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| Crónica
El 12 de enero de 1982, Jacques Yves Cousteau (1910-1997) y su equipo arribaron al aeropuerto internacional Jorge Chávez con una idea muy clara: hacer una intensa expedición en la Amazonía peruana. Eran tiempos democráticos con el presidente Fernando Belaunde Terry (1912-2002) en el poder, y lamentablemente también de terrorismo con las acciones en todo el país de Sendero Luminoso.
Para Jacques Cousteau, ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes en 1956, por la película ‘El mundo del silencio’, esta expedición sería “la más ambiciosa de sus investigaciones científicas”; así lo había anunciado días antes de llegar a Lima.
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Comandante de la Marina francesa, oceonógrafo y documentalista para el cine y la televisión, Cousteau era un profundo conocedor de la flora y fauna del planeta, pero sentía una irresistible atracción por conocer los lugares más recónditos como los mundos submarinos de todo el orbe.
El viajero galo no solo buscaba conocer y explorar la Amazonia peruana; Cousteau venía coordinando con las autoridades de Venezuela, Colombia, Ecuador y Brasil en el mismo sentido, para así lograr los accesos a la cuenca completa del Amazonas.
Ese gran plan tenía un aliado clave: su famoso submarino oceonógrafo “Calypso”, una nave de 360 toneladas de peso, 43 metros de eslora y 3 metros de calado. Pero también sumaba a sus recursos de transporte una lancha especial, un helicóptero y una tecnología de filmación de punta para esos años.
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El equipo total que trabajaría en el Perú, como en las zonas amazónicas de los demás países, lo conformaba unas 40 personas como máximo. Pero, casi siempre, solicitaba el apoyo de los científicos e investigadores locales. En Lima repitió lo que venía afirmando en los otros países: que, pese a haber explorado en zonas difíciles como la Antártida, era la Amazonía su mayor reto exploratorio y científico. “Será la más larga, la más difícil y la más fascinante de todas las exploraciones”, confesó Cousteau.
A las 9 de la noche, de aquel martes 12 de enero de 1982, el explorador francés inició su plan para llegar a los fondos marinos de la cuenca amazónica. Cuando aterrizó, se pudo confirmar que Cousteau venía acompañado de su equipo de asesores más cercanos, y que tenía planeado reunirse con las autoridades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concytec) en sus oficinas de entonces, en el distrito de Santiago de Surco (hoy está en San Isidro).
Su primera conferencia de prensa la dio justamente en las instalaciones del Concytec, al día siguiente de su arribo al país. En esa charla con la prensa local, el hombre de ciencias indicó que sus metas eran estrictamente científicas y solo debían durar un año, aproximadamente.
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Jacques Cousteau señaló que la misión atravesaría finalmente el territorio fluvial de cinco países latinoamericanos: Perú, Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela. El esquema de la investigación sería elaborado por su propio equipo. Cousteau no perdió la oportunidad esa vez de asegurar que el estudio traería beneficios y aportes de conocimiento en bien de los países involucrados.
“La expedición es totalmente independiente, pero requiere del apoyo de los gobiernos mencionados. Solo haremos lo que esos países quieran que hagamos”, aclaró el expedicionario francés. Reiteró que su objetivo general es estudiar la flora y la fauna acuáticas de la cuenca del Amazonas, e investigar su influencia sobre los hombres que viven en ese contexto. Asimismo, buscaba conocer la naturaleza de los ríos y descubrir alguna novedad y misterio. Este último punto era una de las características de los proyectos de Cousteau. Por eso sus documentales eran tan impactantes y novedosos.
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El explorador precisó que le interesaba especialmente el tema de los peces amazónicos. No se sabía mucho de ellos, y algunos han desaparecido de la cuenca, mientras otros “están en peligro de extinción”, dijo, a la vez que añadía que se partía de una orientación científica en la investigación, pero esta podrá ser empleada luego con fines ecológicos.
Cousteau dijo que se debería buscar el equilibrio ecológico: “No se debe sacrificar el desarrollo por una conservación del medio ambiente mal concebida, y es por ello que deben hacerse los estudios para saber hasta qué punto pueden utilizarse los recursos del medio ambiente sin dañar el equilibrio”.
El equipo exploratorio llevaba dos años con estos estudios, por ello tenía una idea clara de lo que quería, pero en el Amazonas daban espacio a lo eventual. Con cinco rutas que dependían del apoyo gubernamental, el ‘Calypso’ tenía un camino central definido: aquel que iba desde Belén, en Brasil, hasta Iquitos, en el Perú.
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Las otras cuatro propuestas eran: del lago Titicaca, remontando los ríos Apurímac y Huallaga, hasta Iquitos, en el Perú; otra desde Cartagena a Leticia, en Colombia; de Matto Grosso hasta Manaos, en Brasil; y la última una ruta que remontaría el río Orinoco hasta el Amazonas. Cousteau esperaba filmar dos películas de dos horas de duración, especialmente para televisión, y proyectaba que esto estaría listo para fines de 1983.
El 15 de enero de 1982, el gobierno de Fernando Belaunde oficializó su apoyo a la expedición de Cousteau, mediante un decreto supremo, donde se anotaba que la misión científica “haría un aporte importante de investigación que contribuirá al mejor conocimiento de nuestros recursos naturales”.
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Allí se indicaba que la expedición trabajaría en el territorio nacional entre marzo y agosto de 1982 (aunque todo empezaría recién el 10 de abril). Además, se pedía el apoyo del personal policial y militar. Se dispusieron facilidades para el ingreso de los equipos de filmación y fotografía a los puertos del Callao e Iquitos. Finalmente, se asignó a un oficial de la Marina de Guerra del Perú para integrarse al equipo. Cousteau tuvo como manos derechas a Jean Michel Cousteau (hijo de Jacques) y a Jacques Constans.
Por esos días, el ilustre francés no solo fue invitado a almorzar por el presidente Belaunde en Palacio de Gobierno, sino que Belaunde, junto a una comitiva de ministros, abordó la embarcación Neptuno, en el muelle de la Escuela Naval, y se enrumbó a la isla San Lorenzo, donde lo esperaba el explorador francés. Belaunde y Cousteau, hombres de la misma generación al fin y al cabo, supieron congeniar bien.
Asimismo, el explorador francés, Jacques Cousteau se reunió en su visita con algunas personalidades peruanas, entre ellas el doctor Francisco Miró Quesada Cantuarias, director del diario decano, en cuya edición siempre han dado cabida a espacios sobre medioambiente, como la página ecológica que dirigió por años la recordada periodista Bárbara D’ Achille.
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Jacques Yves Cousteau dejó de existir 15 años después de ese evento, el 25 de junio de 1997, a los 87 años, y dejando numerosos libros y un centenar de documentales sobre un mundo submarino. Un mundo que de estar vivo hoy lo hubiera preocupado enormemente, aún más que cuando lideraba estas expediciones por todo el globo terráqueo.
“Vi cómo mueren los peces que yo amo. Busqué las causas. El hombre es culpable”, afirmó alguna vez Cousteau. Para él la tecnología no era la desgracia de la humanidad, lo eran las personas que usaban esa tecnología para dañar o hacer el mal a la naturaleza.
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