Una pareja con un hijo de seis semanas decidió advertir al mundo sobre lo importante que es tener una alarma que detecte la fuga de monóxido de carbono después de casi perder la vida durante unas vacaciones en su casa rodante.
Amber y James Yates, de Lytham St Annes, Lancashire, en el Reino Unido, habían viajado con su bebé Elliot recién nacido en su motorhome unos 300 kilómetros para encontrarse con amigos. Pero los que iban a ser unos días festivos se convirtieron en una experiencia cercana a la muerte.
Poco después de llegar a destino, se vieron obligados a huir del vehículo a las tres de la mañana tras ser despertados por el sonido penetrante de su alarma de monóxido de carbono.
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En una publicación de Facebook, Amber relató: “En las primeras horas de la mañana de ayer, mi esposo James, nuestro bebé de seis semanas Elliot y nuestro perro Oakley tuvimos una experiencia cercana a la muerte. Viajamos 300 kilómetros con nuestra casa rodante para encontrarnos con un grupo de amigos que no habíamos visto hacía tiempo. Nos gusta salir en nuestra caravana todos los fines de semana que podemos, pero tuvimos un pequeño descanso con el bebé. En las primeras horas del domingo por la mañana, nuestro detector de monóxido de carbono nos despertó poco después de las tres de la madrugada. El número de la alarma marcaba 90 ppm (partes por millón) cuando nos despertó, pero en los dos minutos que tardamos en agarrar al bebé y salir de la camioneta, el monitor marcaba más de 200″.
La mujer explicó que luego del susto se quedaron en la casa de sus conocidos. “Nos escapamos de la camioneta y despertamos a nuestros amigos que, sin dudarlo, nos acogieron. Una vez que respiramos un poco de aire fresco, nos dimos cuenta de lo mal que nos sentíamos. Teníamos el pecho muy apretado y era doloroso respirar”.
James volvió corriendo para agarrar las cosas del bebé y apagar los aparatos de gas, una decisión de la que se arrepintió cuando su condición empeoró más tarde en el hospital.
Luego, Amber detalló lo que les explicaron los médicos: “Nos dijeron que con una lectura de monóxido de carbono por encima de 50 presentaríamos síntomas, pero por encima de 150 es potencialmente mortal”.
Por pura casualidad, la familia había reemplazado las pilas de su detector de monóxido de carbono el día anterior, cuando James compró un paquete nuevo para uno de los juguetes del bebé.
“Habíamos estado viajando sin saber que no teníamos pilas en nuestro detector de monóxido de carbono. Ni lo pensamos porque es una de esas cosas que le pasan a otras personas y no a una”, dijo Amber y agregó: “Esa mañana habíamos ido a desayunar a un lugar de la zona y recordamos las pilas del juguete de Elliot, así que las compramos, algo que tampoco habríamos hecho en mucho tiempo. Por la tarde, James, por alguna razón, pensó en revisar el detector de monóxido de carbono para descubrir que no tenía pilas, entonces puso tres pilas AA en la alarma y solo 12 horas después nos salvó la vida”.
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