Eres tú, y también soy yo
Las mujeres, siempre contradictorias, somos especialistas en rajar y/o idealizar a los hombres cuando ya no estamos con ellos. Nos quejamos, lloramos y repetimos la historia mil veces ante los oídos atormentados de nuestros amigos. Tratamos de mudarnos a un mundo con máquinas de tiempo para retroceder la cinta, y poder volver a los días o momentos en los que todo estaba bien. Es un hecho comprobado por los kilómetros de papel higiénico utilizado para sonarnos la nariz, que mientras nuestro mini holocausto personal transcurre, él está concentrado y feliz en su doceavo round de PlayStation. Así haya sido una relación larga o un chape de fin de semana, la verdad es obvia. Muy en el fondo la persona de la que rajamos somos nosotras mismas, y nos culpamos por una simple razón: elegimos hombres que no son para nosotras.
Antes de seguir con mi renovada lista -porque los tiempos cambian y me he dado cuenta que al lado de los clásicos estúpidos- conviven nuevos patanes en el horizonte de las mujeres con o sin compromiso (sí, están por todos lados así que: cuidado), les pido una disculpa y les cuento algo.
Esta es la disculpa es por mi ausencia. Pensé que después del aluvión de chamba del Festival de Cine, mi vida regresaría a su normalidad, pero pasaron tantas cosas que no me esperaba para nada, incluidas una decepción personal muy grande (no en el ámbito romántico) y un accidente de tráfico, que anduve primero en estado de shock y luego con las emociones en off. Tanto así que decidí dejar todo para después. Sé que me excedí un poco con el “después”, pero bueno, ya estoy aquí de vuelta y prometo no volver a desaparecer. Así que ando tranquila y dispuesta a salir de mi estado de offline y volver a lo mío. De hecho, ya comencé a correr otra vez. Ese sea quizás el mejor indicador de mi estado emocional. Algún día escribiré sobre cómo correr me sanó un verano y ahora es parte de mi vida. Voy recuperando el training, y aunque estoy aún en 3.6 kilómetros tres veces por semana, ya regresaré a mis habituales 5.5 kilómetros al día. Discúlpenme por irme sin avisar, en especial a los que lo han reclamado, pero el silencio y la distancia eran necesarios. Ya me di cuenta y lo digo sin vergüenza, mi piel aún no ha vuelto a ser a prueba de balas. Sin embargo, trabajo en ello todos los días.
Segundo, el tema de este post se me ocurrió al ponerme a pensar en todas las preguntas que ustedes, tan amables, me hicieron en el post anterior. Les agradezco también por la confianza de compartir sus experiencias personales. Al responder no he podido evitar notar que muchos hemos estado o seguimos en plena braceada tratando de no hundirnos en un vaso de agua, y morir ahogados.
Debo decir dos cosas que me llamaron la atención al respecto. Uno, que a veces debemos mirar desde fuera una situación para poder entenderla y poder actuar. Dos, uno de los comunes denominadores de muchas historias, son las características similares de los hombres con los que muchas se encuentran luchando por mantener una relación, atraer a su lado y no dejar ir.
Ya de por si la lucha por una persona trae consigo stress, sufrimiento, una inversión gigante de tiempo, agotamiento mental y una montaña de frustración; y no porque se estén perdiendo del príncipe encantado, sino porque es un esfuerzo unilateral; si la energía invertida no es mutua, no podemos hablar de un amor correspondido. Sin esta correspondencia no puede existir una relación. Por más que uno cree que ama, por más que a uno le hagan creer que su amor es, digamos, “compensado” de cierta tóxica y extraña manera.
Eso se llama recibir migajas a cambio de amor terco. Ya no digo ciego porque estoy segura que más de una sabe que un presente o futuro con Fulano es imposible, y que si se hace realidad por obra y gracia de la manipulación o la obstinación, no sería más que un infierno del que en algún momento saldríamos peor parados que de la batalla que libramos ahora.
Sin embargo, aunque creo en total unanimidad conmigo misma que tenemos que hacernos cargo de nuestros errores y no pasarnos más del periodo estipulado en “El medidor del tiempo que se merece un patán o un simple pata para ser olvidado”, hay chicos expertos en ponerte cabe y hacerte caer, además de toda una gama de pendejos, que juegan con la mayor conchudez con una o con otra y, ¿por qué negarlo?, también hay hombres malos (yo he tenido la mala suerte de conocer a uno y les aseguro que es suficiente para el resto de la vida).
Por eso que pensé hacer una recopilación de los tipos de toxi-hombres con los he leído que más de una se envuelve, los que yo misma he tenido la mala suerte de elegir alguna vez, y hacer una compilación para que antes –o después- de que esa relación/no-relación termine, de que se empiece a ir derechito hacia el mar del amor muerto o al mismísimo basural de las ilusiones destrozadas, seamos responsables de nuestros propios errores.
Así al mirarnos a un espejo podríamos pensar: no me siento como un pedazo de basura SOLO porque fulano es un “reverendo inmaduro-egoísta, el tipo más idiota, cretino y pendejo con el que me crucé en la vida”, sino porque fui yo la que fui de la manito con fulano por el camino equivocado. ¿Cuál esta carretera hacia la infelicidad? Es pues, la que nos lleva directo meternos en una relación con cualquier “reverendo inmaduro-egoísta y el tipo más idiota, cretino y pendejo con los que nos solemos cruzar en la vida”.
Es una buena idea convertirnos en maestras del arte de la detección de minas de destrucción personal, así como saber cuándo apretar alt-control-delete, decir “next” y salir disparadas hacia otros rumbos.
Esa carta de “menor mal acompañada que sola”, detrás de las que muchas se esconden, solo sirve para las mujeres que no pueden, o no saben, estar solas o para los que sadomasoquistas. Punto. El resto son excusas.
Así que estaba pensando en el que “no –y- nunca será un novio para mí”, a todos estos les diría; pasa de largo. A ver si coincidimos en alguna.
1. El hombre casado. Su floro: “ya no la quiero”, “no me separo para no destruir a mi familia”, “no quiero que mis hijos sufran”, etc. La realidad: ¿quién en su sano juicio busca una relación con alguien que ya tiene otra? Next.
2. El hombre casado-separado. Su floro: no estoy casado, estoy separado. Ja, ya (en muchos de estos casos, el pata sigue viviendo con la esposa). La realidad: es aseguro que es pata está más casado que antes de “separarse”. Algunas mujeres que están con hombres casado-separados sabrán de qué les hablo, en especial las que ya van esperando esa separación un buen tiempo.
3. El hombre que tiene novia, enamorada o como quieran llamarle. Su floro: quiere terminar pero “ella le da pena”, no quiere verla sufrir porque ella lo acompañó cuando se murió su perrito Bizcochito, fu familia la quiere mucho (¿qué demonios tendrá ver su familia?). La realidad: ¿Cómo puede querer algo contigo si él lo quiere todo con otra? No la va a dejar por ti y punto. Y si la dejase, prepárate para un trío emocional que trae más tragedias que beneficios o para un buen tiempo en el limbo, ese lugar atroz en el que no sabes si eres la firme o la otra.
4. El hombre que tiene sentimientos cuando le conviene. Su floro: No entiende porque “terminar, alejarse, quitarse, desaparecer, etc.” es triste. La realidad: Acá van todos aquellos que carecen de la más mínima consideración. Así es, estamos hablando de los insensibles, seres tan pero tan egoístas que solo actúan en su propio beneficio. Si hay muertos o heridos, si la sangre no les salpica, a ellos no les importa. Acá no importas tú para él; sino él para él. ¿Evidencia? Ahí estás tú en pleno lagrimón: míralo a los ojos. Si no ves tristeza alguna, es que no la siente en verdad y su “sufrimiento” es lo mismo que nada. Se recomienda huir. Bien lejos a la tierra de contigo nunca jamás.
5. El agarrador en serie. Su floro: es totalmente random, desde “eres la mujer de mi vida” hasta “vamos a vivir juntos”, todo vale con tal de tener lo que llos quieran tener contigo. La realidad: No conoces a éste archi-híper-popular-patético- pata. Y digo popular por ser un modelo trillado. Es la clase de baboso que va buscando siempre un juguete nuevo. Su entusiasmo dura lo que una pila barata y usada. Así que no vale sorprenderse si una es choteada de la noche a la mañana sin previo aviso. Si, es muy probable que la mayoría de esta insoportable especie tenga un máximo de 13 o 14 años de edad emocional. Recontra next.
6. El eterno “amigo”. Su floro: eres la mejor amiga del mundo, la mejor chica que existió sobre la tierra, ¿por qué tu amiga Fulana no me da bola? La realidad: en plena era del Friendzone, hay que tener cuidado. Este pata se aprovecha de la baba que se te cae por él cuando tiene más claro que el agua que jamás serás ni un agarre para él. Sin embargo, te busca, te manda mensajes, sale contigo cuando le conviene tener a alguien que le suba el ego, que le pase una franeleada a su autoestima, cuando no tiene a nadie más con quien salir o a ninguna chica en la mira. Estar enamorada de alguien que te friendzonea no es la voz y ya sabemos que muy contrariamente a ellos, los amigos no producen ninguna clase de angustia. No sigamos haciendo papel de idiotas. Next.
7. El hombre que se escondía detrás de su teclado. Su floro: letras y emoticones que no tienen otra finalidad que crear un personaje que no son y que claro, se muere por ti pero SOLO para ver si les liga, sino tienen más ventanitas abiertas en su pantalla. La realidad: gilea con cuanta mujer le de bola y a través de toda forma de tecnología a su alcance. No, pues. No es admisible. Una cosa es tener amigas, otra andar detrás de todo lo que se mueva pero a través del chat, Facebook o Twitter. Esto lo he visto hasta en la publicidad de una marca de computadoras. Uno de los beneficios que te venden claramente es: “coquetea” y aparecen unas teclas moviéndose. Si pues, hace años que ya estamos en la era en la que los pobres perdedores que antes no se comían una rosca ahora tienen el poder del coqueteo cibernético. Qué fácil es hablar detrás de una pantalla, igual que coquetear por mensajes de texto. Ahora que lo pienso se necesitan pelotas para buscar a una mujer en versión carne y hueso, no en versión 2.0.
8. El hombre-juerga. Su floro: ni ellos mismos lo recuerdan porque ya se metieron tres chelas de litro antes. La realidad: Ay, los midnight talkers. ¿Quién les cree? Esta expresión que una vez escuché en una canción que me hace gracia porque en dos palabras te describe al típico “hablador” de juerga. Estos tipejos son tan tóxicos como una desatorador de baño o un baño en una tina de lejía. Son tan acomplejados e inseguros que hacen listas de las mujeres que atacan acostarse con ellas, la mayoría incautas que caen una noche de borrachera. Encuéntrelos en el bar más cercano. O sea, después de un tiempo ¿alguien les cree? Chicas sin experiencia o sin autoestima. Porque la verdad, conoces a uno y los conoces a todos. Son idénticos. Son tan osados, porque las palabras son gratis claro, que te dicen “me gustas, te quiero, te amo, quiero ser tu chico, quiero que seas mi enamorada” en cuestión de días. Yo le creo más a los grafitis de las calles que a las palabras vacías de manipuladores parlantes que creen que eso basta para conseguirse una chica. Así hayamos caído una o más veces, cuando logramos reconocerlos, no les creemos ni el “hola” y nos burlamos de ellos. La vez que metí la pata con uno de estos, las pocas personas que teníamos en común me dijeron ¿qué haces con ese tipo? Tomó poco darme cuenta. Ahora yo pienso exactamente lo mismo de ese sujeto que mis amigos.
Creo que ustedes mismas pueden alargar la lista.
Hace unos días, hablaba con mi amiga Nancy Drew que, al parecer, vio la luz hace poco. Ella, como muchas de nosotras, había estado enamorada del hombre equivocado hasta que como Ave Fénix tardía. Le costó un tiempo, pero al fin decidió olvidarlo.
Para las que no lo saben, llega un momento en el que sí, uno es el que decide poner el freno de mano, decir: “ya basta” y empezar a olvidar. Es muy fácil quedarse en un punto muerto y amargarse la vida, pero si lo piensan bien ¿quién quiere convertirse en un muerto viviente por el hombre equivocado?
Nadie. Anótenlo en un post-it en su billetera o en los recordatorios diarios de su celular. Nadie. Yo no. Paso.
Nancy y yo estábamos en pleno diagnóstico de qué rayo cayó sobre su cabeza para poder al fin mandar al infierno al fantasma del hombre de equivocado, cuando me soltó una frase llena de sabiduría, de esas que aplicamos más en la teoría que en la práctica: “es que esos hombres no son nuestros hombres”.
Nancy Drew tiene razón. Algunas veces muchas, sino todas, escogemos a diario “hombres que no son nuestros para nosotras” para establecer relaciones. Lo repito para las que se hacen las sordas: no niego que las estrategias manipuladoras del sexo opuesto sirvan para alentar la ilusión, y quizás el amor, nos calienten la cabeza, el corazón y las sábanas este invierno que ha demorado en llegar, sin embargo, lo que es cierto, es que nadie ni nada, nos fuerza a elegir. Somos responsables de nuestras elecciones y punto. Y a atenerse a las consecuencias.
Existe como en los tribunales, al menos los que veo en las películas, la duda razonable. Es decir, que no todos los hombres son así, claro que no. No todo es blanco y negro. Pero digamos que el gris no es un terreno muy agradable. Hay muchos casos de hombres que están en realidad separados de sus esposas y finalmente se separan, está el chico que cambia de enamorada por una a la que sí quiere, hay hombres que maduran, hay gente que usa la ciber comunicación para mantener su relación mientras están lejos, hay muchísima gente que ahora se conoce a través de páginas webs y viven felices para siempre. Si, lo creo, conozco casos.
Son los otros, los que “no son para nosotras” los que te hacen desconfiada, los que escarban tu autoestima, los que rompen ilusiones, y crean temibles monstruos de la desesperación por encontrar pareja, que no es otra cosa que la inseguridad que nos generan. A lo Bon Jovi: “They give love a bad name”.
Por si acaso no vale tirarse por un barranco. Siempre hay buenas noticias. Aquí van.
A la primera señal, sensación de vacío, retortijón de estomago, piensen algo:
El que tú le gustes no lo hace bueno. No lo hace bueno para ti, ni lo transforma en un ser ideal para tener una relación.
No, señor.
Cómo cuesta darle la real dimensión a una persona o situación cuando estamos enganchadas. Ese cretino, por más “peros” que le pongamos para no ver la realidad o no vivir en ella, seguirá siendo un cretino. Pero ojo, no es un cretino cualquiera. Es un cretino con poder. El poder que nosotras les damos. Quítenselo y verán que queda. Probablemente nada o quizás una persona con la que en nuestro sano juicio nunca estaríamos. Y llegado ese punto, ¿quién quiere quedarse a su lado?
N-a-d-i-e.
Por eso y en coincidencia con Nancy Drew creo que existen dos tipos de hombres: “los que no son para nosotras” y el resto.
Y acá viene la pregunta del millón: ¿Dónde está el resto?
Bueno, simple, si nos quitamos de encima a chico que no es para ti, habrá mucho más espacio en nuestras cabezas, corazones y vidas para “el resto”.
Como ven, hay terreno nuevo que explorar. Chau, pasado. Una vez más y todas las veces que sean necesarias. Yo quiero un novio, uno de verdad.
Acá mi renovado amor por The Velvet Underground.
Dicen que son las sucesoras del cuarteto de Sex & the city. No creo. A mi me parece una serie intigente y graciosa a la que me he enganchado. La recomiendo para nosotras que más de una vez hemos hecho el ridículo cuando de amor se trata.