Como todas las bancadas, la de Juntos Por el Perú (JPP) fue convocada por el premier Aníbal Torres en su ronda de persuasión pro investidura. Los congresistas se reunieron y acordaron 13 puntos para decírselos a Torres en su cara. Le iban a mentar los ministros que querían ver removidos y enumerar sus prioridades de políticas públicas. En el país de la improvisación política, no querían tener una reunión improvisada. Lo que improvisaron a última hora fue la decisión de no asistir.
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¿Por qué no fueron?, le pregunto a su portavoz, Ruth Luque. (Nota de ubicación: La bancada es en realidad de Nuevo Perú, pues Roberto Sánchez, con el que suman 5, prestó el logo de su partido JPP. Sánchez ha tomado su propio rumbo de castillista incondicional al mando del ministerio de Comercio y Turismo. Luque, Sigrid Bazán, Édgar Reymundo e Isabel Cortez están en la órbita de NP. Luque no solo es la portavoz sino que, de los 4, es la única que ha sido dirigente del partido. Fue miembro de la comisión política hasta el 5 de febrero, cuando se anunció la nueva directiva presidida por Anahí Durand, la ex ministra de la Mujer).
Luque responde: “Habíamos acordado ir, pero hubo esta reunión de portavoces a la que no nos invitaron y después se habló de una tregua con el primer ministro. Entonces, no teníamos claridad sobre qué había detrás de ello”. Pienso que, fuera de ese comprensible fastidio por ser marginados de la película de ‘la tregua’, querían aprovechar para marcar distancia con el gobierno. Le pregunto por algo más importante, que tiene que ver con la identidad y la reputación futura de toda la izquierda peruana: ¿Está de acuerdo con Anahí Durand que ha dicho en el portal Público.es que el partido debe hacer un ‘acompañamiento crítico’ a Castillo?
Tras unos segundos de silencio, me dice, “desde el inicio he tenido una actitud crítica”. Ante la evasiva, le pregunto por un gesto de su puño y letra: ‘Usted firmó la moción de Susel Paredes contra el ministro Juan Silva. Lo hizo cuando Anahí Durand y Pedro Francke ya habían salido del gabinete, antes de eso no lo hubiera hecho’. Me replica que lo hizo a título personal y que va a votar a favor de la censura cuando se discuta la moción presentada por Fuerza Popular y a la que ya se plegó Susel. Esto no parece acompañamiento crítico, sino oposición, aunque no lo asuman así. (Esta conversación y esta crónica la hicimos antes de conocer detalles del testimonio de Karelim López que comprometen seriamente a Pedro Castillo. Esto, por supuesto, aceleraría todo, hasta la parsimonia de la izquierda para tomar posición).
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El desmarque
La firma de Luque pidiendo la cabeza de Silva y el rechazo a reunirse con Torres, no han sido los únicos gestos que confirman que la de JPP ya no es una bancada oficialista. Hay uno tercero: no se han plegado al ataque contra María del Carmen Alva. Desde PL y desde Perú Democrático han salido sendas mociones de censura contra Alva. Una de ellas, incluye la firma de Roberto Sánchez. Antes de la salida de NP del gabinete, es muy probable que ellos se hubieran sumado al ataque como, en efecto, lo hicieron en diciembre pasado votando a favor de la primera moción de censura contra la blanca favorita del gobierno.
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Aunque, según me dijo Ruth Luque, todavía no habían decidido en reunión de bancada qué posición tomarán respecto a las mociones de censura contra el ministro de Salud, Hernán Condori; se puede presumir que votarán a favor. Sobre el voto de investidura, se muestran muy cautelosos y han preferido, como cualquier bancada no oficialista, optar por la respuesta formularia: ‘escucharemos al primer ministro y decidiremos’.
A pesar de estas señales de desmarque, los opositores de derecha no se acercan a JPP. La polarización ideológica de la campaña y la que ya existía antes de ella, crepita en el Congreso e impide la formación de un bloque de ancha base contra Castillo. Un izquierdista en el Congreso me dice algo más: “A la derecha le es más fácil acercarse a PL que a esta pequeña bancada”. En efecto, a FP, a Renovación Popular y a Avanza País le es más fácil y provechoso (son muchos más votos) tratar con una bancada que ha ingresado para negociar en el corto plazo; que con la izquierda ‘caviar’ que le viene dando lata por años. Incluso, han habido chispazos de comunión ‘anticaviar’. Recuerden que Guido Bellido no votó por la censura de Alva en diciembre y le dio un abrazo al final de la votación favorable a la presidenta del Congreso. Waldemar Cerrón, el portavoz de PL, le dio otro abrazo el día en que se improvisó la fugaz tregua en ausencia de JPP. (Ahora, sabemos, que otro factor de esa comunión era la implicación de congresistas de AP en la mafia denunciada por Karelim López que habría direccionado obras del MTC ).
Pero volvamos al ‘acompañamiento crítico’ de Durand. Le he escrito a ella, al nuevo secretario general Enver León, a la presidenta fundadora del partido, Verónika Mendoza y al ex secretario general Álvaro Campana. A diferencia de su apertura a conversar mostrada en otros momentos, hoy guardan silencio como si hubieran pasado a la clandestinidad en una dictadura de derecha. Según mis fuentes congresales, la comunicación entre la bancada y la dirigencia, es casi inexistente. Quería preguntarles, a los dirigentes, si es cierto lo que me han comentado dos personas ligadas al partido: que, tras el fracaso de su inscripción ante los organismos electorales (no lograron reunir las aproximadamente 25 mil afiliaciones que pide la ley), estarían pensando en formar otra agrupación.
El nuevo enemigo
El único notorio promotor público del desmarque respeto a Castillo, ha sido José de Echave, ex asesor de Francke en el MEF y candidato a la primera vicepresidencia en la plancha de Verónika Mendoza. Se afilió a JPP porque era una formalidad ineludible para postular y ahora mantiene sus simpatías con NP pero no tiene una militancia activa. En un hilo de tweet, lanzado un día después de la juramentación del Gabinete Torres, hizo duras críticas a quienes sostenían que el gobierno merecía el apoyo desde la izquierda: “Este gobierno ya hizo el giro. Ya estás rodeado o rodeada de los enemigos. Ya no hay ninguna justificación para estar allí”.
Llamé a José para preguntarle si se refería a Diana Miroslavich, afín a NP y actual ministra de la Mujer. “Puede ser su caso, pero no estaba pensando en ella, sino en los que dicen, cuando un la correlación es adversa, ‘todavía puedo hacer algo, puedo ocupar ese lugar’”. De Echave va un poco más atrás: “Pedro [Francke] entró poniendo condiciones, luego con la salida de Bellido y la recomposición del gabinete con Mirtha [Vásquez], [Hernando] Cevallos, Anahí, [Avelino] Guillén; era un grupo de trabajo con el que se podía hacer algo; pero eso ya acabó con la última crisis de gabinete. Pero esto va más allá de que se hayan ido esos ministros, el gobierno no tiene rumbo y se le agregan casos de corrupción”. Sobre la bancada, José piensa que no debe apoyar la vacancia pero sí censurar a los ministros más cuestionados.
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Le pregunto qué piensa del ‘acompañamiento crítico’ propuesto por Durand. “No, la palabra es desmarcarse”. Igual piensa el conocido politólogo y dirigente del grupo Ciudadanos por el Cambio, Alberto Adrianzén. En una larga entrevista en “Página 12″ de Argentina, va al grano: “Mi temor es que se está produciendo un desprendimiento de un sector de la izquierda que estaba en el gobierno y hay que ver si votaría por este nuevo gabinete. Quizás sea mejor una buena crisis antes que esta letanía y este sufrimiento”.
Llamé a Adrianzén para preguntarle si en esa afirmación está contenida la vacancia y la posibilidad de que esa izquierda desgajada la apoye. “Tienen que censurar ministros y levantar un programa propio. No pueden seguir al lado de esa izquierda del siglo pasado que incluso admite, como Vladimir Cerrón entrevistado en ‘Hildebrandt en sus 13′, que puede aliarse con la derecha contra los ‘caviares’”.
Para ‘Beto’ Adrianzén, la situación “es muy complicada, por el desprestigio del Congreso. Me inclino a pensar en que se vayan todos, pero entonces qué pasa, no hay actores para el proceso”. Beto termina hablando de Putin y de Ucrania y se despide con una cita de Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Estamos en época de monstruos y los partidos y bancadas deben tener posiciones firmes, para que llegue lo nuevo.
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