Un rosé para ellas
Conocidos como vinos rosados o blush, su versatilidad es su principal característica. Sus virtudes son varias: frescura, frutas rojas frescas, acidez suave y taninos ligeros. Por ello son los preferidos del verano, los días playeros, las fechas románticas, navidades, aunque sus fanáticos (como yo) los beben en cualquier momento del año. Otro plus es que resultan un “best buy” por los precios siempre accesibles en cuanto a la calidad que ofrecen.
Se elaboran con uvas tintas y llevan en su personalidad las características de la cepa con las que están hechos. Las cepas más utilizadas son garnacha, syrah, malbec, cabernet sauvignon, tempranillo, pinot noir, merlot, cinsault, zinfandel entre otras. Hace unos años, se impuso la moda de los espumosos rosados y quedaron, espero, para siempre. Las bodegas más famosas e importantes de champagne en Francia tienen por lo menos un champagne rosado en su cartera de productos.
Los vinos rosé son muy buenos compañeros para la comida china, japonesa, thai, india y por supuesto con varios platos de nuestra gastronomía. En ese matrimonio cumplen un papel refrescante, suelen tener más cuerpo que los vinos blancos y son menos excesivos que los tintos.
Sus detractores los llaman “vinos inconclusos” o “vinos indefinidos”, debido a que no están en la categoría de tinto o blanco. Lo cierto es que los vinos rosados se elaboran de la misma manera que los vinos tintos. Luego de cosechar las uvas y obtener los jugos, éstos se dejan junto con las pieles para que se obtenga el color y los taninos. El tiempo de maceración es corto, entre 4 a 12 horas, o el tiempo que defina el enólogo. Esto quiere decir que las pieles de las uvas son retiradas del mosto (jugo) antes que lo tiña totalmente.
Por eso la variedad de los tonos rosa de estos vinos es amplia y diversa. Sus colores pueden ir desde el más claro y pálido salmón o melocotón, pasando por naranjas y tonos que parecen los últimos rayos del sol en pleno ocaso. El color dependerá principalmente del tipo de cepa y la cantidad de horas que las pieles duerman con los jugos. A mayor cantidad de horas, más intensidad de color. Otra forma de elaborar vinos rosados es mezclando o “blendeando” pequeñas cantidades de vino tinto con vino blanco, aunque no tendrán tanto sabor o complejidad como la elaboración mencionada anteriormente. Todo dependerá del estilo de cada bodega, del enólogo y por supuesto de los gustos que exijan los paladares y las tendencias.
Salud!