Hace algún tiempo, la Inteligencia Artificial se consideraba tema de expertos o científicos de datos. Sin embargo, esto cambió con la llegada de herramientas como ChatGPT, de OpenAI; Bard, de Google; o Claude 2, de Anthropic, lo que convirtió a gran parte de la sociedad en un ‘programador potencial’, capaz de ejecutar todo tipo de tareas con ayuda de la IA.
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Sin embargo, según lo señala un reciente artículo de Harvard Business Review, hay una capacidad fundamental del ser humano que las máquinas no han podido igualar y que “todas las organizaciones necesitarán para aprovechar el verdadero potencial de la IA”: el juicio.
Esta situación también parece ponerse de relieve cuando otras tecnologías, diferentes a la Inteligencia Artificial, se asoman como posibles ‘amenazas’ para los empleos tradicionales.
De hecho, en el texto de la publicación de la prestigiosa universidad, se retoma la perspectiva del empresario Alessandro Di Fiore (fallecido en 2021), quien consideraba que “la tecnología era una forma de ayudar a las personas a aumentar su creatividad, autonomía y pensamiento crítico”.
El expresidente de Harvard Business Review Italia aseguraba que la innovación, el liderazgo y la IA iban de la mano. Además, su idea era clara: que las personas fueran el centro de todo.
Según explican, para Di Fiore el juicio va a pasar a ser tan importante como cualquier otra habilidad técnica, dado que la IA es cada vez más accesible.
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Destacando al juicio como una gran habilidad competitiva para las organizaciones, el empresario consideró tres facetas críticas cruciales para lograrlo:
Acceso: la puerta inicial a la transformación
“Garantizar que sus trabajadores tengan acceso a todas las formas en las que pueden aprovechar el valor de estas herramientas es parte de la transformación”, señalan en el artículo. Esto debería hacerse de manera segura y controlada, ya que prohibir el acceso a estas herramientas “sería inútil”.
Los líderes también deben tener en cuenta que se pueden presentar nueva formas de hacer uso de la herramienta ‘de arriba hacia abajo’ en una organización.
Ejercicio de la sentencia: una práctica perenne
Se refiere al proceso de formarse una opinión, algo que se debe hacer de manera continua y no solo de un momento. “El juicio surge a través del diálogo integrado entre humanos e IA, no de esferas separadas”, resaltan en dicho artículo. Explican que, por ejemplo, en un diálogo con ChatGPT, es necesario usar el juicio para dar las indicaciones, introducir el contexto, e interpretar con cuidado.
“Los resultados ideales se obtienen en la intersección de la inteligencia humana y la de las máquinas”, agregan.
Controlar: una suma de confianza y responsabilidad
¿Cómo supervisar o comprobar las decisiones dado que los sistemas tradicionales quedan anticuados? En el artículo proponen una solución de dos partes. Primero, generar confianza y responsabilidad en el sistema con un código ético y segundo, explicar los límites adecuados de las indicaciones y para formular consultas de manera responsable.
En palabras de Di Fiore: “Los líderes tienen en primera persona el deber de establecer el contexto y las condiciones adecuados para que los empleados puedan tomar decisiones de forma más autónoma con la ayuda de los datos y las tecnologías. Dar libertad es bueno. Pero ayudarlos a ejercer su libertad es más crucial”.
Según concluyen, las evoluciones que vemos ahora y a futuro se deben moldear teniendo en cuenta la visión y la ética. La clave, dicen, es innovar con responsabilidad.
Harvard explica qué hace a un empleado infeliz en su trabajo
El Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard determinó que la gente es más infeliz en aquellos sitios en los que no tienen interacción humana, según ha informado la La Nación.
Lo que hicieron fue recopilar registros de salud de más de 700 participantes de todo el mundo desde 1938 y les preguntaron a las personas sobre su calidad de vida y plenitud en el trabajo. Los resultados fueron contundentes: las relaciones interpersonales.
Fue así como concluyeron que el secreto para ser más feliz que es mantener lazos positivos con otras personas, algo que también queremos que aplique a nuestros trabajos, algo que va de acorde a la “naturaleza social” de los seres humanos, explicó Robert Waldinger, director del estudio y profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard.
Por tal razón, los trabajadores se sienten más infelices cuando están en espacios donde hay poca actividad social y no se fomentan las relaciones significativas ni se estrechan lazos.
“Las relaciones positivas en el trabajo conducen a niveles más bajos de estrés, trabajadores más sanos y menos días en los que volvemos a casa molestos. También, simplemente, nos hacen más felices”, concluyó el investigador en el artículo retomado por el citado medio.
GDA / El Tiempo / Elim J. Alonso / Colombia
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