Guillermo Cavallini, el recordado ¡Ay que rico!, falleció a los 80 años. (Foto: Captura de video)
Guillermo Cavallini, el recordado ¡Ay que rico!, falleció a los 80 años. (Foto: Captura de video)

Cuando vio que su “Ay, qué rico” ya no funcionaba como antes y que todo el mundo le daba la espalda, el Guillermo Cavallini que ya pintaba canas decidió ingeniárselas para sobrevivir. Esbozó varias ideas hasta que decidió escribir una novela y venderla en la calle. Así nació “El sidoso”, obra breve de herencia rousseauniana que mostraba cómo un hombre se deformaba en un ‘caficho’ y era víctima de una venganza mortal por parte de su exesposa. En el drama que costaba cinco soles, aparecía él, el mismo Cavallini, como un cantautor exitoso que viajaba por el mundo derrochando talento.

La autorreferencia en la ficción se puede explicar porque, en parte, tiene asidero en realidad. Cavallini, en efecto, fue un artista reconocido e importante. Su paso por la televisión en “Risas y Salsa” solo fue la coronación del hombre que antes ya hacía reír a los niños que asistían a la carpa del Circo Cavallini. Su fama como el querido Barrilito fue tal que hasta la Municipalidad de San Miguel, en 1984, se animó a catalogarlo como el Mejor payaso peruano.

En su barrio, Mi Perú, los vecinos siempre se le acercaban a saludarlo cuando caminaba por el parque que estaba al frente de su casa y que fue nombrado en su honor. “Rico, rico”, le decían, porque su nombre y apellido habían sido reemplazados por derivaciones de su popular frase. No es una exageración: hasta la municipalidad de Carmen de la Legua le entregó un diploma reconociendo su trayectoria a nombre de “Guillermo Cavallini ‘Ay qué rico’”.

Esa frase tan alegre y risueña escondía, sin embargo, el calvario de Cavallini. Difícil debe ser la vida de un cómico que jamás pudo hablar con normalidad (resultado de una traqueotomía practicaba cuando era muy joven), que no logró amasar fortuna y que en el ocaso de su vida no pudo caminar (víctima de la terrible gota y artrosis). Sorprendente es, por tanto, que siempre tuviera una sonrisa en el rostro y que así se lo recuerde, incluso ahora que ha partido.

¿Cómo nació la máxima que se popularizo en “Risas y salsa”? “Antes de hacer el programa, cuando estaba en el ciro, una persona importante y con mucho dinero me invitó a hacer un show para el cumpleaños de su hijita, y le gustó mucho -recordó Cavallini en una entrevista-. Ya cuando me iba, me preguntó cuánto le iba a cobrar. Abrió su billetera y me pidió que escogiera un billete. Había mucho dinero. Agarré el más grande y le dije: ‘¡ay, qué rico!’. Empecé a decir la frase en el circo y pegó”.

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