La esperada fiesta dio paso a la decepción, en muchas ocasiones a las lágrimas. Como los miles de franceses que hicieron el viaje a Qatar, sus compatriotas de la metrópolis dieron curso a su tristeza tras la derrota de la selección nacional en la final de la Copa del Mundo. Una caída que pareció alejarse momentáneamente tras el doblete del ídolo nacional, Kylian Mbappé, pero que toda Francia reconoció como justa.
“Confiábamos en el triunfo. Pero ahora volvemos a casa y nos pondremos a llorar”, confió esta noche una joven pareja mientras se alejaba de los Campos Elíseos, corazón de los festejos populares de la capital francesa. “Estoy infinitamente triste. Pero logramos salvar el honor en el segundo tiempo”, reconoció otro simpatizante.
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Los 15.000 policías movilizados en todo el país para evitar desmanes en caso de triunfo no tuvieron literalmente nada que hacer. En los Campos Elíseos, iluminados especialmente para la ocasión, pero sometidos a la lluvia y a gélidas temperaturas de -2°C, las fuerzas de seguridad levantaron el dispositivo y reabriendo la circulación poco después de terminado el “match”. Anulados también los fuegos artificiales preparados por la alcaldía de París, a pesar de los cual, y desafiando el mal tiempo, un puñado de fans persistía en esperarlos.
Aquellos que tuvieron el coraje de permanecer un poco más bajo la lluvia, reconocían que este equipo de Francia supo hacer vibrar el corazón del país durante toda la Copa del Mundo. Y particularmente en esta final.
“Estoy feliz de haberlo vivido, aunque hubiéramos querido ganar”, dice una joven ante las cámaras de televisión. A su lado, su compañero es menos optimista: “Es difícil recordar los partidos con Polonia, Inglaterra y Marruecos, donde pasamos momentos difíciles. Sin embargo, llegamos a la final. Por eso es complicado perder así”, reconoce.
La intemperie no disuadió, sin embargo, al millar de argentinos que se reunieron a festejar el triunfo no lejos de ahí, en la Plaza de la Concorde. Hubo velada de fiesta también en la legación de Argentina en París, donde su embajador, Leonardo Costantino, abrió las puertas para aquellos que quisieran asistir juntos al “match”.
La misma decepción parisina se vivió en todos los rincones del país, donde la gente se había reunido en bares, restaurantes y salas de fiestas para pasar ese momento tan especial, esperando poder revivir la emoción de los dos triunfos mundiales anteriores, en 1998 y en 2018.
Con un tiempo definitivamente más clemente, las grandes ciudades del sur se habían preparado para prolongar la celebración del triunfo con los tradicionales desfiles de autos por las grandes arterias, fuegos artificiales, banderas, cantos y bocinazos.
“Messi nos mató” (Messi nous a tués), se indignó Quintin en la ciudad mediterránea de Niza, retomando la célebre frase de un asesinato jamás elucidado en aquella ciudad mediterránea. “Merecíamos esa Copa del Mundo. Pero no es grave, volveremos más fuertes todavía en 2026 y entonces ganaremos”, agregó, aunque no lograba ocultar su decepción.
Pero las lágrimas que llovieron en la avenida Jean-Medecin de Niza no solo eran de tristeza. También fueron producto de los gases lacrimógenos utilizados por las fuerzas del orden para dispersar algunas bandas de jóvenes encapuchados, dispuestos a sembrar el desorden.
La situación también fue tensa en la plaza Bellecour de Lyon, en el centro del país: petardos, botellas y otros artefactos lanzados por individuos enmascarados provocaron la reacción de la policía.
“Son los vándalos de siempre. Ningún aficionado, por fanático que sea, intenta romper vidriedas o incendiar autos”, se lamenta un responsable policial en televisión.
En todo caso, de norte a sur y de este a oeste, el ambiente general estuvo lejos de ser propicio a la fiesta.
“Espero que la proximidad de las Navidades consiga calmar la desazón. El segundo tiempo llenó de ilusión a todos los franceses y la caída, por penales, fue brutal”, analizó un miembro de la alcaldía de Estrasburgo, en el este del país.
En plena zozobra, esta noche, los comentaristas deportivos ponían incluso en duda que —tal como lo anunció el presidente Emmanuel Macron desde Doha— los miembros de la selección decidan desfilar este lunes en autobús descubierto por los Campos Elíseos después que aterricen en París.
“La decepción es tan grande entre los miembros del equipo, que muchas fuentes de la Federación Francesa de Fútbol nos afirman que el tradicional desfile podría anularse”, dijo el periodista Bruce Toussaint en BFM-TV.
La misma ambigüedad marcó las primeras declaraciones del presidente francés desde Qatar. Antes de tomar el avión que lo traería de regreso a Francia, Macron se declaró “muy triste y decepcionado con la derrota, como todos los franceses”. Pero insistió en que “el país puede estar orgulloso de todos los miembros de la selección. Tuvieron una capacidad de reacción y un espíritu de equipo ejemplares”, agregó.
Consciente de que con su presencia en Qatar para la final y, antes, para la semifinal, no faltarían las acusaciones de “intento de recuperación política”, el mandatario aseguró que “no recibirá a la selección en el Elíseo en lo inmediato”, pues —como todos los años— esta semana festejará las Navidades anticipadas con las tropas francesas desplegadas en los teatros de conflicto.
“Seguramente, y cuando ellos lo deseen, vendrán al Elíseo. En las próximas semanas o meses”, declaró.
Por Luisa Corradini