
Puede interpretarse como un comportamiento irrespetuoso o indiferente hacia los demás, pero su origen está en un problema de salud. De seguro te ha pasado en más de una ocasión que pactaste una cita y la otra persona apareció media hora después o que tuviste un compromiso y tu acompañante te dejó esperando horas de horas porque ‘se le hizo tarde’. Si esta situación te resulta familiar o eres tú el que siempre llega tarde o le cuesta dejar una tarea para iniciar otra, hoy te explico la verdad detrás de esa dificultad para percibir y gestionar el tiempo y es que, en realidad, no se trata de pereza, sino de una dificultad real que afecta la salud llamada ‘ceguera temporal’ y que no tiene que ver con la visión o los ojos .
La tardanza crónica o impuntualidad crónica es un problema social que afecta a más de uno. Se refiere a la tendencia a llegar tarde de manera constante a una reunión, trabajo, almuerzo, cena o cualquier tipo de evento. No se trata de un simple retraso en el ámbito personal o profesional, sino de un patrón de comportamiento con consecuencias negativas.
Entre las causas más comunes están los problemas para gestionar el tiempo, ansiedad, estrés, distracción, falta de enfoque, desorganización y problemas de salud mental. Todo esto tiene consecuencias como la baja productividad, problemas de salud, daños en la reputación y, lo más importante, el deterioro de las relaciones ya que la impuntualidad puede generar frustración, resentimiento y falta de confianza.

¿Qué es el ceguera temporal y cómo afecta tu puntualidad?
Al analizar la tardanza perpetua, los expertos llegaron a la conclusión de que un problema de salud llamado ceguera temporal podría ser el responsable de que alguien siempre llegue retrasado. Y es que esta afección altera la capacidad de una persona para estimar cuánto tiempo le llevará completar tareas, lo que afecta todo, desde las rutinas diarias hasta la productividad a largo plazo.
“La característica principal de la ceguera temporal es la incapacidad de estimar un intervalo de tiempo”, dijo a Fox News Digital el Dr. Mauran Sivananthan, psiquiatra de Henry Ford Health en Detroit, Michigan.
Esto afecta negativamente la capacidad de una persona para utilizar el tiempo como guía para planificar el día. “Normalmente les cuesta saber cuánto tiempo ha pasado o cuánto tiempo les queda durante una tarea”, agregó Laurie Singer, analista de conducta certificada en Laurie Singer Behavioral Services en California.
Conocida también como agnosia temporal, es una consecuencia natural de la hiperconcentración, o de estar tan absorto en una actividad que bloqueas todo lo demás a tu alrededor. Es un “problema de función ejecutiva” que se refiere a habilidades como la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva y el control de la inhibición. Estas son vitales para las tareas cotidianas como hacer planes, resolver problemas y adaptarse a nuevas situaciones, según explican desde Cleveland Clinic.

¿La ceguera temporal se relaciona con el TDAH?
La respuesta es sí, ya que puede estar asociada al trastorno por déficit de atención e hiperactividad. “El TDAH afecta a diversas partes del cerebro, como la corteza prefrontal y el cerebelo (…) Se han realizado numerosos estudios que analizan el papel del cerebelo en el procesamiento del tiempo”, explicó Sivananthan.
Además, se sabe que esta afección también puede aparecer en personas con autismo, TOC (trastorno obsesivo-compulsivo), lesiones cerebrales traumáticas, depresión, ansiedad e incluso afecciones como la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple.
Cómo manejar la ceguera temporal
El Dr. Mauran Sivananthan comparte estos consejos para reducir significativamente la ceguera temporal:
- Comienza por minimizar los retrasos. “Cuando hay que hacer algo, es mejor hacerlo de inmediato”, dijo.
- Utilizar dispositivos externos como calendarios para realizar un seguimiento del tiempo que se dedica a una actividad.
- Configurar temporizadores antes de meterse en la ducha o comenzar un proyecto.
- Comenzar cada día exactamente de la misma manera para crear un ritmo.
- Dividir las tareas grandes en partes más pequeñas y manejables y crear rutinas consistentes que “entrenen el cerebro” y reduzcan la carga cognitiva.
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