
Cuando parecía que “Straw” era otra historia sobre la lucha diaria de una madre soltera, el director Tyler Perry lanza un golpe emocional que desarma por completo al espectador. En la nueva serie de Netflix, Taraji P. Henson interpreta a Janiyah, una mujer que cuida de su hija Aria, una niña con una enfermedad crónica, mientras enfrenta una cadena de tragedias y conflictos legales. Pero el final revela una verdad demoledora: Aria había muerto la noche anterior. Todo lo que vimos fue producto de la mente quebrada de una madre en negación.
La sorpresa fue tal que ni siquiera la propia Henson lo vio venir al leer el guion por primera vez. “¡Mier**!”, exclamó al recordar su reacción en una entrevista con Decider. El giro la impactó, pero también le dio sentido al extraño comportamiento de su personaje.
En sus palabras, Janiyah estaba “en automático”, perdida en un limbo emocional en el que su mente se negó a aceptar la muerte de su hija. Esta negación se convierte en el hilo que une las escenas anteriores, transformando lo cotidiano en alucinación.

PERO TYLER PERRY HABÍA PENSADO EN OTRO FINAL PARA “STRAW”
Originalmente, el destino de Janiyah sería aún más oscuro. Perry tenía pensado que el personaje muriera al final, pero cambió de idea para evitar un desenlace que fuera insoportable para la audiencia. Henson coincide en que fue una decisión acertada.
En lugar de cerrar con la muerte, "Straw" opta por la devastación emocional: una mujer rota que, al final del día, se enfrenta a la brutal realidad de su pérdida.
“Lo fue. Entonces Perry dijo: ‘No puedo hacerle eso a ella ni al público, porque esto los mataría’. Por eso lo terminó así, lo cual me pareció genial”, agregó Taraji P. Henson.

¿QUÉ DIJO LA CRÍTICA SOBRE “STRAW”?
El giro recontextualiza toda la historia. Lo que al principio parecía una narrativa de lucha diaria se convierte en un retrato íntimo del colapso psicológico. Janiyah no tuvo simplemente un mal día: ya venía cargando con un dolor imposible de sobrellevar. Su comportamiento errático, sus decisiones precipitadas y su desconexión del entorno no eran simples reacciones al estrés, sino síntomas de una mente desgarrada por el duelo.
Aunque algunas críticas han señalado fallos en la escritura de Perry, especialmente por introducir un giro que parece desconectado del tono inicial, Henson defiende la coherencia emocional del relato. Para ella, todo cobra sentido cuando se comprende que Janiyah “perdió la cabeza hace mucho tiempo”.
La actuación de Henson —contenida, vulnerable, feroz— captura perfectamente a una mujer que no ha tenido tiempo ni fuerza para llorar. Vive en el “como si nada”, atrapada en su propia negación.
Lejos de ser un simple recurso dramático, la revelación final humaniza profundamente a Janiyah. La convierte en mucho más que una víctima o una criminal: es una madre destrozada, una mujer que se aferra a la única imagen que le queda de su hija. El dolor de perderla no solo le arrebata su estabilidad, sino también su percepción de la realidad. El espectador no puede evitar sentir compasión. “Straw” no perdona sus actos, pero los contextualiza.
Y es ahí donde radica la fuerza de la serie. En lugar de regodearse en el melodrama o en lo predecible del crimen, Tyler Perry entrega una historia sobre el trauma, la pérdida y los mecanismos de defensa más extremos que puede crear el amor maternal. La serie, en su núcleo, no habla de delincuencia, sino de duelo. Y en ese sentido, es brutalmente efectiva.
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