Angel Rodríguez

Cada 17 de mayo se celebra el Día Internacional del Reciclaje, fecha en la que diversas organizaciones y empresas sensibilizan al público a través de diversas iniciativas. Esto como resultado del creciente compromiso de los sectores público y privado con el cuidado del medio ambiente en el Perú. Sin embargo, a pesar de tener avances hay un eslabón que sigue sin funcionar: las tasas de reciclaje son muy bajas. Lo que indica que, como sociedad, tenemos aún una gran brecha por cerrar para ser verdaderamente más sostenibles.

Según el Ministerio del Ambiente, nuestro país generó, en el 2022, más de 22.000 toneladas de residuos sólidos al día; de ese total se estima que un 75% pueden ser reutilizados. No obstante, a pesar de tener este gran potencial para convertir residuos en recursos productivos, el reaprovechamiento de los mismos es muy bajo. Según cifras de la misma institución, en el Perú tan solo reciclamos 1,8% del total de residuos generados. Esto valida la marcada brecha de valor que perdemos cada año, y con esto no me refiero solamente al tema económico.

Y es que, además, existe un valor social que está siendo desperdiciado. Detrás de cada envase que se coloca en una estación de reciclaje, hay más de 180,000 recicladores en nuestro país que hacen de ese material su sustento diario y de los cuales cerca de 7,000 lo hacen a través del canal formal. Es decir, el no reciclar no solo es perjudicial para el medio ambiente, sino que también le quita el sustento a miles de familias peruanas.

Entonces, la pregunta es: ¿qué nos está faltando? ¿Por qué reciclamos tan poco? La respuesta es compleja y multifactorial. Por un lado, la falta de una adecuada comprensión del valor económico, social y ambiental del reciclaje; y, por otro, los bajos niveles de educación ambiental. Y es precisamente aquí donde debemos potenciar nuestros esfuerzos.

Desde el sector privado, debemos apostar por la implementación de modelos de economía circular. Por ejemplo, en Cencosud Perú venimos impulsando un enfoque de economía circular, de la mano de mecanismos de gestión como el Acuerdo de Producción Limpia con el MINAM y PRODUCE, en el cual se cumplen metas voluntarias para reducir el uso de plástico virgen y la incorporación de plástico PET reciclado en nuestros envases.

Pero para llegar a ello, es importante rediseñar nuestros procesos de producción y cuestionarnos ¿qué hará el ciudadano con mi producto o empaque después de usarlo? Para que la cadena del reciclaje funcione, es clave contemplar cómo estos serán de utilidad para la sociedad una vez reciclados o repensados. Además, también es necesario idear campañas no centralizadas y brindar incentivos que inviten al público a participar.

La mayoría de los municipios en nuestro país todavía no cuenta con programas de recojo domiciliario de material reciclable, esto va de la mano con la carencia de incentivos para promover los cambios en comportamiento antes mencionados. Por ello, se debe llevar al ciudadano a la acción con la instalación de más estaciones de reciclaje en espacios públicos.

Si bien estas acciones significan un paso hacia adelante, aún se necesita un enfoque más disruptivo, que comienza por evitar la generación de residuos y también de incluir los ya existentes como parte de nuestras cadenas de valor. Es hora de empezar a reducir, reusar, reciclar; pero con un cambio de mentalidad y repensando lo que hacemos en el día a día. Solo así podremos avanzar con la velocidad que se necesita para tener un Perú Limpio.