Es probable que en los casi dos años que lleva la pandemia haya oído o leído más de una vez que nadie estará a salvo del virus hasta que todos estemos a salvo del virus. Lo han dicho científicos y toda clase de expertos. Pero pocos parecen escuchar. Las cifras de vacunación contra el COVID-19 en África y los países más pobres reflejan que la desigualdad y la indiferencia siguen imponiéndose, aunque ahora es más evidente que el costo será de alcance global.
LEE TAMBIÉN | “Cinco millones de muertos por COVID-19 es una gran llamada de atención para toda la humanidad” | ENTREVISTA
Mientras los países con más recursos avanzan en la carrera por la vacunación [ver mapa], solo un 10% de africanos han recibido al menos una dosis y 7,5% están totalmente vacunados. Naciones como Burundi, República Democrática del Congo, Chad y varias más no han inoculado siquiera al 5% de su población.
“El mundo no parece darse cuenta de lo imperativo de la solidaridad social en esta pandemia. Mientras haya alguna localidad que no esté protegida, el mundo entero sigue expuesto a los peligros de este virus y sus variantes”, dice a El Comercio la médica sudafricana Tracey Naledi, vicedecana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Ciudad del Cabo.
“La práctica del nacionalismo vacunal por parte del mundo desarrollado ha dado lugar a una distribución desigual de las vacunas, con lo que los más vulnerables de los países de bajos ingresos quedan desprotegidos. Mientras que los países desarrollados están dando a su población vacunas de refuerzo, en África solo 1 de cada 4 trabajadores sanitarios y poco más del 7% de la población están totalmente vacunados”, agrega la experta.
A Joan van Dyk, periodista sudafricana del Centro de Periodismo para la Salud Bhekisisa, esta realidad no le sorprende y afirma que el trato que el norte del mundo ha dado al continente africano durante la pandemia ha sido discriminatorio y poco científico.
“África fue la última en la fila para el tratamiento del VIH, y ahora es la última en la fila para las vacunas contra el COVID-19. Los científicos y epidemiólogos llevan meses advirtiendo que la desigualdad de las vacunas prolongaría la pandemia, pues mientras más personas estén sin vacunar, más posibilidades hay de que el virus mute. Así que este es un momento para que muchos investigadores y activistas digan ‘te lo dije’”, dice a este Diario.
El peligro de ómicron
Desde que, en medio de un repunte de contagios, Sudáfrica anunció la semana pasada la detección de la variante ómicron, considerada de riesgo y potencialmente más contagiosa por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Unión Europea (UE), Estados Unidos y otras naciones cerraron sus fronteras a los vuelos procedentes del sur del continente africano.
“Da la sensación de que se está castigando a Sudáfrica –el país ahora más afectado por ómicron– por ser un buen ciudadano del mundo, por haber compartido desinteresadamente información sobre la variante para que la respuesta sea rápida y eficaz”, comenta la doctora Naledi.
Por su parte, Van Dyk agrega que Sudáfrica ha invertido miles de millones en la secuenciación genética, y ahora ha recibido un duro golpe económico “por ser transparente con lo que ha encontrado”. “Es difícil verlo como algo que no sea racista. ¿Por qué, por ejemplo, el aumento de las infecciones en Europa del este no fue respondido con prohibiciones similares?”, señala.
En medio de la nueva emergencia Estados Unidos envió ayer 11 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 a distintos países, de los que 9 millones están destinados a África, mientras que China dijo a inicios de esta semana que facilitará a mil millones de dosis de vacunas a ese continente para combatir el virus.
Van Dyk recuerda, sin embargo, que Sudáfrica y la India solicitaron a la Organización Mundial del Comercio (OMC) suspender la protección de las patentes de las tecnologías sanitarias relacionadas con el COVID-19, un pedido que podría permitir a África producir sus propias vacunas, pero ha sido rechazado debido al veto de la UE, Suiza y el Reino Unido.
“Y ahora las naciones ricas castigan a la región por no estar vacunada. Esos países utilizan la excusa de que han donado vacunas, pero esas vacunas en su mayoría llegaron tarde, o nunca llegaron. Deben entender que cuanto más tiempo permanezca África sin vacunar, más variantes veremos”, afirma.
En la misma línea, Naledi apunta que si se aceptara la exención, los precios bajarían y la transferencia de tecnología para la producción de vacunas en África se convertiría en una posibilidad real. “África y otros países de bajos ingresos se ven obligados a mendigar en lugar de encender su propia agencia para producir sus propias vacunas para su propia gente. La OMC debe suspender la protección de las patentes y permitirnos producir nuestras propias vacunas”, concluye.
______________
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- Mauricio Leal: el afamado estilista y su madre mueren en extrañas circunstancias en Colombia; esto es lo que se sabe
- La pesadilla de la escuela que ganó el sorteo del avión presidencial de México
- Llegó al hospital con fiebre, cansancio y gripe, le dieron dos años de vida y 13 años después vive para contarlo
- Para intentar salvar a su hijo, que tiene pocas probabilidades de vivir, un padre desarrolla un laboratorio en su casa
- Cuerpo sin vida de reconocida modelo Christy Giles fue arrojado frente a un hospital de Los Ángeles
- “Quien se vacuna, gana”: la televisión pública de Austria sortea autos y casas para fomentar la vacunación contra el coronavirus