monetaria no se ha reflejado del todo en el sector privado, gracias a los cambios en los mercados hipotecarios y de vivienda durante la década prepandémica.

Menos conocido, pero no menos importante es el Monitor Fiscal. En esta ocasión, el FMI advierte que pese al proceso de estabilización de la economía mundial en los últimos cuatro años, las perspectivas fiscales enfrentan el lastre de altos niveles de deuda y déficit elevados. La entidad rompe con su acostumbrado tono diplomático para señalar que los riesgos para las finanzas públicas son serios, pues 80 economías (o grupos económicos) celebrarán elecciones este año, hecho que tiende a debilitar los incentivos para avanzar en la necesaria consolidación fiscal.

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Por supuesto, el caso de mayor interés es el de EE. UU. en donde la política fiscal ultra laxa y el aumento de los niveles de deuda observados en la actual administración, se conjugan con el nivel de tasa de política más elevado en décadas, impactando los rendimientos de la deuda pública, al tiempo que se observa un repunte en la volatilidad de estos instrumentos, hecho que estructuralmente aumenta los riesgos para el actual modelo de apalancamiento global.

Con todo, el FMI insta a hacer ajustes en las prioridades de gasto, sugiriendo moderación en los desembolsos de mayor impacto en las consideraciones de cálculo electoral, mientras recomienda impulsar programas que elevan la productividad de las economías, de tal forma que se pueda recuperar el crecimiento y así poder avanzar en la consolidación fiscal, prerrequisito para recuperar el margen de maniobra en este campo.

En tercer lugar, se tiene el informe sobre la estabilidad financiera mundial. En este, el FMI señala que si bien los riesgos en este campo parecen haber disminuido en el corto plazo, de la mano del proceso de desinflación en curso y una mayor confianza sobre un aterrizaje suave de la economía mundial, a mediano plazo se siguen acumulando vulnerabilidades.

Se indica que las grietas del sistema financiero, evidenciadas en el actual ciclo de endurecimiento monetario, no han seguido fracturándose, pero el acelerado crecimiento del crédito empresarial privado (préstamos a empresas medianas desatendidas por la banca comercial), el cual ya rivaliza en tamaño con otros grandes mercados crediticios, es motivo de cautela.

Además, como se observa en los otros informes el FMI recalca que los riesgos de refinanciación de la deuda siguen siendo elevados para muchos países y diversos sectores.

Al hilar los mensajes comunes en los reportes del FMI comentados brevemente en esta nota, queda claro que tras la tranquilidad generada por la expectativa del consenso de un aterrizaje suave de la economía global, se acumulan riesgos para la estructura de apalancamiento global vinculados con la necesidad de la consolidación fiscal y la gestión de la inminente renegociación de la deuda, que enfrentaran tanto las economías emergentes como el sector privado en naciones desarrolladas en los próximos años.

En medio de estos riesgos, también queda claro que la economía global requiere con urgencia una potente reactivación de la inversión privada, lo que en el marco de las creciente tensiones geopolíticas, abre un marco amplio de oportunidades para las economías que logren entender el punto de inflexión por el atraviesan la economía y las finanzas globales.

Diego Camacho, Economista senior internacional de Credicorp Capital.

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