
Si un asteroide se dirigiera a la Tierra, una posible opción para evitar un impacto es desviarlo. Pero, ¿hasta qué punto estamos preparados para desviar un asteroide? Dos recientes estudios publicados en Nature Communications apuntan a dar respuesta a esta pregunta, tras analizar los resultados de la misión DART de la NASA, la cual logró en septiembre de 2022 impactar en Dimorphos y cambiar su rumbo.
El impacto del asteroide Dimorphos produjo que varios fragmentos de la roca fueron expulsados de la superficie. Ello pudo ser apreciado gracias a los telescopios terrestres y el Telescopio Espacial Hubble. De esta forma se recopiló información crucial sobre la eficacia de futuras misiones de desvío de asteroides, reporta Europa Press.

“Utilizamos las imágenes y simulaciones numéricas del telescopio espacial Hubble para cuantificar un mecanismo viable de la evolución de las partículas eyectadas y estimamos con éxito la masa, la velocidad y el tamaño de las partículas eyectados”, explicó el profesor Fabio Ferrari, quien dirigió el equipo que realizó el primer estudio.
“También encontramos interacciones complejas de dichas partículas con el sistema de asteroides y la presión de la radiación solar, es decir, la luz solar empujando las partículas eyectadas”, agregó al resaltar que comprender estos procesos “es crucial para respaldar el diseño eficaz de futuras acciones con fines de defensa planetaria”.
El segundo estudio, liderado por el profesor Masatoshi Hirabayashi de Georgia Tech, explica que la forma del asteroide puede marcar una diferencia en la trayectoria de la eyección de los restos del asteroide tras el impacto.

En esta investigación se identificó que la escala de impacta y la superficie redondeada de Dimorphos redujo el empuje del asteroide en un 56% en comparación a si la roca hubiera sido plana. En tal sentido, enviar un gran impactador no necesariamente sería la mejor opción.
“Si el impacto es grande, más material eyectado sale de la superficie, pero se ve más afectado por las inclinaciones de la superficie”, explicó Hirabayashi. “Este proceso hace que el material eyectado se desvíe de la dirección ideal, lo que reduce el empuje del asteroide”, anotó.
De tal manera que “el envío de múltiples impactadores más pequeños (...) da como resultado un mayor empuje del asteroide”. Asimismo, resaltó que también ahorra potencialmente costos operativos.










