Ángel Hernández ayudó a morir a su esposa, María José Carrasco, enferma terminal. Aseguró que no tiene miedo y que está muy tranquilo porque su esposa ha dejado de sufrir. (Foto: EFE)
Ángel Hernández ayudó a morir a su esposa, María José Carrasco, enferma terminal. Aseguró que no tiene miedo y que está muy tranquilo porque su esposa ha dejado de sufrir. (Foto: EFE)
Redacción EC

El juez de Madrid que investigaba el caso de Ángel Hernández, el hombre de 70 años que ayudó a morir a su esposa María José Carrasco, ha decidido inhibirse en favor de un juzgado de Violencia contra la Mujer, han confirmado a Efe fuentes jurídicas de

La decisión del titular del Juzgado de Instrucción número 25 de Madrid, adelantada por el diario "El País", supone un nuevo giro en el caso del suicidio asistido de María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple que la pasada semana se quitó la vida con el auxilio de su marido. 






Ángel Hernández, quien reconoció los hechos, pasó a disposición de la jueza que estaba de guardia, el 36 de Madrid, que decidió dejarlo en libertad sin medidas cautelares investigado por un delito de auxilio o cooperación al suicidio. 

Esa jueza se inhibió en el número 25, que es el órgano que conoce del procedimiento, dado que es el que se encontraba de guardia de diligencias cuando se conocieron los hechos y el que procedió al levantamiento del cadáver.

Pero, ahora, el juez del 25 ha decidido que el caso se investigue en un juzgado de Violencia contra la Mujer.

Se ampara en la Ley de Violencia de Género y en la doctrina del Tribunal Supremo, que determina que cualquier delito tipificado dentro de los relacionados con el homicidio que se hayan cometido contra quien o haya sido la esposa del autor o haya tenido una relación de afectividad análoga deben ser investigados por juzgados específicos.

No obstante, el delito que se le imputa sigue siendo el de auxilio o cooperación al suicidio, tipificado en el artículo 143 del Código Penal y que contempla penas que van desde los dos hasta los diez años de prisión.

Ese artículo prevé una rebaja sustancial en las condenas de aquellos que actúen por "petición expresa, seria e inequívoca" de la víctima, si ésta sufriera "una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar", es decir, el caso de María José Carrasco y Ángel Hernández.

El traslado de la investigación hacia el juzgado de Violencia contra la Mujer provocó la molestia e indignación de Hernández

"Todo lo que grabé lo hice también para que no se me encausara como violencia de género", dijo.

"Estoy molesto no por lo que me puedan echar o porque me aumente la pena. Eso lo tengo asumido. Solamente que se trate de violencia de género me pone malo. Es un insulto. Es terrible. Aunque me digan que es el clásico protocolo. Ya el hecho de nombrar o que salga que me van a encausar o a incluir como violencia de género… me pongo malo", afirmó en declaraciones al noticiero "Cuatro al día". 

Hernández aseguró el viernes pasado que su gesto fue "un acto de solidaridad" y admitió que tomar la decisión fue "terrible". 

"Lo que me interesa no es que me apoyen y que reconozcan qué valiente he sido o lo que hemos hecho, sino que sirva para que la eutanasia se apruebe, por el sufrimiento que estamos padeciendo muchísima gente, como mi mujer", subrayó.

El hombre aseguró que la valiente fue María José, su mujer, "porque es difícil decir se acabó".

Consideró que lo que ha hecho es "un acto de solidaridad". "Ella no podía y yo he tenido que prestarle mi mano, ella lo quería hacer, no lo podía hacer y yo le he prestado mis manos".

Fuente: EFE

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