La botella de Grace Liddle, que fue arrojada desde un muelle en Sunderland, apareció en Suecia. (Christie Bowley)
La botella de Grace Liddle, que fue arrojada desde un muelle en Sunderland, apareció en Suecia. (Christie Bowley)
Oscar Guerrero Tello

Las historias de mensajes en botellas han fascinado a personas de todas las edades durante siglos. La idea de enviar un mensaje al vasto océano, con la esperanza de que un desconocido en un lugar lejano lo encuentre, tiene un encanto especial. En esta ocasión, una niña de 12 años llamada Grace Liddle vivió una experiencia que superó sus expectativas cuando, después de casi un año, su mensaje en una botella fue encontrado a más de 900 kilómetros de distancia, en la costa de Suecia.

Mira también:

Todo comenzó el 28 de agosto del año pasado, cuando Grace y su hermano Harry, de seis años, decidieron escribir sus nombres y los detalles de contacto de su madre, Christie Bowley, en pequeños pedazos de papel. Colocaron estos mensajes en botellas y las lanzaron al mar desde el muelle de Roker, en Sunderland, Inglaterra. Para ellos, era una simple aventura, una oportunidad de ver si alguna vez alguien encontraría sus mensajes. Sin embargo, lo que siguió fue una cadena de acontecimientos que no solo sorprendió a la familia, sino que capturó la imaginación de todos los involucrados.

El descubrimiento inesperado

Apenas unos meses después de lanzar las botellas, Christie recibió un mensaje en Facebook el 6 de marzo, informándole que la botella de Harry había sido encontrada en Dinamarca. La familia estaba emocionada por este descubrimiento y celebraron la noticia. Sin embargo, mientras Harry disfrutaba de su momento de gloria, Grace comenzó a perder la esperanza de que su propia botella alguna vez fuera encontrada. Bromeaba diciendo que quizás su mensaje había “ocupado una habitación en el Titanic”, refiriéndose al famoso barco hundido en el Atlántico.

Pero el 3 de agosto, exactamente un año después del lanzamiento de las botellas, Christie recibió otra notificación en Facebook. Esta vez, el mensaje provenía de Freddy Stahlberg, un hombre de 72 años que había encontrado la botella de Grace en una pequeña isla llamada Pinnö, ubicada en la costa oeste de Suecia, a unos 90 kilómetros al norte de Gotemburgo.

Grace escribiendo su mensaje. (Christie Bowley)
Grace escribiendo su mensaje. (Christie Bowley)

Un viaje de 900 kilómetros

La botella de Grace había recorrido aproximadamente 900 kilómetros, cruzando el Mar del Norte para finalmente aterrizar en las costas suecas. Freddy, un profesor universitario jubilado, relató que encontró la botella mientras estaba de vacaciones con su nieto, Edward, de cinco años. Lo que hizo que el hallazgo fuera aún más especial fue el hecho de que Freddy y su nieto solían disfrutar de “cazas de tesoros” en la playa, y encontrar la botella de Grace fue como descubrir un verdadero tesoro.

Sin embargo, leer el mensaje dentro de la botella no fue tarea fácil. Después de pasar tanto tiempo en el mar, el papel había sido dañado por el agua salada. Freddy y su familia trabajaron arduamente para descifrar las palabras, logrando identificar el nombre de Christie y una pista de que tenía una cuenta de Facebook. Con esta información, Freddy se atrevió a enviarle un mensaje, esperando que estuviera enviándolo a la persona correcta.

La increíble coincidencia

Cuando Christie recibió el mensaje de Freddy, no pudo contener su sorpresa. Grace estaba absolutamente asombrada. El hecho de que tanto su botella como la de Harry hubieran sido encontradas en el transcurso de un año parecía casi imposible. La familia, que inicialmente había pensado que las botellas no viajarían más allá del muelle, ahora se encontraba en medio de una historia que abarcaba dos países y más de 900 kilómetros de distancia.

Lo que añadió un toque de humor y asombro a toda la historia fue la similitud entre los nombres de las personas que encontraron las botellas. Harry’s fue hallada por un hombre llamado Frederik, mientras que la de Grace fue encontrada por Freddy. Christie, divertida por la coincidencia, comentó: “Es una locura”.

Grace y Harry en el muelle de Roker el pasado agosto, dispuestos a arrojar sus botellas al mar. (Christie Bowley)
Grace y Harry en el muelle de Roker el pasado agosto, dispuestos a arrojar sus botellas al mar. (Christie Bowley)

Un mundo más pequeño

La travesía de las botellas no solo fue un acontecimiento emocionante para la familia, sino que también sirvió como un recordatorio de lo pequeño que puede parecer el mundo a veces. En palabras de Christie, “es un milagro, considerando lo grande que es el mar”. Y es que, en medio de las vastas aguas del Mar del Norte, dos pequeñas botellas lograron conectar a personas de diferentes países, creando un vínculo inesperado.

La familia ahora sueña con llevar a Grace y Harry a los lugares donde sus botellas fueron encontradas, y no descartan la idea de lanzar más mensajes al océano, esta vez con la esperanza de que las corrientes los lleven aún más lejos, tal vez hasta las costas de los Estados Unidos.

SOBRE EL AUTOR

Periodista. Estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Diez años de experiencia en medios digitales. Actualmente se desempeña como redactor del Núcleo de Audiencias de El Comercio.

Tags Relacionados: