Si me pierdo, que me busquen en Lima (José María Manzanares)
José Mari Manzanares ha fallecido hoy, 28 de octubre, de causas naturales. Su cuerpo fue encontrado en su finca, en Cáceres, España.
28 de octubre de 2014
Hoy, que el cuerpo de José María Manzanares –pero no su arte eterno− se ha extraviado, habrá que buscarlo en Lima.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Torero de Lima, le decían. Ganador de cuatro Escapularios del Señor de los Milagros (1977, 1979, 1985 y 1988). Disfrutaba en Lima –toreando y con sus muchos amigos aquí− y por eso, la frase aquella que insinuaba adónde buscarlo.
José María Manzanares fue el puente entre el toreo de mediados del siglo XX y el de este siglo. Recibió la alternativa en 1971, de manos del mítico Luis Miguel Dominguín, que a su vez la había tomado en 1944, del poderoso Domingo Ortega. Se vistió de luces por última vez, el 1 de mayo de 2006. Ese eslabonamiento entre el toreo de antaño y el de hoy, no fue solo fruto de la cronología. Su relevancia como torero de época –técnica depurada, arte excelso y genial irregularidad− y su influencia sobre Enrique Ponce, la gran figura desde mediados de la década de 1990 hasta la actualidad, le otorga un papel decisivo en el devenir de la tauromaquia que hoy conocemos. Pudo ser el gran torero del siglo XX, pero aquella irregularidad −tardes sublimes junto a otras sin pena ni gloria−, fruto de su genio libérrimo, no lo permitió. “Torear no es un trabajo, es arte”, decía.
Busquémoslo en Lima
Para buscarlo en Lima, recordemos una tarde memorable, de las muchas que protagonizó aquí.
Plaza de Acho. Lunes 8 de diciembre de 1975. Corrida de ocho toros, con igual número de matadores, que congestionan el callejón y los burladeros.
‘Fortuno’, de Yéncala es el toro de Manzanares. Terciado, pero bravo y bien armado.
José Scotto ‘Cucaracha’ lo banderillea. A la salida del par, ‘Fortuno’ lo persigue, rumbo a tablas. El burladero al que se dirige el banderillero, está repleto; muchos de los ocho matadores de aquella tarde están allí. En la boca del burladero está el propio Manzanares.
‘Cucaracha’ no encuentra por dónde entrar al callejón. No atina a saltar la valla, al ver congestionado el ingreso a ese burladero. En vez de aprovechar la carrera que trae y pasar por encima de las tablas, apoyándose en el estribo, se detiene en seco y trata de meterse a la fuerza, empujando a Manzanares, que a su vez, en esos breves segundos cruciales, intenta empujar a los otros diestros, pero no tiene adónde meterse.
Finalmente, ‘Cucaracha’ sigue sin atinar a saltar; siente al toro que llega; se da la vuelta y mira –cara a cara− a ‘Fortuno’, que se le acerca velozmente. En un par de segundos, el toro lo empitona por el vientre y le introduce todo el pitón, empujándolo contra las tablas; el cuerpo de ‘Cucaracha’ queda entre el pitón y la valla. La plaza, aterrorizada y asustada, guarda silencio. “Lo mata, lo mata”, musitan algunos. El grito del torero, mientras es empitonado, desgarra el aire de Acho y escarapela a los espectadores que llenan los tendidos, en aquella última corrida de feria. Manzanares, mira atónito a ‘Cucaracha’ –junto a él−, mientras el toro le mete a este el cuerno dentro del cuerpo.
Inmediatamente, mientras recogen el cuerpo exánime de ‘Cucaracha’, la gente que ocupa las primeras filas de los tendidos sobre aquel burladero, increpa a Manzanares, por su inacción. Pronto, son decenas –y siguen aumentando los vociferantes– los que le gritan “¡asesino, asesino, asesino!”.
Pide muleta y estoque Manzanares –vestido de tabaco y oro− y allí, casi encima de dónde ha sido el cornadón del banderillero, se pone de rodillas y cita a ‘Fortuno’. La gente –impresionada– no puede creerlo. Ni la cornada que acaba de ver, ni tampoco recuerda haber visto antes al fino torero que es Jose Mari comenzar una faena de rodillas. El trasteo, iniciado de esa forma, va aumentando en intensidad, rumbo al clímax artístico. Pronto los que le gritaban “¡asesino, asesino, asesino!”, lo empiezan a aplaudir y enronquecen con los olés. A los pocos minutos, la plaza ruge ovacionándolo. La faena es sublime. Manzanares torea erguido, relajado, destilando arte y con su exquisito temple. Mata a ‘Fortuno’ con una gran estocada y corta las dos orejas y el rabo. De la tragedia al éxtasis. Grandes faenas de Manzanares en Lima, muchas; sus escapularios lo confirman. Emotivas como esta, ninguna.
Mientras tanto, el doctor Marino Costa, en la enfermería, le salva la vida a ‘Cucaracha’, al que la cornada le ha perforado el colon, el intestino delgado y el cuerno ha llegado inclusive hasta el estómago y el hígado.
Lo buscaremos en Lima, maestro. Descanse en paz, torero.
Así lo dijo:
RAFAEL PUGA.
Matador de toros y ganadero de toros de lidia
Ganador del Escapulario de Oro del Señor de los Milagros en 1973
“José María tuvo el honroso título de ser torero de toreros, categoría que le otorgaron los propios profesionales del toreo.
Lo conocí muy bien y tuvimos una buena amistad. Toree varias veces con él. Hasta seis veces, en corridas de toros en Acho. En 1972, fue mi padrino de alternativa, en Acho.
Fue una figura de época, que se caracterizó por su capacidad artística y su técnica torera. Se le va a extrañar. Sin embargo, felizmente, nos deja su recuerdo y a su hijo.”