Galdós en solitario con seis novillos (con resumen en video)
El ganado no permitió el triunfo del novillero peruano.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Ayer en Acho, Joaquín Galdós, joven novillero peruano que ha retornado al Perú tras una muy buena temporada en España y Francia –ha sido el segundo en número de festejos, en el escalafón de novilleros−, se enfrentó en solitario a seis novillos de la ganadería de Santa Rosa. Para un torero aún en formación, era un gran reto poder mantener el interés del público −él solo− a lo largo de toda la tarde.
Había gran expectación por volver a verlo, pues el año pasado triunfó en Acho, en un mano a mano con Andrés Roca Rey. Pero resultó evidente que es más difícil para un torero competir consigo mismo que enfrentarse a otros dos novilleros, o en todo caso, a otro espada, en un mano a mano.
Los novillos, de la ganadería de su padre, tuvieron presencia y seriedad, además de magníficas hechuras, pero varios desarrollaron complicaciones y ello hizo más difícil el desafío que Galdós tenía que superar. Evidentemente, el padre no quiso que Joaquín se enfrentase a novillos cómodos, cuando viene de triunfar en Europa, donde torea muchas veces verdaderas corridas de toros; probablemente, en ese empeño por que se viera al torero ante astados serios, estuvo parte del problema; a varios de los novillos, el exceso de kilos pareció pesarle demasiado; no se movieron como era debido y algunos incluso se defendieron, sin entregarse en la muleta.
Galdos, a base de esfuerzo y valor, logró cortar dos orejas; una al cuarto y otra al sexto, pero supieron a poco. Al comienzo se le notó nervioso –algo natural ante semejante compromiso− pero a medida que avanzaba el festejo y a pesar de no haber cortado ninguna oreja hasta el cuarto de la tarde, se sobrepuso y estuvo muy por encima de los últimos tres.
LOS TRES PRIMEROS
El primero metía la cara con cierta clase, pero a la salida de cada muletazo se abría y el torero quedaba descolocado, lo que le impedía ligar los pases. Tras matarlo de estocada desprendida, fue aplaudido.
El segundo salía distraído de los muletazos, pero Galdós tuvo el acierto de llevárselo a los terrenos opuestos a toriles, donde el astado desarrolló embestidas metiendo la cara, que le permitieron ligar buenos derechazos. Se fue aplomando el novillo y la consiguiente falta de transmisión enfrió al público. Pinchó dos veces antes de cobrar una estocada desprendida.
El tercero empezó galopando, pero luego se fue quedando corto y se defendía, echando la cara arriba y enganchando la muleta a la salida de cada pase. Galdós insistió y expuso, tratando de levarlo a media altura, pero ello no calaba en el público, ni lo emocionaba. Pinchó dos veces y dejó una estocada desprendida.
Hasta la mitad el festejo, la cosa iba cuesta arriba para el novillero.
LOS TRES ÚLTIMOS
Se lidió en cuarto lugar el programado como sexto, lo cual no estuvo bien. Pero aquel cuarto (sexto originalmente), fue un dije: bajo de agujas y muy reunido, aunque gacho de pitones. Tuvo un comportamiento opuesto al de sus hermanos; embistió metiendo la cara con clase y duró algo más, aunque no lo suficiente para cuajar una faena de dos orejas. Galdós, por su lado, salió decidido a triunfar. Lo recibió con verónicas y ajustadas chicuelinas y el novillo llegó en buenas condiciones a la muleta. Las series con la derecha, ligadas, templadas y bien ejecutadas, levantaron las primeras ovaciones de la tarde. Lo intentó con la izquierda, pero aquel no era el buen pitón del toro. Retomó la muleta con la diestra y redondeó una buena faena que coronó con una buena estocada, aunque algo trasera. Cortó la primera oreja.
El quinto no fue bueno. Por el lado derecho se colaba, defecto que se manifestó desde que lo lanceó de capa y por la izquierda se quedaba corto.
Galdós se fue a recibir al sexto a portagayola, de rodillas. Inició la faena de muleta con tres cambiados por la espalda, clavadas las zapatillas en la arena. Basó la faena en la mano derecha, pero el astado siempre llevó la cara alta y tuvo peligro. El novillero, decidido, se jugó la cornada y parte del público lo percibió y reconoció, emocionándose. Resulta fundamental para cualquier aficionado juzgar las faenas tomando en consideración las condiciones de cada astado. Por ello, al matarlo de buena estocada, aunque algo trasera, la mayor parte del público pidió y obtuvo para Galdós la oreja. Sin embargo, incomprensiblemente, un reducido sector del público, de las filas altas de los tendidos de Sol, protestó la oreja y el novillero peruano decidió dar la vuelta sin el trofeo y luego se negó a salir en hombros, premio que merecía. ¿En ese grupo hay realmente aficionados? ¿Qué más pudo hacerle Galdós a ese sexto novillo? ¿Por qué, según ellos, no merecía aquella segunda oreja de la tarde?
Es el nuevo público de Acho; los gritos sin fundamento de una exigua minoría ahora deciden lo que se premia o no. Una plaza con 250 años no merece ese desafortunado destino. Es hora de cambiarlo.
FICHA DE LA NOVILLADA
NOVILLADA EN SOLITARIO
El novillero Joaquín Galdós se enfrentó en solitario a seis astados de la ganadería de Santa Rosa de Lima, de propiedad de Alfredo Galdós Peschiera.
JOAQUÍN GALDÓS, de grosella y oro. Palmas, silencio, silencio, oreja, silencio y oreja.
RESUMEN EN VIDEO
https://vimeo.com/147206138