Querido hijo, por Rolando Arellano C.
Querido hijo, por Rolando Arellano C.
Rolando Arellano C.

Ayer vi que te eligieron autoridad de esta ciudad luego de una campaña muy difícil, por lo que tus amigos te felicitan (desde arriba veo todo) y yo también me alegro mucho. Pero quisiera decirte que no es momento de cantar victoria, pues si pensaste que la campaña electoral fue dura y desgastante, ser una buena autoridad es mucho más difícil. Por eso quiero darte algunos consejos que tal vez pueden ayudarte.

Primero debes entender que estás entrando a tu nueva actividad con la opinión en contra. Los políticos hoy tienen tan mala imagen (que esta campaña se ha esmerado en resaltar) que no esperes la “luna de miel” que antes tenían los gobiernos. Desde el primer día tanto los que votaron por ti como los otros estarán vigilando (como yo desde arriba) y analizando cada una de tus acciones para encontrarle fallas. 

No comiences tu período con rencores o animadversiones hacia tus competidores en la campaña. Más bien trata de incluirlos en tus planes de trabajo, pues ya demostraron su interés en trabajar por el pueblo y no deberías desaprovechar su buena fe (no es cierto que todos, o que la mayoría, son corruptos, pues tú eres una muestra de ello). Hazlos tus socios, no tus enemigos. 

Por el contrario, aprovecha hoy para hacer una limpieza a fondo en la institución donde ejercerás tu mandato. No te digo que cambies a todos los que trabajaron con la autoridad a la que le quitaste el puesto, no. Digo que los analices bien y saques a aquellos que son claramente discutidos o corruptos. Aparentemente son importantes y hasta parecen indispensables para el funcionamiento de la institución, pero más perderás si dejas la mala semilla dentro. La manzana podrida corrompe.

No gobiernes para las encuestas, que te dicen lo que la gente quiere pero no siempre lo que realmente necesita. Tu labor es ser un líder para el progreso de tu pueblo y no solamente un seguidor de lo que la mayoría desea y que eventualmente le sea dañino. Si yo no hubiera ayudado a tu madre, que también te observa desde arriba, a darte ese remedio que no te gustaba, probablemente hoy no estarías allí.

Piensa en la reelección desde el primer día. No me malinterpretes, no te digo que busques reelegirte a toda costa, porque eso te distraerá demasiado. Te digo que pienses cómo será evaluada cada acción tuya en caso de una nueva elección, pues todo lo malo será cargado en tu contra, y todo lo bueno te ayudará. No seas ingenuo en creer que los electores no se acordarán de tus malas acciones, o que tus contrincantes dejarán que no se acuerden.

Finalmente piensa permanentemente en nuestro apellido. No lo ensucies con escándalos o corruptelas. Le ha costado mucho a tus abuelos y a mí mismo, que te observo desde arriba, forjarnos un nombre respetado y que podemos lucir con orgullo. Piensa en tus hijos y acuérdate que un mal nombre es la peor herencia. La función por la que te eligieron dura algunos años, la vergüenza dura toda la vida. 

Si haces las cosas bien, las recompensas se verán en el respeto y el cariño de la población. Y si fuera así, celebraremos juntos, aquí en lo alto, en el departamento del último piso del edificio donde tu madre y yo pasamos tranquilamente nuestra jubilación, merecida por haber trabajado y ahorrado tanto tiempo. Te envío un beso. 

Papá.