Sarah Syed, una redactora que trabaja en Bombay, asegura que la política nacionalista hindú del primer ministro indio, Narendra Modi, le preocupaba desde hacía tiempo, pero que se sentía impotente. Hasta ahora.
Para ella, al igual que para muchos de los que participan en la ola actual de protestas, la gota que colmó el vaso fue la nueva ley impulsada por Modi sobre ciudadanía, junto con las imágenes de la fuerte represión ordenada contra las protestas estudiantiles.
“No es como si uno no supiera que las cosas no estaban bien. Pero para muchos de nosotros, la política era demasiado deprimente”, afirmó Syed, una musulmana casada con un católico.
“Sin embargo, ahora parece hasta criminal no participar en las protestas y no decir nada”, apuntó a la AFP la joven de 27 años.
La ley ofrece una ciudadanía acelerada a los ciudadanos no musulmanes de tres países vecinos y es la iniciativa más reciente del gobierno de Modi, a quien los críticos acusan de marginar a los musulmanes en un país de mayoría hindú.
Durante sus casi seis años en el poder, el partido de Modi cambió la denominación de lugares con nombres de origen islámico, reescribió libros de texto de historia para disminuir o desacreditar el papel de los líderes musulmanes y despojó a la región de Cachemira -dominada por musulmanes- de su autonomía especial.
Modi ha insistido en que la legislación no tendrá impacto en los musulmanes indios.
Sin embargo, la promesa electoral de su partido en 2019 de llevar a cabo una encuesta a nivel nacional para identificar a los inmigrantes ilegales ha aumentado el temor entre los musulmanes de convertirse en apátridas, sin una opción de naturalización rápida disponible para ellos.
El abogado Momin Musaddique, que ha estado brindando asesoramiento legal gratuito a personas preocupadas por las implicaciones de la ley, señaló que los musulmanes encontraron una salida en las protestas que se están llevando a cabo en todo el país a años de ansiedad acumulada.
“La gente ha tenido miedo durante tanto tiempo de la agenda nacionalista hindú de este gobierno que ahora sienten que no tienen ya nada que temer”, dijo a la AFP. “Ahora que su supervivencia en India está amenazada, no tienen más opción que protestar”, agregó.
“HEMOS DESPERTADO”
Además de los musulmanes, las manifestaciones han movilizado a grandes sectores de la sociedad india, desde hindúes seculares y miembros de otras minorías hasta intelectuales a políticos de la oposición.
La historiadora Zoya Hasan, de la Universidad Jawaharlal Nehru, de Nueva Delhi, explicó a la AFP que las protestas representan “el mayor desafío para el gobierno de Modi en los últimos seis años”.
Varios gobiernos locales en estados gobernados por la oposición -como Kerala y Bengala Occidental- han adelantado que no realizarán encuestas para el registro nacional de ciudadanos, en consonancia con el estado de ánimo generalizado, cuestionando así la autoridad del primer ministro.
Aunque las protestas comenzaron como una lucha contra la ley de ciudadanía, muchos de los manifestantes buscan ahora contener el impulso del gobierno de convertir oficialmente a la India secular en una nación hindú, dijo Hasan.
Sin embargo, agregó que es poco probable que los disturbios logren frenar la campaña nacionalista hindú de Modi o quiebren su relación con su base electoral, que lo impulsó a una victoria aplastante en la reelección en mayo.
“El gobierno puede dar un paso atrás como resultado de las protestas, pero no se alejará de su agenda central”, dijo Hasan.
Para Syed, que por primera vez participa en protestas, formar parte de las manifestaciones fue algo emocionante.
“Antes me sentía tan impotente, como si no hubiera nada que pudiera hacer para cambiar las cosas en este país”, afirmó, recordando la euforia que sintió al ver reunida a gente de diferentes comunidades. “Ahora nos hemos despertado”, recalcó.
AFP
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