Los cien años del cardenal Juan Landázuri
Le atrajo la vida en el mar, pero nunca imaginó que navegaría en la barca de Pedro. Estudió Derecho pero su vocación religiosa pudo más. Juan Landázuri Ricketts se entregó a la vida franciscana y desde ahí, bajo la oración, el estudio y la obediencia supo cómo servir a su pueblo. Hoy recordamos al primer peruano que asistió a un cónclave y al hombre que guió a la Iglesia Peruana por más de 30 años.
Nació en Arequipa con el nombre de Guillermo Eduardo, un 19 de diciembre de 1913. “Canarito” -le llamaban cariñosamente en su infancia- quería ser marino, postuló a la institución pero no logró superar el examen médico por un problema en la vista. Regresó a su tierra decidido a estudiar Derecho, por esos días leía los libros de su madre y encontró uno que lo haría descubrir su vocación. La vida de San Francisco de Asís le impactó y quiso ser un franciscano pobre.
En un “Faucett chiquito” -era un muchacho de gran estatura- llegó al entonces Aeropuerto de Santa Cruz en Lima, tenía exactamente 19 años cuando ingresó al Convento de los Descalzos en el Rímac. A los pocos días fue trasladado al histórico Convento de Ocopa, donde disipó las dudas de todo joven postulante. Allí recibió los primeros votos y ofició su primera misa, el 16 de abril de 1939.
De Ocopa a Roma
El fraile Juan Landázuri fue un aplicado alumno en las clases de Derecho Canónico y Derecho Romano, que aún se dictaban en latín. Fue en Roma donde obtuvo los títulos de bachiller, licenciado y doctor, con calificaciones ‘summa cum laude’. Lo aprendido en su juventud le sirvió para aplicarlo en el futuro gobierno del Arzobispado de Lima.
En 1952 fue nombrado obispo coadjutor del arzobispo de Lima, Juan Gualberto Guevara, y al fallecimiento de éste en 1954, fue nombrado con dicho cargo el 2 de mayo del año siguiente. De esos primeros años recordaba “ver crecer la ciudad. Cuando asumí el Arzobispado, en 1955, había un poco más de un millón de habitantes. Cuando lo dejé en 1990 pasaban los seis. He visto surgir barriadas que se transformaron en pueblos jóvenes y luego en asentamientos humanos. Ayudé mucho a estas personas con el apoyo de profesionales”.
El Benjamín del Colegio Cardenalicio
Por su inteligencia y capacidad, Landázuri había sido guía de los franciscanos en Latinoamérica y Ministro general de los Descalzos en el Perú. En 1962, el papa Juan XXIII lo designa como cardenal, convirtiéndose en el más joven del Colegio Cardenalicio. Así en 1963, a la muerte del “Papa Bueno”, es el primer peruano en asistir a un cónclave. Los diarios de la época titulaban sus notas: “El Benjamín del Sacro Colegio es el Cardenal del Perú: Landázuri”.
El cardenal participó en tres cónclaves, es decir, en la elección de Pablo VI (1963), quien además fue su profesor; de Juan Pablo I (1978) y de Juan Pablo II (1978). Además, colaboró con la organización del Concilio Vaticano II (1962), los Sínodos Mundiales de Obispos, y las grandes reuniones del Episcopado Latinoamericano: Río de Janeiro (1955), Medellín (1968) y Puebla (1979).
Landázuri supo organizar el gobierno del Arzobispado de Lima y también la fundación de parroquias en una ciudad que crecía y que tenía cada vez más necesidades. Era tal su preocupación por la formación de los pueblos jóvenes que en 1967 donó unas tierras en Vitarte a varias familias que iban a ser desalojadas. Además, rechazaba los ostentosos regalos de la sociedad limeña para destinarlos a donaciones para obras sociales.
Un hecho que marcó su vida sacerdotal fue la tragedia del Estadio Nacional, en mayo de 1964. El cardenal recorrió los hospitales Almenara y Dos de Mayo para consolar a las familias de los fallecidos y a los heridos. “Se puso a prueba mi vocación franciscana, una vocación de sencillez, de pobreza, de humildad, que me ha llevado siempre a estar muy cerca del pueblo”, dijo.
Pastor del Perú
Al cumplir los 75 años pidió su retiro en regla con la Ley Canónica, pero lo hizo recién a los 76 años a pedido de Juan Pablo II, el 30 de diciembre de 1989. Las ceremonias de despedida y agradecimiento se repitieron en el país. Los reconocimientos académicos no se hicieron esperar, varias universidades del Perú y el mundo lo distinguían con el título honoris causa. En sus 35 años como huésped del Palacio Arzobispal había visto pasar hasta nueve presidentes por el Palacio de Gobierno.
El 26 de enero de 1990, Landázuri entregó el báculo a Augusto Vargas Alzamora. Aquello fue un hecho especial, ya que desde la fundación de la Arquidiócesis de Lima en 1551, nunca se había visto al predecesor y al sucesor juntos.
A pesar de su edad a Landázuri siempre le preocupó lo que sucedía en su país. En los tiempos del terrorismo invocaba a la paz; solicitó el esclarecimiento del caso La Cantuta en 1992, y estaba muy pendiente de los hechos entorno a la toma de la casa del embajador japonés en diciembre de 1996.
En la víspera de la Navidad de ese año, el cardenal fue hospitalizado. Juan Landázuri falleció el 16 de enero de 1997, y a voluntad suya su última morada sería la Catedral de Lima. La feligresía despidió a su guía espiritual y, durante todo ese año, no dejarían de visitar su tumba. Su primo, el ex ministro de trabajo, Patricio Ricketts Rey de Castro, añoraba así la figura del fraile Juan: “Era un verdadero franciscano descalzo. Quiso ser un seguidor fiel de San Francisco de Asís con toda su humildad y amor”.
(Pamela Loli)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio
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