Roca Rey: el rayo que no cesa de brillar
Cual rayo de Miguel Hernández: deslumbra y pone a cada quien en su lugar
En hombros, en Bilbao ● Dos buenas faenas y una rotunda ● Con toros poco apropiados, el peruano aportó todo lo necesario.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Andrés Roca Rey toreó dos tardes en la Plaza de Vista Alegre de Bilbao, coso de primera categoría, famoso por el trapío, cornamenta y volumen de sus toros, y triunfó de forma indiscutible; salió en hombros, como lo ha hecho este año en muchas plazas de primera. Pero salir en hombros, en Bilbao, no es fácil ni sencillo; todo lo contrario.
La Bilboko Aste Nagusia (Semana Grande de Bilbao) se celebra desde el sábado siguiente al 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen. Allí, los principales toreros pugnan por no dejarse ganar la pelea; un triunfo en Bilbao vale mucho.
Andrés que ya había triunfado en Bilbao como novillero, el viernes 24 lo logró por primera vez como matador de toros. Además, el martes 21, con toros poco propicios, pudo cortar una meritoria oreja si no hubiera pinchado.
−El rayo que no cesa−
Miguel Hernández escribió, en 1936, El rayo que no cesa; para muchos, su obra más representativa y lograda. En el soneto 23, el hoy glorificado poeta cantó, como si presintiera a un luminoso torero como Andrés: “Como el toro me crezco en el castigo, / la lengua en corazón tengo bañada / y llevo al cuello un vendaval sonoro.”
El poema 26, cual reflexión sobre lo que debe hacerse en el ruedo para triunfar: “Vienen de los esfuerzos sobrehumanos / y van a la canción, y van al beso, / y van dejando por el aire impreso / un olor de herramientas y de manos.”
La fulgurante metáfora del soneto 28: “La muerte, toda llena de agujeros / y cuernos de su mismo desenlace, / bajo una piel de toro pisa y pace / un
luminoso prado de toreros.”
Andrés, un rayo que no cesa de deslumbrar.
−El martes 21−
Los toros de Núñez del Cuvillo fueron flojos y desrazados; con clase, pero incapaces de moverse con brío. Parecían estar enfermos.
Tras dos débiles astados, el público, al comienzo, no dio importancia a la faena de Andrés al tercero. Él lo cuidó y casi no lo picó. Le dio tiempo y pausas; lo toreó en línea recta, sin obligarlo, inteligentemente. Poco a poco, fue bajándole la mano, cimentando la faena sobre estupendos derechazos y magníficos naturales. Clamor y ovaciones. Pero lo pinchó y perdió la oreja.
Ponce cuidó al cuarto; lo metió en muleta con temple y suavidad. Tardó el toro en doblar; múltiples descabellos le hicieron perder la oreja.
El sexto, a pesar de no picársele, se rajó. Andrés solo pudo estar por encima de él.
Manzanares desganado, como ido. Toreó muy distanciado, abusando del pico y sin arriesgar ni un alamar.
−Viernes 24: gran triunfo−
El viernes, tras las decepcionantes corridas de Cuvillo, Garcigrande y El Parralejo, los bilbaínos llegaron dispuestos a pitar y chillar todo lo protestable.
Varios de los de Victoriano del Río carecieron de raza y acometividad. Castella pudo cortar una oreja al primero, tras cuidarlo, pero pinchó. Garrido poco hizo con el segundo Y Andrés estuvo por encima del tercero.
El sexto llegó con genio y poca raza a la muleta de Andrés. No era fácil; calamocheba y pegaba derrotes al final de cada muletazo, enrrabietado al no poder tocar las telas. No era bravo, sino difícil y peligroso. Roca Rey se impuso, con enorme firmeza, aguante, valentía y arrastrando la muleta por la arena, muy templada. Faena de gran mérito; dominó al mal toro obligándolo a seguir la franela, con poder y además, arte. Las faenas deben aquilatarse en función al toro; por ello, aquella tuvo el doble o triple de valor. A pesar de un pinchazo arriba, en todo lo alto y sin soltar el estoque, seguido de un espadazo, el presidente sacó de un tirón ambos pañuelos, concediéndole las dos orejas. Salió en hombros del coso. Los bilbaínos lo aclamaban: “¡Torero, torero, torero!”
DIFÍCIL TRIUNFAR EN BILBAO
Dos orejas en un solo toro
Ponce, El Juli, Manzanares y todos los que pesan desean triunfar en Bilbao. Salir en hombros allí, es especialmente difícil; pocos lo logran, pues el artículo 79 del reglamento del País Vasco dice: “La salida a hombros por la puerta grande sólo se permitirá cuando se hayan obtenido, al menos, dos orejas en un mismo toro o tres en un mismo espectáculo”.
La presidencia bilbaína no concede dos orejas en un mismo toro, salvo a faenas de rara belleza y que evidencien un extraño talento.
El sábado, Diego Urdiales, engreído de Bilbao, obtuvo dos orejas benevolentes, a pesar de pinchar y soltar el estoque. Pero fue a un gran toro, noble y con recorrido; algo muy diferente a lo de Andrés.