Fernando Vivas

La contrarreforma del transporte avanza como colectivo, a bocinazos, abriendo y cerrando puertas al vuelo. Es tan obvia que delata que algo más grande se cocina además del traslado caótico de la gente: que el Legislativo y el Ejecutivo aprendieron a ponerse de acuerdo para flexibilizar normas a pedido de clientes informales y, también, ilegales.