Nightwish: gran noche... que casi no tuvimos
A las 11: 30 pm aproximadamente, comenzó el concierto de Nightwish, cuando ya muchos temíamos lo peor. El show fue bastante intenso y, aunque no estuvo libre de errores, la banda dejó satisfechos a sus seguidores, quizás demasiado, incondicionales.
En primer lugar, hablemos del show. El local elegido, el Salón de Convenciones de Claro en San Miguel creo que está debutando en conciertos de metal (antes ha sido local para eventos otaku y de video juegos, si mal no recuerdo). Es mediano, sin pendiente por lo que los de atrás puede que no vean mucho si el escenario no es muy alto (como fue el caso). La escenografía era impresionante por su tamaño, con un enorme lienzo que representa la portada del Imaginaerum y unos paneles a los lados con motivos de ese mismo diseño. Parecía pensado para un local más grande y se veía constreñido dentro de la sala.
La banda comenzó el show con el tema emblema de su último disco, Storytime, y la gran expectativa de la noche era la presentación de Floor Jansen, ex-After Forever, que está supliendo en esta gira y por tiempo indefinido a la defenestrada Anette Olzon. Todos sabemos que su estilo de cantar está más cerca al de Tarja Turunen, la vocalista histórica de la banda, que al de Olzon, siendo esto algo muy apreciado por los fans que no terminaron de aceptar nunca a la última. El tema fue compuesto para Olzon, pero la forma de interpretación de Jansen la ha enriquecido, le ha dado otra envergadura que nos hace vislumbrar cómo hubiera quedado en la voz de la Turunen.
El show siguió con la apertura del Once, su disco más exitoso, Dark Chest Of Wonders y Wish I Had an Angel, dos de sus temas más populares. En el primero se notó una línea muy fiel a la que encontramos en la versión en estudio, pero en el segudo se notó una forma de entonación algo diferente en la voz de la Jansen con respecto de la original. Los temas que continuaron fueron Ever Dream y Dead to the World. Así que los temas más gancheros y clásicos se estaban yendo como el agua. Claro, la gente coreaba a rabiar, sobre todo las mujeres (qué cantidad de mujeres, nunca vi tantas en un concierto de metal; y cómo gritan por todo; es desconcertante).
Luego comenzó una sección de temas que contó con la participación de Troy Donockley, quien toca varios intrumentos de tradición celta, en particular una notable y deliciosa gaita irlandesa que de verdad crea una atmósfera melódica atípica y que remite a algo más profundo, sin caer en el cliché folk. De este instrumento se beneficiaron los temas I Want my Tears Back, The Crow, the Owl and the Dove y Last of the Wilds. Todos sonaron fantásticos. Obviamente la clásica Nemo fue la más ovacionada (pese a la entrada a destiempo de la percusión), pero noté que los temas del nuevo disco (los dos primeros) eran muy celebrados (hasta los gritos histéricos) por las niñas más jóvenes, algo me dice que se han iniciado con este disco de Nightwish. De este grupo la más impresionante fue Last of the Wilds en la que la ausencia de voz y la cohesión de los intrumentos produjo los mejores resultados.
La sección final del concierto abrió con Planet Hell y Ghost River, que quedaron soberbias. Les siguió lo que para mí fue una sorpresa Over the Hills and Far away, (nuevamente con la intervención de Troy), el cover de Gary Moore que popularizaron allá por el 2000 en un EP muy cargado de bonus. Nuevamente la forma de cantar de Floor fue diferente de la versión original, lo que no es malo, claro. Al contrario hace más interesante lo que se presenta. Ghost Love Score fue el siguiente tema en el que se notó cierta desincronización.
El punto culminante del show, ya que no podía ser Wish I Had an Angel que ya había sido tocada, vino con Wishmaster que fue cantada por todo el auditorio a rabiar. Qué gran tema, uno de los mejores del heavy metal. Se volvió a dar una desincornización, esta vez más evidente en medio del primer solo de guitarra con una entrada en falso de Floor. El show terminó con Last Ride of the Day, encantador tema de su último disco y cuya melodía pegajosa es su mayor mérito.
La performance de la banda a lo largo de la presentación es la que ya conocemos por sus múltiples presentaciones registradas en video. Un Tuomas que la vive desde su teclado dirigiendo a todo el corso. Un Jukka dándole con presición a la batería (para mí fue el mejor de la noche), un Emppu que corre por todos lados e interactúa con el público, y un Marco, mayor que pone la serenidad y el crédito headbanger sobre el escenario. Para no tener más de tres meses en la banda, Floor Jansen se ha acoplado bastante bien y está aportando su propia experiencia; ella no es una desconocida, su carrera previa la avala y su talento puede darle a Nightwish un nuevo aliento si es que permanece. Su timbre sin embargo no es el de Tarja, está educada musicalmente, se nota, pero su voz es más la de una mezzosoprano antes que la de una soprano lírica, como lo era Tarja.
Sin embargo se notó en la audiencia mucha satisfacción ante la presentación. De hecho la banda recibió diversas muestras de cariño. Una bandera peruana firmada por varios asistentes les fue entregada desde el público, también una bandera ecuatoriana y una pequeña, dividida en diagonal que unía las banderas de Finlandia y el Perú. Bonito detalle.
En el aspecto técnico del show se puede decir que la iluminación fue de las mejores que he visto en Lima en shows medianos como este; pero el sonido no pasó de regular, ya que se notaron demasiados subidas y bajadas, la guitarra debió sonar mucho más fuerte y clara y por momentos apenas se le oía.
Con respecto de la asistencia, se acercaron a las 2000 (dos mil) entradas vendidas. Para las dimensiones de la escena local se puede considerar un éxito. El tipo de público era claramente de otra generación al habitual. Muchos jóvenes adolescentes, particularmente chicas, lo que acá llamamos chibolas, de aire gótico y que por su comprensible entusiasmo adoptaban actitudes no apropiadas para un concierto de metal y que correspondían de repente a las histerias femeninas de esas banditas intrascendentes de adolescentes. Pero bueno, hay de todo en la Tierra. Ya aprenderán.
Lo malo, que no me lo puedo callar, es que al parecer, según nos informó la agencia de booking (contratación) del evento, Aron Music, es que personal de Take One, productora con la que han trabajado en asociación en el pasado, trató de intervenir en el concierto y, según Aron, sabotearlo o impedirlo, en el trance, terminaron golpeando a un niño de 13 años, hijo de la representante de Aron Music. El lío que se armó fue tal que el concierto casi no se realiza, por ello tuvo tres horas de retraso y la banda amenazó con retirarse si no se apuraban con lo del show. Vi a un Marco Hietala realmente molesto salir a hablar con la organización y a Tuomas Holopainen, que andaba por allí, muy fastidiado. Considerando que tenían que estar en el aeropuerto a las 9:00 am del 8 y estábamos en la noche del 7, no podían acabar demasiado tarde. “Actualización”: Sin embargo, representates de Take One informaron a Headbangers que ellos son los verdaderos propietarios del evento y que la agresión al menor, como tal, no se produjo. Ya se arreglarán. Bueno, felizmente el concierto no se canceló y se pudo tener una gran noche. La banda no lució fastidiada ante su público.
Over the Hills and Far Away
Wishmaster (un poco movido)