Ese primer vuelo, el 3 de octubre de 1973, se dirigió a la Ciudad Imperial del Cusco. Y luego a otras ciudades del país. La internacionalización no tardó mucho y en poco tiempo AeroPerú volaba a Chile y Argentina (1974), para luego llegar a Bolivia, Brasil (Río de Janeiro y Sao Paulo), Ecuador (Guayaquil y Quito), Colombia, Venezuela, Panamá, México y Estados Unidos (Miami y Los Ángeles).
El gobierno de Velasco Alvarado había usado el Servicio Aéreo de Transporte Comercial (SATCO) de la FAP como base para la línea de bandera. De esta forma, adoptó al inicio tres aviones Fokker F28 de la FAP en los primeros servicios. Luego, a fines de los años 70, adquiriría una nueva flota, muy moderna y con la mejor tecnología de la época.
Fue toda una proeza ver esos vuelos durante la segunda parte de la década de 1970 y toda la década de 1980; una época de oro para la empresa estatal, cuyos vuelos a Miami y Buenos Aires marcaron la pauta de la actividad aérea en el Perú. Además de los vuelos nacionales a la mayoría de ciudades del país.
Pero, a inicios de los años 90 empezó a complicarse el panorama. La crisis económica, la hiperinflación que el Perú heredó del gobierno aprista (1985-1990) la golpeó durísimo, y ya con el nuevo gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) la línea de bandera empezó a zozobrar. Sus pérdidas aumentaron y el régimen no le veía solución a corto plazo.
La medida radical se impuso y se determinó que la empresa estatal aérea desde 1971, es decir, poco más de 20 años, debía privatizarse, como lo hacían entonces otras empresas estatales (telefonía, luz, etc.). Puede decirse que AeroPerú funcionó como línea de bandera estatal hasta el 13 de diciembre de 1992. Tres días después, el 16 de diciembre, se formalizó la privatización. La compró Aeroméxico.
UNA “LÍNEA DE BANDERA” YA NO ESTATAL
La empresa tenía deudas por 174 millones de dólares y unos 1.440 trabajadores no habían recibido sus salarios del mes. Cuando AeroPerú inició su proceso de privatización, el Decreto Ley 25953 salvó a los futuros propietarios de la aerolínea de heredar obligaciones contraídas por el Estado, ya que tal disposición legal autorizó el 13 de diciembre de 1992 al MEF a asumir las obligaciones de la compañía con todas las entidades estatales.
Pero eso no fue todo. Ese mismo día se promulgó el DL 25955 que estableció un plazo de ocho años para que AeroPerú siguiera siendo una aerolínea de bandera con preferencia en la designación de nuevos derechos aerocomerciales.
Tres años luego de ese evento histórico, en 1995, el grupo Cintra, en su rol de subsidiario de Aeroméxico, tomó el control de la empresa, otrora orgullo nacional del Perú. Hubo un reflote en todos los aspectos: infraestructura, servicio técnico, renovación de flota, capacitación del personal, etc.
Los primeros años de privatización fueron óptimos, amplió sus servicios internacionales y veía el horizonte con cierta expectativa, pero el trágico accidente del 2 de octubre de 1996 fue como un infarto para la línea aérea. La remeció tanto que nunca volvió a ser la misma. Un error humano, técnico, provocó la caída del avión a minutos de haber despegado del aeropuerto Jorge Chávez. El vuelo 603 que iba de Lima a Santiago de Chile dejó a sus 70 ocupantes muertos.
El desprestigio fue total. Un error humano generó una tal desconfianza que una ola de cancelaciones fue inevitable; además del pago de una indemnización de un millón de dólares a cada familia afectada.
La pérdida de clientes, la competencia de otras aerolíneas nacionales y extranjeras que llegaban al mercado peruano, hicieron que la empresa buscara alianzas, acuerdos con otras compañías aéreas y que poco a poco los dueños fueran vendiendo sus acciones. AeroPerú tuvo un respiro con la inyección de capital cuando Cintra vendió, a comienzos de 1998, el 35% de sus acciones a Delta Airlines.
Pero ya las cosas parecían irreversibles. Para inicios de marzo de 1999, la compañía no cumplió con los estándares internacionales de los nuevos dueños y no consiguió mayor inversión de estos. Así, AeroPerú concluyó su vida aérea el 10 de marzo de 1999.
En los siguientes meses, el hecho de dejarle todo el mercado aerocomercial prácticamente a una sola empresa (AeroContinente), traería consecuencias sobre todo en el campo turístico. Así ocurrió en los primeros meses tras el cese definitivo de la antigua línea aérea de bandera nacional, AeroPerú.