Josip Broz Tito, símbolo de la Resistencia, murió hace 35 años
Luego de un irreversible deterioro de su salud fallece el histórico guerrillero yugoslavo Josip Broz, conocido como Tito, el 4 de mayo de 1980. Construyó su leyenda de héroe enfrentando a las fuerzas nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Fue un hombre de izquierda, pero que nunca bajó la cabeza ante el expansionismo soviético. Por el contrario, su visión de un país autogestionario, que explotaba lo mejor del trabajo solidario, fue un freno ante la amenaza avasalladora del pensamiento comunista durante la Guerra Fría. Tito se fue tres días antes de cumplir 88 años.
Nacido en tierras croatas, en el seno de una familia de modestos artesanos, Tito intervino en la Gran Guerra en 1914 y fue hecho prisionero por los rusos. Luego, regresó a Yugoslavia convertido al comunismo. En 1937 participó en la Guerra Civil española en las Brigadas Internacionales, a favor de la causa republicana.
En 1939 empieza la Segunda Guerra Mundial y el imparable ejército alemán despliega su poderío ocupando Holanda, Bélgica y Francia. Su ambición por extender su hegemonía hacia el este hace que Hitler apunte hacia Yugoslavia, como preámbulo para su futura campaña en la Unión Soviética. Por esa razón lanza una ofensiva sobre este país.
Abrumado por la superioridad de la Wehrmacht, el ejército yugoslavo depone las armas en abril de 1941. Pero ya en julio las fuerzas hitlerianas de ocupación empezaron a sentir los estragos de una resistencia partisana muy bien organizada. Detrás de esa sigilosa maquinaria estaba un hombre de 49 años, llamado Josip Broz.
Tito, quien se identifica como federalista, aglutina en su movimiento de resistencia a miembros de todos los pueblos yugoslavos, y destaca como un estratega en la guerra de guerrillas. Para noviembre de 1942 sus partisanos cosechan sus primeros éxitos militares, como la toma de Bihac, localidad ubicada en la provincia yugoslava de Bosnia.
Asimismo, en su cuartel general empiezan a organizarse las primeras divisiones y cuerpos del Ejército Yugoslavo de Liberación Nacional, lo que no significó la absorción de la guerrilla partisana, que continuó subsistiendo junto al nuevo ejército. Así, en conjunto, ahora las fuerzas yugoslavas en lucha contra la ocupación alemana alcanzaban los 150 mil combatientes.
Visión de estadista
En el plano político Tito constituyó el Consejo Yugoslavo Antifascista de Liberación, de matiz comunista. Sin embargo, para acceder al gobierno nacional en el futuro inmediato, tras culminar la guerra, tendría que neutralizar la aspiración de Draza Mijailovich, quien también luchaba contra los alemanes, pero cuya vocación era hacer de Yugoslavia una monarquía.
Terminada la guerra Tito accede al cargo de Primer ministro por votación popular, derrotando la opción monárquica. Luego vendrían las presiones de Stalin para que Yugoslavia se alineara en el bloque del este comunista. Ese fue el momento en que el líder de los partisanos empezó a marcar distancias.
Un ejemplo claro de su “independencia” de Moscú fue la abierta condena hacia la intervención soviética en Checoslovaquia para sofocar la llamada “Primavera de Praga”. En un mensaje por televisión le advirtió a su pueblo: “Yugoslavia también está amenazada por una intervención soviética, pero sabremos defender y proteger la independencia yugoslava con todos nuestros medios, de dondequiera venga la amenaza”.
Su postura ideológica particular alentó el acercamiento de los Estados Unidos, pero Tito tampoco se integró al mundo capitalista. Con sus dotes de liderazgo impulsó lo que se conoció como la tercera opción o los países No alineados. Aunque fue un hombre leal a sus convicciones políticas, esto no fue óbice para establecer diálogo con distintos polos del poder mundial. Era común verlo visitar las grandes capitales como Moscú, Pyongyang o París, y entablar diálogos con otros líderes como Margaret Thatcher y Jimmy Carter.
El 3 de enero de 1980 acudió a una clínica para un chequeo por una pierna inflamada. Regresó a sus actividades, pero el día 12, luego de una reunión volvió a internarse. Lo operaron un día después, pero la dolencia se complicó. El 20 de enero le amputaron la pierna izquierda. Ese fue el principio del fin.
Al momento de su muerte, Yugoslavia estaba constituida por seis repúblicas federales: Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia, Macedonia y Montenegro; y dos provincias autónomas: Kosovo y Voivodina. Tito supo cohesionar una población multiétnica, en base a su imagen de líder nato. Tanto así que después de su desaparición la “vieja Yugoslavia” empezó a desmembrarse.
(Miguel García M. / Archivo)
Fotos: Archivo El Comercio
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