Celia Cruz, la `Reina de la Guaracha´, en el Perú
Mañana se cumplen diez años de la muerte de Celia Cruz. La cantante cubana logró mantener intacta la calidad de su voz, su talento y el cariño del público, en especial el de los peruanos. Huellas Digitales recuerda su paso por el Perú a ritmo de son y guaracha.
Celia Caridad Cruz nació el 21 de octubre de 1925, en el número 47 de la calle Serrano, entre Enamorados y Santos Suarez, en la Habana. Escuchó a los grandes como Paulina Álvarez quien influenció mucho en ella.
“¡Yo cantaba en mi casa, cantaba guarachas, sones, de todo para que los nenes de mi familia se durmieran. Lo malo era que mucha gente se acercaba a mi ventana a oírme; y yo decía, pero bueno que pasa aquí!”, contaba Celia en una entrevista. Su primo Serafín Díaz al observar esta situación, la inscribió en el concurso radial “La hora del té” de la emisora CMQ de la Habana. Así fue que se hizo conocida. En 1950 integraría la Sonora Matancera. Lo que vendría después, es historia conocida.
Cuando Celia Cruz endulzó El Comercio
Celia Cruz visitó por primera vez el Perú en 1955 cuando la canción “Tu voz” era la más popular en las radios. No es un secreto que Celia Cruz sentía un especial cariño por nuestra patria. En 1957 regresó a Lima luciendo una delgada figura. En esa oportunidad, la Reina del Guaguancó recorrió las instalaciones del diario El Comercio y confesó ser admiradora del vals peruano.
Años más tarde, en 1962, se casó con Pedro Knight, ex trompetista de la Sonora Matancera y luego director musical de la cantante, quien también le enseñó a cocinar platos típicos de su natal Cuba.
El gran estelar de Celia
Celia Cruz forma parte de la historia de la Feria del Hogar, pues era una de las artistas más solicitadas en el Gran Estelar. No había forma de que la cantante dejara de asistir. Incluso cuando acababa de recibir el trofeo ACE 87, máxima distinción otorgada por el Círculo de Cronistas del espectáculo de Nueva York en reconocimiento a su brillante labor, no dejó de presentarse en el Gran Estelar.
En cada una de sus visitas, Celia compartía sus deseos con sus admiradores. En julio de 1987, la intérprete de “El yerbero moderno” expresó que le gustaría ser locutora de radio. Esta inquietud surgió después de ser locutora por un día en el programa de Gilda Miró, en la radio WADO (Nueva York). “¡Lo hice y me encantó!”, contaba la cantante.
En 1989 ofreció un concierto gratuito en la avenida Paseo de la República. Días previos al evento, Celia envió este mensaje a su público: “¡Todos están invitados!”. Además dedicó estas líneas a la juventud: “Joven, ten mucho optimismo. La música mueve montañas, cántala porque es lo más bello que hay y más aún es el lenguaje universal. ¡Yo moriré cantando salsa!”.
Una escultura para una reina
Durante una conferencia de prensa, realizada en julio de 1993, Celia Cruz lloró de emoción al recibir el obsequio del escultor Felipe Lettersen. Aquella estatua de casi 2 metros de altura era el homenaje que merecía la `Guarachera de Cuba´ por sus excelentes presentaciones en el escenario limeño. La obra de arte fue elaborada con un material especial, revestido de yeso y madera, y pintado de color bronce. La gigante imagen de Celia Cruz aparece sentada en un sillón colonial sobre una base. Un regalo inolvidable.
Otra de las anécdotas que doña Celia tuvo en los escenarios peruanos ocurrió a puertas de recibir el año 1994. Celia Cruz y Pedro Knight vivieron una odisea para llegar a la fiesta de fin de año, organizada en el Muelle Uno de Lima. Algunas emisoras locales anunciaban que la `Reina de la Guaracha´ ya no venía. Su vuelo fue cancelado en Colombia. Pero eso no la detuvo, pues decidió volar a Miami y de allá venir a Lima. Casi afónica de emoción y preocupada por la presión alta de su esposo; apareció en el escenario peruano y el caluroso aplauso del público le dio más fuerza para seguir y recibir el año nuevo.
El último adiós
Celia Cruz es considerada por la crítica como la máxima expresión cultural de Cuba y porque no decirlo del ambiente tropical. Fue dueña de una singular voz y un característico estilo de hacer rumba, son, guaracha, guaguancó, salsa, baladas y hasta tango. Se mantuvo en la cúspide de la popularidad, actuó en cine y televisión. Su voz sigue sonando en las radios locales y sus temas son interpretados por otros gigantes.
“¡La música es un regalo que Dios me dio y al menos que él me la quite, continuaré compartiendo ese regalo con todo el mundo!”, manifestó la cantante. Un 16 de julio de 2003 partió la `Reina de la Salsa´, víctima del cáncer. Sin embargo, su música y esa manera tan divertida y especial de decir ¡Azúcar! seguirán en la mente de sus admiradores.
(Marleny López Lucas)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio