Los 20 de la década
Los 2000’s se fueron pero nos dejaron un puñado de discos que nos acompañarán por siempre. Esta es una breve lista que incluye mis favoritos de la década. Las recomendaciones son siempre bienvenidas, por supuesto.
The Marshall Mathers LP
Eminem
(Interscope, 2000)
En los primeros 25 segundos de este disco nos topamos con un aviso de servicio público que nos advierte que al cantante no le importa “un **** lo que piensas” y que si no te gusta lo que hace puedes ir y chupar su maldita ****”, que además, sin saberlo, al comprar su álbum has “besado su jodido ****” y que, para colmo, está “harto de tu ****” y va a asesinarte. Sin duda se trata de una introducción perfecta para esta obra maestra del hip hop, definida por el agresivo, sarcástico, resentido, sexista, misógino, violento y frustrado Eminem, tan sólo un chico de los suburbios, como tantos. En “The Marshall Mathers LP”, su mejor disco de lejos, ni la esposa ni la madre del rapero se salvaron de sus dardos envenenados. Las demandas no tardarían en llegar.
Heartbreaker
Ryan Adams
(Bloodshot, 2000)
Tras disolver Whiskytown y terminar con su novia, Ryan Adams se encerró en un estudio de Nashville con una guitarra acústica, una botella de whisky y ninguna esperanza. El resultado fue “Heartbreaker”, un disco en el que Adams logró conjurar el espíritu de Neil Young y Bob Dylan (en “Tonight’s the Night” y “Blood on the Tracks”, respectivamente) sin sonar derivativo ni complaciente. Canciones como “Call Me On Your Way Back Home”, “Why Do They Leave” y “Oh, My Sweet Carolina” (donde canta a dúo con la diosa del country Emmylou Harris) no dejan de decirnos cosas nuevas y valiosas sobre el sutil arte con el que se rompen los corazones. A pesar de sus esfuerzos, Adams no volvería a hacer un disco tan bueno como este.
Is This It
The Strokes
(Rough Trade, 2001)
The Velvet Underground, New York Dolls, Television, Talking Heads y la mejor tradición del rock neoyorquino de los años setenta (proto punk, punk o post punk, a quién le importa…) volvió a nacer con The Strokes, quizás el grupo más representativo de la década que acaba de finalizar. En una época en que el panorama musical estaba dominado por el pop, el rap y la música electrónica los Strokes volvieron a ubicar el rock urbano, sucio y veloz en el subconsciente de la audiencia, ocasionando un renacimiento que duró hasta bien entrada la década.
Up the Bracket
The Libertines
(Rough Trade, 2002)
A comienzos de la década, antes de convertirse en un esclavo del la sociedad del espectáculo, Pete Doherty (al comando de los Libertines) editó un disco de canciones que lograban equilibrar las posibilidades melódicas de los Kinks con la cruda energía de los Sex Pistols. Se trató del encuentro improbable entre las pulsiones hormonales de la adolescencia y el impulso hacia la autodestrucción de cierta juventud frustrada. Meses después, la balanza se inclinaría hacia un solo lado y su creatividad empezaría a desvanecerse para no recuperarse jamás.
Fever to Tell
Yeah Yeah Yeahs
(Dress Up/Polydor, 2003)
The Yeah Yeah Yeahs, uno de los grupos más innovadores de la escena neoyorquina de comienzos del milenio, nos entregaron un disco repleto de guitarras eléctricas que parecían cobrar vida gracias a tambores que conjuraban tanto a los maestros africanos como a la electrónica más avanzada. La desenfrenada y lujuriosa voz de Karen O era otra historia. Puro ritmo enfermedad.
Franz Ferdinand
Franz Ferdinand
(Domino, 2004)
De la misma manera en que The Strokes tomó la posta de la tradición neoyorquina del rock moderno, Franz Ferdinand revivió la escena post punk inglesa de finales de los setenta, en especial a través de las guitarras fracturadas y los ritmos funk de Wire y Gang of Four. Como ya había sucedido en los años 60 con The Who y The Kinks, Franz Ferdinand parecía más un proyecto de estudiantes de arte que de músicos serios. Y así era. El logo constructivista de la portada de este álbum no hizo más que confirmarlo.
A Grand Don’t Come For Free
The Streets
(Vice, 2004)
Mike Skinner, voz y cerebro de The Streets, es una suerte de Ray Davies del hip hop inglés. Sus historias, como las del líder de The Kinks, se ocupan de los momentos menos sobresalientes de cada día: la llegada de un nuevo juego de PlayStation, una pitada de marihuana antes de ir al trabajo, las horas muertas de un domingo ocioso. Pero la profundidad a la que Skinner llega cuando se lo propone puede revelar más de nuestra humanidad que los manifiestos pacifistas de Bono. Este disco fue su mejor momento.
Funeral
Arcade Fire
(Merge, 2004)
Elegante y visceral, tierno y desiquilibrado, la aparición del debut de Arcade Fire fue uno de los momentos inolvidables de la década. Las mejores canciones (“Neighborhood”, “Laika”) lograron conectar con las carencias afectivas y los nervios crispados de una generación como no lo hacía nadie desde Kurt Cobain. Veamos cómo lo trata el tiempo. Quizás sea un clásico.
Aurular
MIA
(XL, 2005)
Este disco de ritmos tan repetitivos como fragmentados posee un sentido del humor seco y distante, adecuado para tocar temas álgidos (como las guerras civiles de Oriente Medio) sin caer en sentimentalismos ni condescendencias. Una nueva forma de hacer música que le dio profundidad a las pistas de baile alrededor del mundo.
Art Brut
Art Brut
(Downtown, 2006)
Los ingleses y sus viñetas de la clase media. En esta ocasión se trata de Eddie Argos, el inteligente y ácido cantante de esta banda de punk melódico, bastante influenciada por los Buzzcocks. El debut de Art Brut sigue sonando urgente, decidido e implacable gracias a temas como “Formed a Band” y “Modern Art”. Pero el momento trascendental llega con la sentida “Emily Kane”, una oda a la primera novia de Argos, alguien a quien ni siquiera llegó a besar.
Boys and Girls in America
The Hold Steady
(Vagrant, 2006)
En este lugar bien podría estar el segundo disco de The Hold Steady, “Separation Sunday”, donde la banda de Craig Finn nos ofreció una ópera rock sobre la decadencia de una banda de adolescentes irresponsables en un mundo sin oportunidades. Pero el tercer álbum del grupo, “Boys and Girls in America”, posee una ambición que los lanzamientos previos de la banda no tenían: llegar al subconsciente del gran público de los Estados Unidos. Y esto hace que Finn y sus secuaces sinteticen sus ideas y recursos para acercarse a su propio ideal de música pop. Aunque sea sólo un poco.
Savane
Ali Farka Toure
(Nonesuch, 2006)
El último disco que el gigante de la música africana pudo grabar antes que un cáncer a los huesos se lo llevara de este mundo. Fraseos vocales incomparables sobre guitarras hipnóticas y saxofones cortesía de Pee Wee Ellis, viejo compinche de James Brown. el testamento musical de una tradición que tomó siglos perfeccionar.
Graduation
Kanye West
(Roc-A-Fella Records, 2007)
Pistas tomadas de Daft Punk, Michael Jackson, Elton John y Steely Dan demostraban que la tolerancia musical de Kanye West era tan amplia como su talento. En su tercer disco, titulado “Graduation”, el rapero de Chicago construye una astuta y atrevida apología a su artista favorito: el mismo. El bajón llegaría después, con el oscuro y depresivo “808’s & Heartbreak”, pero en esta placa West aún suena prácticamente indestructible. Y todos le creímos.
Sound of Silver
LCD Soundsystem
(DFA, 2007)
En su primer álbum, James Murphy ya nos había demostrado que podía hacernos bailar con los ritmos más frenéticos y las letras más cultas de la época. Pero nadie se imaginó que podría ponerse reflexivo y sentimental, además de actualizar las propuestas vanguardistas que Bowie y Eno sembraron en el Berlín de fines de los años 70. Y más…
Hold On Now, Youngster…
Los Campesinos
(A&C, 2008)
Hasta cierto punto, Los Campesinos guardan cierto parecido con los recordados Belle and Sebastian: letras coloquiales pero sumamente literarias, fragilidad post adolescente en un mundo de ingenua sordidez, voces de chicos y chicas turnándose democráticamente los micrófonos para contar sus vidas. La diferencia está en el dinamismo y el entusiasmo casi teatral que esta banda de Glasgow le imprime a sus interpretaciones. Un romanticismo casi punk.
Oracular Spectacular
MGMT
(Columbia, 2008)
Si los Libertines reinventaron el hedonismo afilado de los Heartbreakers y Sid Vicious, los MGMT les siguieron la pista pero redondeando los bordes de la música con un colchón de sintetizadores, profundos bajos procesados e incesantes cajas de ritmos, además de voces reminiscentes de una sublime adolescencia perpetua. Cuando nadie se lo esperaba, este dúo de Brooklyn hizo que los peligros de la calle parecieran tan frescos como una pastilla de menta helada. Bien por ellos.
Made in Dakar
Orchestra Baobab
(Nonesuch, 2008)
Esta venerada institución musical de Senegal y la costa occidental africana viene grabando discos desde hace más de treinta años y su reciente “Made in Dakar” es quizás el mejor de todo el catálogo. Ritmos cubanos, letras en francés, cantos tribales, bajos minimalistas y la guitarra en sofisticada clave caribeña de Barthélemy Attisso hacen que escuchar a esta banda sea una experiencia casi sobrenatural.
Brighter Than Creation Dark
Drive-By-Truckers
(New West, 2008)
Herederos del rock sureño de los años setenta, los Drive By-Truckers llamaron la atención con su ópera rock sobre Lynyrd Skynyrd: “Southern Rock Opera”. En este disco (doble en la edición de vinilo) logran condensar todas sus influencias para desarrollar una voz propia y contemporánea. Ojalá sigan caminando y no se animen a mirar atrás. Sorprendente.
Dear Science
TV on the Radio
(DGC/Interscope, 2008)
El tercer álbum de TV on the Radio los encontró en un momento de gracia. Explorando géneros irreconciliables y redefiniendo la historia a través de contrastes bien marcados, los cinco de Brooklyn lograron señalar la senda que el rock con altas pretensiones musicales puede tomar en los próximos años.
Welcome to Mali
Amadou & Mariam
(Nonesuch, 2009)
Con la mano de Damon Albarn detrás de los sintetizadores en varios de los temas, esta pareja de músicos malienses creó un álbum de ritmos africanos con la vista puesta en el futuro. Las guitarras y las baterías poseen una agilidad ralentizada que le otorga a algunas canciones una cualidad vagamente narcótica. Y los temas rápidos son una fiesta en medio de una selva tan salvaje como urbana.