La carrera electoral entre Donald Trump y Joe Biden no ha parado. Se trata de una de las campañas más extrañas y, a la vez, reñidas de la historia reciente de Estados Unidos y nada está dicho aún hasta el próximo 3 de noviembre.
“El Comercio” conversó al respecto con Juan Carlos López, uno de los periodistas latinos más experimentados en Estados Unidos. Con más de 20 años cubriendo la política de la primera potencia mundial desde CNN en Español, el colombiano ahora conduce “Directo USA”, un programa que nos mantiene al tanto de las correrías en Washington.
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Aunque esta entrevista se realizó un día antes de conocerse que el presidente Trump tenía coronavirus, las opciones del republicano para mantener la Casa Blanca no pueden ser descartadas.
Tienes más de 20 años cubriendo la política estadounidense. ¿Cómo has visto que ha cambiado el elector estadounidense en este tiempo?
No sé si el elector ha cambiado, o si han cambiado las campañas, pero sí ha cambiado la forma en que llega la información a los votantes. Las redes sociales han modificado la forma de enviar los mensajes. Ahora hay una gran cantidad de medios de información y de desinformación y eso está teniendo un impacto directo.
¿Cuál ha sido el proceso electoral que más te ha impactado o te ha marcado como periodista?
Estoy pensando en momentos. Recuerdo mucho la elección del 2000 entre George W. Bush y Al Gore. Yo era corresponsal en Nueva York y me enviaron a Austin, Texas. El clima allá es cálido, pero estaba haciendo un frío impresionante y no estábamos preparados. Regresé a mi casa 44 días después. La elección del 2016 entre Trump y Hillary Clinton fue un proceso normal, pero el de este año, debido a la pandemia, no tiene comparación con nada de lo que he visto.
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Las convenciones han sido virtuales. El Centro CNN, en Atlanta, que es un complejo con oficinas, al lado de un estadio y coliseo, ahora está desierto. Los anteriores procesos eran como ver un partido de fútbol donde hay buenos, regulares y malos, pero la mecánica es la misma. Este es un partido de fútbol con reglas completamente distintas.
Siempre se dice que el voto latino es clave, pero en las elecciones no ha terminado siendo fundamental como se espera. ¿Esta vez sí podría serlo?
Depende del estado. En el 2000, cuando la Corte Suprema decide terminar el conteo en Florida, el entonces candidato Bush le gana a Gore por 537 votos. Esos votos le dieron el voto del colegio electoral de la Florida, y con eso Bush ganó la Presidencia. El potencial del voto hispano es altísimo. Son 30 millones de latinos habilitados para votar, pero lo hace alrededor de la mitad. Los electores hispanos que pueden marcar la diferencia estarían en Florida, donde hay cubanos, colombianos, venezolanos y puertorriqueños. Ellos pueden definir la elección si hablamos de esos 537 votos y vuelve a tratarse de una elección cerrada. Es un voto potencial, las campañas lo buscan, pero aún no se hacen los esfuerzos suficientes, y va a depender de cuán motivada esté la gente. Trump ganó el 2016 sin el voto hispano y puede ganar otra vez sin el voto hispano.
El sistema de voto por correo está siendo muy criticado por Trump, que incluso habla de un posible fraude, sembrando dudas en el proceso electoral…
Hay dos escenarios. Uno de ellos es que, si en la noche del 3 de noviembre se conocen los resultados, y el que gana lo hace con un margen amplio entonces poco es el debate. Pero si vamos a una elección de márgenes estrechos, este tema sí va a ser complicado. Y va a ser complicado porque los resultados pueden demorar días. Lo vimos en el año 2000 [en la victoria de George W. Bush sobre Al Gore] cuando la elección se definió después de más de 40 días. Esta estrategia del presidente de deslegitimar el proceso le sirve para alegar que le robaron la elección.
Pero en el 2016 él dijo exactamente lo mismo, es parte de su estrategia crear esta duda. Las encuestas muestran una ventaja constante para Biden, entonces lo que quiere es preparar el escenario para una eventual derrota. Recuerden que a Donald Trump no le gusta perder, y así pierda se va a declarar ganador. Las instituciones en Estados Unidos hasta ahora han demostrado que hay independencia de poderes. Pero estadísticamente la posibilidad de un fraude electoral es mínima, son casos tan aislados que no tienen sustento. El voto por correo, que ha tomado más auge por la pandemia, se viene haciendo hace años, y hay varios estados que conocen el mecanismo.
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En nuestra región estamos acostumbrados al populismo, al caudillismo, a personajes fuertes que son carismáticos, más allá de la fuerza de los partidos políticos. ¿La política estadounidense se ha 'latinoamericanizado` tras la irrupción de Trump?
Para quienes venimos de América Latina es más fácil entender y reconocer el sabor de lo que estamos viviendo en Estados Unidos, y Trump se comporta de una forma que es más fácil de entender en Latinoamérica. A medida que ha avanzado su presidencia, su gobierno ha seguido ese proceso, entonces sí es una analogía válida. Pero creo que Trump no solo replica lo que ocurre en América Latina, sino también lo que hay en otros países. Recuerdo un evento en el 2016, donde había unos periodistas europeos muy críticos del proceso y yo les recordé a Berlusconi en Italia. Figuras como Trump han existido en otros países, solo que para Estados Unidos es un estilo presidencial diferente. Hay un solo Trump y no se ve dentro del mundo político estadounidense alguien que pueda hacer lo que ha hecho hasta ahora.
Trump ha sido muy crítico con la prensa. ¿Se sienten amenazas a la libertad de expresión o a las coberturas periodísticas?
La postura de Trump contra la prensa es algo que ya hemos asimilado y existe tanta oferta de información, que mucha gente escoge lo que quiere oír. Aparte de pasar momentos a veces desagradables cuando estamos en un evento de Trump, en realidad seguimos haciendo nuestro trabajo. Nosotros no tenemos restricciones para seguir informando. A Trump le funciona el ataque a la prensa, pero es un comunicador muy hábil, así que es una relación amor-odio y no veo que la prensa esté dejando de hacer su trabajo, o estemos dejando de reportar o que nuestra seguridad esté en riesgo. No hemos llegado a esos niveles.
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