Mario Ghibellini

Los nombres que los padres colocan a sus hijos el día del bautizo dicen mucho sobre las ilusiones que ellos se hacen acerca de lo lejos que llegarán sus herederos en la vida. Llamar, por ejemplo, Darwin o Elvis a una criatura constituye una gran apuesta (Ilich, en cambio, no tanto). Pero las apuestas se ganan o se pierden. Y bueno, entre los progenitores de los congresistas de Acción Popular conocidos como ‘los niños’, uno puede imaginar cuál ha de ser hoy la sensación predominante…

Como se sabe, tales ‘niños’ no son exactamente el orgullo del partido de la lampa. Existe, más bien, una iniciativa para expulsarlos de esa organización política, según ha anunciado su flamante secretario general nacional, Edmundo del Águila Morote. Y eso se debe a la denuncia que pesa sobre ellos de haber llegado a un furtivo arreglo con el expresidente Pedro Castillo para dar sus votos a favor del gobierno ante cualquier moción de vacancia o censura de ministros que se presentase en el Legislativo a cambio de determinados beneficios ilícitos en ministerios e instituciones públicas: una tesis de la fiscalía a la que múltiples hechos dan sustento.

– Reciprocidad y redistribución –

El récord de votación de los congresistas en cuestión en asuntos como los señalados sugiere, en efecto, una disposición complaciente hacia el entonces mandatario. Y la buena fortuna de sus allegados en sus tratos con el Estado, la puesta en práctica del ancestral principio nativo de la reciprocidad y redistribución. Todo un homenaje al mestizaje de la economía que preconiza la doctrina acciopopulista.

Son abundantes, además, los testimonios de colaboradores eficaces y las reuniones corroboradas entre las partes del presunto contubernio que apuntan en el mismo sentido. Pero eso no parece haber impresionado mucho a los colegas de los ‘niños’, que han extendido sobre ellos una cúpula de blindaje que nada tiene que envidiarles a las que caracterizaron al ‘otoronguismo’ de otros tiempos. Una cúpula de blindaje con la que los libraron en los últimos meses de posibles acusaciones constitucionales y otros trances ingratos.

Los párvulos del Paseo Colón, sin embargo, parecen pensar que ninguna precaución es excesiva cuando de zafarle el cuerpo a la justicia se trata, y nueve de ellos – en total son 13 – presentaron esta semana una iniciativa para restablecer la inmunidad parlamentaria tal como se la conocía antes del 2021 (año en que fue severamente acotada a través de una reforma constitucional). Esto es, incorporando en la Carta Magna un artículo que establezca que los miembros de la representación nacional “no pueden ser procesados, ni presos, sin previa autorización del o la Comisión Permanente, durante el ejercicio de su mandato, excepto por delito flagrante”. Y que, aun si esto último ocurriese, el legislador deberá ser puesto a disposición del Congreso o la Comisión Permanente dentro de las veinticuatro horas, “a fin de que se autorice o no la privación de la libertad y el enjuiciamiento”. Hay que anotar que luego del revuelo que semejante exhibición de morro causó en la opinión pública, la congresista Silvia Monteza decidió retirar su firma del proyecto, alegando que no había sido presentado “en el momento oportuno”. Pero la foto que vale es la que se tomó cuando la iniciativa de marras se echó a rodar, y en esa foto ella aparece clarito.

Desde luego es muy improbable que este sueño infantil consiga hacerse realidad (porque requeriría las dos votaciones de no menos de 87 votos, verificadas en dos legislaturas distintas, que se exige para toda reforma constitucional), pero es sintomático que el rechazo que la idea ha cosechado de parte de distintos miembros de la actual conformación parlamentaria tenga que ver con lo inadecuado de la coyuntura en la que ha sido planteada y no con el fondo del asunto. En sintonía con las tardías reservas de la señora Monteza, su correligionaria, la expresidente del Legislativo Maricarmen Alva, ha considerado, por ejemplo, que el proyecto “no es oportuno”. Y con distintas modulaciones, José Cueto (Renovación Popular), Alejandro Cavero (Avanza País) y Flavio Cruz (Perú Libre), entre otros, han señalado que “no es el momento” de ir adelante con el restablecimiento de la inmunidad parlamentaria a la antigua usanza. Expresiones de las que se sigue que, cuando cambie el clima político, a lo mejor se le puede dar al asunto una miradita…


–Las nuevas escondidas–

En el Palacio de la Plaza Bolívar, sin embargo, nadie puede competir con el cuajo de los nueve gallardos representantes de Acción Popular que, de manera transparente, han propuesto un instrumento para escurrirse del largo brazo de la ley aun si las investigaciones en su contra llegasen a situarlos en medio de la primavera de corrupción que floreció en el gobierno del golpista de Chota. Es decir, a hacerlos objeto de un ‘ampay’ rochoso.

‘Niños’, al fin y al cabo, ellos darían la impresión de estar proponiendo, en esencia, una variante local – criolla, en realidad, hasta la médula – del viejo juego infantil que todos conocemos como “las escondidas”. Una en la que todos se escondan y nadie busque.

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Mario Ghibellini es periodista