Los cabellos del presidente Chávez
El presidente de Venezuela apareció recientemente en la televisión de su país con lo que el mismo llamó un “look” diferente. Según contó, al peinarse en la mañana “se le cayó un pedazo del pelo” por lo que tuvo que llamar al barbero para que le corte el cabello. Ese relato lo he escuchado infinidad de veces en mi vida profesional: es uno de los efectos de la quimioterapia, un tratamiento muy fuerte, pero que muchas veces es salvavidas…
La historia de la quimioterapia es muy interesante, se originó en la primera guerra mundial cuando los ejércitos usaban un gas venenoso llamado “gas mostaza”. La manera en la que este gas ejercía sus mortales efectos era destruyendo el tuétano de los huesos o médula ósea, órgano que forma los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas (que ayudan a la coagulación de la sangre). Es por eso que los soldados afectados morían desangrados (por la falta de plaquetas) y con graves infecciones (falta de glóbulos blancos).
El primer artículo científico que demostró que ese venenoso gas (que en los experimentos fue administrado por la vena) podía controlar algunos tipos de cáncer de la sangre apareció en 1946. Posteriormente, durante los cincuenta aparecieron otras investigaciones que demostraron que cierto grupo de medicamentos podían detener el crecimiento desordenado de las células cancerosas y se acuñó el término quimioterapia (tratamiento con químicos), término que ya había sido usado antes para referirse a las primeras sulfas descubiertas en 1909.
La explosión de descubrimientos relacionados a la quimioterapia ocurrió en la década de los sesenta y setenta, época también en la que se reconoció a la quimioterapia como el tercer método del tratamiento del cáncer. La cirugía y la radioterapia fueron las dos primeras.
Y aquí permítanme compartir una experiencia personal…
Después de terminar mi carrera de medicina, ingresé a hacer mi especialidad de Oncología Médica al Instituto de Enfermedades Neoplásicas (INEN) de Lima el 1 de julio de 1980. La oncología médica es la especialidad de la cancerología que usa la quimioterapia para tratar el cáncer. Existían ya muchos medicamentos de quimioterapia y mi trabajo era aprender a usarlos para poder administrarlos a los pacientes con cáncer.
Un hecho se me ha quedado grabado para siempre en la memoria.
Apenas ingresado, me enteré que el año anterior se había anunciado con bombos y platillos en los Estados Unidos que una cierta combinación de medicamentos de quimioterapia era capaz de curar el cáncer de testículo, enfermedad de necesidad mortal hasta ese momento.
Recuerdo mis noches de guardia en la que debíamos supervisar la administración del cisplatino, un agente de quimioterapia tan tóxico que debía darse con litros y litros de suero endovenoso y diuréticos para que no destruya los riñones de los pacientes.
Pero el resultado del cisplatino era maravilloso: muchos jovencitos (el cáncer de testículo ataca entre los 20 y los 35 años) que llegaban moribundos por la enfermedad quedaban completamente curados después de 6 meses de tratamiento con esas tóxicas sustancias. Como joven aprendiz quedé maravillado de que una sustancia tan tóxica pueda ser tan beneficiosa.
Del mismo modo decenas y decenas de niños y adultos con leucemias y linfomas quedaban curados con los tratamientos de quimioterapia que les administraban en el INEN.
Allí vi a los primeros pacientes que perdían el cabello, como le está sucediendo al presidente Chávez. Allí vi cómo los pacientes vomitaban incontrolablemente y sufrían de molestosas diarreas. Allí vi los efectos de la quimioterapia sobre la piel, las uñas y las mucosas de la boca.
Pero allí vi también el maravilloso efecto que estas tóxicas medicinas pueden tener en la curación del cáncer. Mis pacientes solían decirme años después del tratamiento: “Ay doctor Huerta, esas medicinas que me dieron en el INEN sí que me golpearon fuerte, pero tengo mi premio, ya no tengo el cáncer”.
En la actualidad, la quimioterapia se sigue usando con los mismos principios de beneficios y toxicidad, pero felizmente en los últimos años se han desarrollado muchos y excelentes medicamentos para contrarrestar sus efectos tóxicos.
El manejo moderno del cáncer hace que el tratamiento se planee desde el comienzo y contempla el uso de una o más de las tres armas con las que cuenta la ciencia para combatirlo: la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. A eso se le llama tratamiento multidisciplinario. En los últimos años se han agregado dos disciplinas más: la hormonoterapia, la cual usa diversos tipos de hormonas, y la inmunoterapia, que trata de estimular el propio sistema de defensa con vacunas.
El uso de la quimioterapia se hace de cuatro maneras:
1. Como tratamiento principal del cáncer. Puede ser seguido de otro tipo de tratamiento.
2. Como tratamiento antes de una cirugía. En este caso se busca que la quimioterapia reduzca el tamaño del tumor al máximo, de tal modo que la operación sea más fácil y menos riesgosa. A esta forma de tratamiento se le llama quimioterapia neoadyuvante. Por ejmplo se utiliza en el cáncer de ovario y mamas.
3. Como tratamiento después de una cirugía. Aquí, la idea es destruir el cáncer “residual” que haya quedado después de haber extirpado el tumor inicial o primario. A esta forma de tratamiento se le llama quimioterapia adyuvante. Ejemplos son el cáncer del colon y de las mamas. Esta es probablemente la que el presidente Chávez está recibiendo.
4. Como tratamiento paliativo o de alivio de síntomas. Aquí, el tratamiento no es curativo y solo se da con la idea de dar un alivio físico o emocional al paciente.
La quimioterapia actúa destruyendo las células que tienen una mayor velocidad de división (las células cancerosas tienen esa característica). Pero debido a que en el cuerpo existen normalmente muchas células que se están dividiendo muy rápidamente, tales como las células de la sangre y del aparato digestivo, la quimioterapia las destruye también. Eso explica la toxicidad de las medicinas de quimioterapia.
En los últimos años se han venido descubriendo medicamentos más específicos que solo destruyan las células cancerosas y que respeten las células sanas del cuerpo. Un ejemplo de esta nueva clase de medicina es el Imitanib que se usa contra un raro tipo de leucemia y un poco común tipo de cáncer del aparato digestivo.
Hasta que el sueño de los oncólogos de contar con medicamentos que solo destruyan las células cancerosas se haga realidad, tendremos que seguir usando fármacos que a pesar de ser tan útiles, hagan que un poderoso presidente como el Sr. Chávez salga en la televisión diciendo que se ha tenido que rapar la cabeza por que “se le ha caído un pedazo de pelo”…