La abrupta caída del precio internacional del petróleo, en más de 50% en los últimos seis meses, ha dado ocasión a un intercambio de opiniones sobre la viabilidad económica del plan de modernización de la refinería de Talara (PMRT). Una inversión de 3.500 millones de dólares no parecería ser lo más sensato en este momento. Petro-Perú, como dueña de la refinería, ha replicado –y no le falta razón– que la rentabilidad del PMRT no depende del precio del petróleo.
Una refinería, en efecto, no produce ni vende petróleo. Es una planta industrial que procesa el petróleo y lo transforma en gasolina, kerosene y otros productos. Lo importante para la refinería no es el precio del petróleo crudo, como se le llama, sino la diferencia entre el precio del crudo y los precios de los productos refinados que vende, que es lo que se conoce como margen de refinación. El margen de refinación puede moverse en la misma dirección que el precio del petróleo o puede moverse en sentido contrario.
La caída del precio del petróleo, por tanto, no dice nada en sí misma sobre la rentabilidad de una refinería. Pero uno puede comenzar a formarse una idea al respecto preguntándose por las causas de esa caída. Si el precio del petróleo cayera porque la economía mundial está débil, podríamos concluir que no hay necesidad de procesar tanto crudo y que los márgenes de refinación tendrán que bajar. En cambio, si la caída se debe a una abundancia de petróleo, como es el caso, consecuencia de la explotación de los yacimientos de esquisto (‘shale oil’) en Estados Unidos, podemos imaginarnos una fila de tejanos en la puerta de la refinería pugnando por asegurarse un lugar para su crudo.
Antes de concluir que eso hará subir los márgenes, sin embargo, veamos qué está pasando con la capacidad de procesamiento de crudo en el mundo. Según la Agencia Internacional de Energía, los márgenes de refinación sufrirán una presión a la baja en el 2015 debido a la entrada en operación de nuevas refinerías, desde Arabia Saudita y los Emiratos hasta Colombia y Brasil, con una capacidad total de procesamiento de más de un millón de barriles de petróleo por día.
Por supuesto que la viabilidad del PMRT no depende de lo que pase con el margen de refinación este año, sino en los próximos treinta (digamos). Y es justamente visto en esa perspectiva de largo plazo que el PMRT aparece como una inversión de dudosa rentabilidad. Para recuperar 3.500 millones de dólares en 30 años, obteniendo entretanto una rentabilidad anual de 11%, que es lo que el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) exige de los proyectos del sector público, la renovada refinería de Talara tendría que generar un flujo de caja operativo de 400 millones de dólares anuales. Eso significa más de 11 dólares por barril, suponiendo que la refinería opere a su máxima capacidad los 365 días del año. Rara vez han estado los márgenes de refinación a ese nivel, a juzgar por las estadísticas que publica en su página web la compañía petrolera BP.
Los riesgos, por otro lado, son enormes. La nueva refinería Abreu e Lima, en Brasil, comenzó con un presupuesto de 2.500 millones de dólares y terminó costando casi 18.000.
Es verdad que el objetivo del PMRT, más allá de los resultados financieros, es producir combustibles más limpios. Pero también es verdad que siempre se puede importarlos.