La 'U': ¿Por qué no se van?
¿A usted le duele la ‘U’? Si es hincha pero ve más allá del periódico de los lunes, tal vez sí, porque si es de cualquier otro equipo debe estar más contento que Solano gritando ¡gol! en un comercial de apuestas. Yo la miro, a prudencial distancia de ambas posturas, y no deja de llamarme la atención la facilidad con que los peruanos podemos torcer cualquier cosa que normalmente es positiva en otro lado: Las administraciones temporales se supone que lo eran, como el Corredor Azul, como el Sistema Integral de Salud, como la Regionalización, como muchos proyectos que en otras partes funcionan y aquí, luego de ponerle nuestro ‘toque criollo’ pasan de solución a problema.
Lo cierto es que en Universitario hay un señor llamado Raúl Leguía que no se quiere ir. Como pasó con alguno de sus antecesores, como ocurría también con los dirigentes de antaño. Y no hay mandato legal que valga: “No me voy nomás, ¿cual es el lío?”. Claro, es complicado cuestionar las andanzas de la cabeza de una institución futbolera, cuando su equipo a nivel local camina, cuando se pelea el título casero, que es suficiente para hacer feliz al hincha del club que a usted se le ocurra dentro del Perú, si después te golean afuera, a quién le importa. En la ‘U’ hace buen tiempo administra cualquiera, gerencia cualquiera, dirige cualquiera, asiste cualquiera (hago la salvedad que Cantoro es un tipo preparado y Maldonado puede que lo sea), y, como ya ustedes saben, juega cualquiera, vamos, para qué estamos con cosas. Acá alcanza. Hasta para ser campeón inclusive. Si alcanzó con Comizzo, que nunca más rozó el éxito como técnico en algún lado, ya pues, esto no es nuevo. Entonces, todo lo demás se perdona. ¿Profesionalizar el club? ¿Para qué?
Se perdona por ejemplo, hacerle contrato a un jugador y tener que liberarlo en cualquier momento para partir al extranjero sin dejar un centavo de beneficio, pese a lo que se invirtió en traerlo (“Uy, no me di cuenta”). Se perdona también el resucitar para la actividad deportiva a un ex futbolista inactivo dos años (“Uff, no saben lo que he traído, van a ver”), y luego al inscribirlo de manera dudosa, poner en peligro puntos logrados en la cancha, de tal modo que ahora, por las dudas, no puede jugar más, dicen que está lesionado.
Por amor a su club, sí
¿Hay sancionados por esas negligencias, por el dinero que se dejó de ganar o decididamente se tiró al tacho al invertirse mal? ¿Un dirigente, quizá?, ¿despidieron al abogado del club, al menos, para disimular un poco? No, no pasa nada, todos silban mirando pa’l techo. Entonces, claro, uno quiere creer que estos de ahora son despistados, que se les escapa hasta una tortuga enyesada, pero… si no se quieren ir, es porque tienen unas ganas locas de seguirse equivocando, ¿verdad? No se rían, yo todavía creo en la cigüeña, ¿qué les pasa?
Entonces llegamos a esta circunstancia, en la que la Junta de Acreedores de Universitario dictamina relevar a los administradores actuales, y estos dicen que no. Que se van a tomar su tiempo para marcharse, total cuál es el apuro. ¿Las razones visibles para quedarse? Bueno, todas evidencian amor al club, sin duda. La primera es que hay que vender a Trauco, pensar en él y velar por su futuro, claro que sí, ¿quién mejor que ellos? La segunda, es el clásico, hay que asegurar un lleno total, unos 35 mil espectadores, sería lindo tenerlos, ¿no?. La tercera es contratar a los ‘refuerzos’ para el 2017, ya sabemos que en estos meses se dan esas tratativas, por lo bajo, en todos los clubes y hay que negociar con calma, de repente sorprenden a los hinchas y traen a Riquelme o al ‘Cóndor’ Mendoza. Y la cuarta, algo evidente, es retener a los referentes del equipo: García, Rodríguez, Pino, todos los que han dejado buenos dividendos deportivos (cuidado con las interpretaciones dudosas), se les tiene que renovar contratos, intentarlo al menos, luego de una amigable conversación. Bueno, por eso los Leguía se quedan.
Todas, razones deportivas, como verán…