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Lima y Callao gastaron S/7,3 mlls en agua potable para regar - 1
Oscar Paz Campuzano

Mientras 700 mil limeños viven sin en sus casas, en varios distritos de la capital este servicio es derrochado.

En promedio cada limeño consume 250 litros de agua diarios, cinco veces más de lo que aconseja la Organización Mundial de la Salud (50 litros). El uso por distrito es desproporcionado: mientras en San Isidro se consume nueve veces más de lo recomendado (447 litros diarios), en Chosica cada persona emplea para su alimentación y aseo 35 litros menos de lo ideal.

Pero el derroche en la ciudad no es solo un asunto doméstico, también es una cuestionada política pública. Para el riego de las áreas verdes, solo en enero de este año, las municipalidades de Lima y Callao destinaron 1’010.396 metros cúbicos, es decir, unos mil millones de litros de agua apta para el consumo humano. Es la cantidad que a diario podría abastecer a dos millones de personas.

El ordenamiento jurídico peruano no prohíbe el uso de agua potable para el riego de parques y jardines. Sin embargo, la Ley General de Servicios de Saneamiento del 2005 señala que “debe preferirse el uso de aguas residuales tratadas”, ya que el agua potable es escasa en una ciudad desértica como Lima.

Lo que ocurría es que Sedapal –y las demás empresas prestadoras de servicios de saneamiento (EPS) del país– vendía el recurso a los municipios a una tarifa estatal, de solo S/2,42 por m3.

En el 2012, se aprobó una modificación al reglamento de la citada ley y se ordenó que los municipios paguen una tarifa comercial por el agua potable que usan para riego, a fin de desincentivar su uso para parques. En la actualidad, luego de varios ajustes tarifarios, una municipalidad paga S/7,28 por m3 y, si excede los 1.000 m3, desembolsa S/7,81 por cada m3 adicional.

En enero, Lima y Callao facturaron más de S/7,3 millones para mantener verdes sus espacios públicos, sin contar el costo adicional que les genera el riego con cisternas y con agua canalizada de los ríos.

–Consumo en aumento–
De acuerdo con los reportes de Sedapal, en enero del 2017 se consumió 30% más agua potable para riego que en el mismo mes del 2016.

Luis Molina, presidente de la Comisión de Regantes del Canal de Surco, reveló que los 16 distritos irrigados por esta ancestral canalización del río Rímac gastan al año S/31 millones en agua para sus áreas verdes. Casi la tercera parte  de ese dinero (S/9,9 millones) se invierte en el recurso potable.

Para el especialista de Sedapal Gustavo Maldonado, hay dos factores que grafican la mala gestión hídrica en la capital. El primero es que en Lima se siembra más césped que árboles, pese a que los primeros necesitan más agua y no absorben las emisiones tóxicas. El segundo es que se riega básicamente por inundación, entonces cada m2 de césped está recibiendo 25 litros de agua cuando en realidad necesita solo cuatro.

En Lima hay esfuerzos para reutilizar los desagües. Miraflores, San Isidro, Surco, Villa El Salvador, San Miguel y el Callao tienen plantas de tratamiento que reducen el derroche de agua potable que, sin embargo, aún es alto.

En el dilema de priorizar el derecho al agua o los espacios verdes, Lima tiene una oportunidad que se le escapa hacia el mar. A diario, solo la planta de tratamiento de aguas residuales La Chira (Chorrillos) está arrojando al océano 470 mil m3 de agua pretratada, casi la mitad de lo que hoy usamos en agua potable para enverdecer las escasas áreas verdes con las que cuenta Lima.

DATOS
- Comas tiene 305 espacios para parques, pero solo 160 están habilitados. Según el alcalde Miguel Saldaña, cada mes invierten S/300 mil en ellos, gran parte en agua potable. El distrito tiene un proyecto de S/36 mlls. para instalar 10 plantas de tratamiento de aguas de desagüe. Aún está en expediente técnico.

- Se ha propuesto que el agua del canal de Surco se emplee para reducir la brecha de 700 mil personas sin agua potable en Lima y que, a cambio, Sedapal devuelva la misma cantidad en aguas de desagüe tratadas para el riego. El próximo 16 de marzo habrá una reunión en la que se discutirá.

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