
Karen Flores Granados, una mujer hondureña de 34 años, lleva cinco años refugiada en una iglesia de Waukegan, Illinois junto con sus dos hijos. Llegó al país sin documentos en busca de mejores oportunidades para su familia, pero hace dos años y medio recibió una noticia devastadora: le diagnosticaron cáncer tiroideo.
La enfermedad ha complicado aún más su situación, pues Karen ha tenido que acudir varias veces a la sala de emergencias debido a las complicaciones, pero no puede acceder a un tratamiento médico adecuado por la falta de seguro de salud.
Esta situación la ha llevado a tomar una difícil decisión: buscar la autodeportación junto a sus hijos por miedo a ser detenida por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

“Llegué aquí con esperanza y con ilusiones para mis hijos”, dice Karen, aunque admite que tanto ella como sus pequeños viven llenos de temor e incertidumbre. Mateo, de 8 años, cuenta que su hermano mayor ha sido un gran apoyo durante este proceso.
La pastora Julie Contreras, quien acompaña a Karen en este proceso, explica que seguirán con el procedimiento de autodeportación y que informarán a las autoridades sobre la decisión de esta familia.

“¿Qué va a hacer inmigración con una mamá como Karen, que tiene cáncer, necesita medicamentos y está en una situación vulnerable? No sería justo que termine en un centro de detención. Lo mejor es que se repatríen y sean tratadas con respeto y dignidad”, comenta.
La iglesia donde actualmente se encuentra refugiada Karen junto con sus hijos está en el proceso de recolectar los fondos suficientes para comprar los pasajes aéreos.

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