Es cuestión de carácter
Publicado en El Comercio el 19/10/2025
“Al final, lo que realmente nos define no es el éxito que alcanzamos, sino el carácter con el que lo logramos. Y eso es esencial para escoger líderes sólidos y profesionales de primera cuando más los necesitamos, como ahora”
Me impacta la gente con carácter, más aún cuando están en posiciones de liderazgo. Me inspiran, me motivan, las tengo de modelo, me generan franca admiración. Pero cuando hablo de carácter muchos no me entienden. Y es que en el Perú (y en general en Latinoamérica) el término “tener carácter” se suele asociar a tener mal genio, ser autoritario o de temperamento fuerte.
Pero el carácter en su definición real – y como yo lo entiendo quizá inspirada en otras culturas – es el reflejo de nuestros valores puestos en práctica, de las decisiones éticas y los hábitos consistentes que han moldeado nuestra conducta. Carácter es la evidencia silenciosa de quiénes somos en verdad, de la coherencia real y sostenida en el tiempo entre lo que pensamos, decimos y hacemos, siempre y sin excepciones cómodas.
En las culturas organizacionales maduras que conozco en el Perú, el carácter es el principal criterio para elegir líderes ya que reflejan una trayectoria de vida hecha de decisiones coherentes y firmes. Es el cimiento de la confianza en el liderazgo, ya que un líder con carácter inspira confianza, cumple su palabra y mantiene sus valores incluso bajo presión. Y es que es en momentos de crisis cuando el carácter de un líder se revela: actúa con integridad, resiste la tentación del atajo fácil y hace lo correcto, aunque le cueste. No olvidemos que un líder sin carácter puede ser brillante y generar resultados, pero nunca será confiable.
En el ámbito profesional, el carácter es un activo tan valioso como el talento, aunque no muchos usen o definan el concepto como tal. Las personas con carácter generan entornos sanos y son predecibles éticamente. El carácter se ve y se siente incluso en los pequeños actos cotidianos: decir la verdad, cumplir una promesa, asumir responsabilidades, aprender de los errores sin justificarlos, dar la cara y tratar a los demás con respeto, aunque nadie lo premie por hacerlo. La confianza en los profesionales no nace solo del talento, sino también claramente del carácter.
¿Por qué creo que es vital recuperar el valor del carácter como definición para evaluar, juzgar o escoger personas? En entornos tan delicados como el que vivimos hoy en el país, donde nuestras decisiones de estos meses impactarán y mucho nuestro futuro, el mirar, evaluar y juzgar a las personas en función de su carácter y su trayectoria nos revelará mejor quienes realmente son.
Busquemos y miremos el carácter, más aún cuando las apariencias y las redes sociales permiten a muchos construir apariencias sin sustancia que son pura fachada. Como sociedad, necesitamos con urgencia volver a admirar el carácter. Hemos celebrado demasiado al éxito rápido, al “vivo”, al que triunfa sin importar el cómo, y hemos olvidado que el carácter es la verdadera medida de la calidad humana y profesional. Porque al final, lo que realmente nos define no es el éxito que alcanzamos, sino el carácter con el que lo logramos. Y eso es esencial para escoger líderes sólidos y profesionales de primera cuando más los necesitamos, como ahora.

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