Las personas hacen fila en un evento de distribución de alimentos antes del feriado de Acción de Gracias el 20 de noviembre de 2020 en el distrito de Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos. (Angela Weiss / AFP).
Las personas hacen fila en un evento de distribución de alimentos antes del feriado de Acción de Gracias el 20 de noviembre de 2020 en el distrito de Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos. (Angela Weiss / AFP).
Agencia AFP

Gastar menos en comida. Echar mano de los ahorros para la jubilación. Quedar por completo fuera del mercado laboral.

El año pasado, expandió masivamente su auxilio de desempleo cuando el coronavirus estalló.

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Sin embargo, en los próximos días esos beneficios terminarán, forzando a millones de estadounidenses desempleados, algunos de los cuales no han trabajado durante toda la pandemia, a tomar decisiones difíciles sobre cómo arreglárselas en una economía ahora amenazada por la variante delta.

“No tengo idea de cómo sobreviviremos solo con los ingresos de mi hija”, advirtió Deborah Lee, una flebotomista desempleada en Arizona que se está recuperando de un brote de covid que ha afectado a su hija y a dos de sus tres nietas.

A los programas de ayuda financiados por el gobierno, que incrementaron los pagos semanales y auxiliaron a los desempleados y trabajadores independientes, se les atribuyó que Estados Unidos no cayera en una peor crisis económica el año pasado.

Pero en meses recientes han levantado controversia pues algunos estados los han cancelado prematuramente y afirman que animaron a la gente a no regresar a empleos que ya son seguros para personas vacunadas, aunque hay estudios que rebaten esa afirmación.

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Desde el 6 de septiembre los auxilios terminarán en todo el país, y aunque los economistas no esperan que afecte significativamente la recuperación estadounidense tras la debacle de 2020, el cambio indudablemente aumentará la presión sobre los desempleados.

“Creo que va a ser un hecho subestimado en la economía”, aseguró Andrew Stettner del centro de análisis progresista The Century Foundation, que también predijo que 7,5 millones de personas dependerán de los programas cuando estos terminen.

“Será una especie de crisis silenciosa”.

“Me siento arruinada”

La expansión de la red de seguridad para desempleados ocurrió en marzo de 2020, cuando el Congreso se apresuró para mitigar la emergencia por la pandemia con 2,2 billones de dólares en gastos a través del paquete de rescate de la Ley CARES.

Aunque nunca pretendieron ser permanentes, los beneficios fueron reautorizados dos veces, más recientemente el pasado marzo con el Plan de Rescate promulgado por el presidente Joe Biden y sus aliados demócratas en el Congreso.

A pesar de que muchos en el Partido Republicano inicialmente respaldaron los programas, para este año sus legisladores estuvieron discutiéndolo y 26 estados, la mayoría con gobernadores republicanos, decidieron terminarlos total o parcialmente.

Un estudio publicado el mes pasado por investigadores de universidades en Estados Unidos y Canadá encontró apenas modestas mejoras en contrataciones y salarios en algunos de esos estados que terminaron el auxilio prematuramente, mientras el consumo cayó un 20%.

Mientras tanto la economía está lejos de sanar: 5,3 millones de puestos de trabajo perdidos por la pandemia aún no se han recuperado y los empleadores apenas crearon 235.000 empleos en agosto, de acuerdo con datos que el gobierno publicó este viernes.

En Delaware, Ohio, Karen Coldwell dice que aplica a unas 10 vacantes cada semana y todavía no ha sido contratada. Todas las demás ofertas que encuentra son para trabajos de salarios bajos, la clase de empleo que tuvo cuando era más joven.

A sus 64 años no está lista todavía para jubilarse, pero le preocupa tener que recurrir a sus ahorros de retiro cuando los programas para desempleo de largo plazo terminen.

“Simplemente no hay nada allá afuera. Hay empleos, pero el dinero no está más allí”, comentó Coldwell.

Otros no pueden volver al mercado laboral, incluso sabiendo que los beneficios que constituyen su único ingreso terminarán. Brooke Ganieany de Dallas, Oregon, dice que no tiene a nadie que cuide de su pequeño hijo si llega a encontrar un empleo.

“Me siento como arruinada”, dijo la mujer de 21 años a la AFP. “Siento como si hicieran esto para obligarnos a tener un plan y volver a la realidad, y no es exactamente el eslogan que deberían usar”.

Daño desigual

Algunas personas continuarán recibiendo los beneficios bajo los programas regulares de desempleo, pero el fin de los pagos adicionales de 300 dólares semanales implica que sus bolsillos están a punto de encogerse.

“Afectará mucho. Voy a tener que recortar presupuesto en comida”, advierte Karen Williams, de 58 años, una diseñadora gráfica desempleada de Pensilvania.

Gregory Daco de Oxford Economics predijo que el recorte de beneficios reducirá el ingreso de los hogares en 4.200 millones de dólares por semana durante septiembre.

“No va a ser el tipo de golpe que pone la economía estadounidense en reversa”, dijo en una entrevista, pero predijo que “las familias de bajos ingresos y las minorías son las más propensas a ser impactadas negativamente”.

Temerosa por las nuevas variantes de coronavirus, y con su hija dejando de percibir un pago muy necesario en una familia que batalla contra el covid-19, Deborah Lee dice que está esperando saber si el gobierno ahora le otorgará un auxilio de discapacidad por una lesión en la mano. Es consciente de que sus días como empleada están lejos, al menos por ahora.

“No sé ni siquiera cuál es la respuesta”, concluyó.

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