De Austria...
Jugándose la vida a los dados
Spiele Leben
Austria-Suiza, 2005 / 1h. 38 mmin.
De: Antonin Svodoba
Con: Georg Friedrich, Birgit Minichmayr, Gerti Drassl, Andreas Patton, Michael Rastl.
Festivales: San Sebastián Sección Zabaltegi, Toronto; Venecia. (35 mm)
Kurt es un vago y un inútil, cuya principal ocupación es pedir dinero prestado que acaba perdiendo en el casino. Cuando ya lo ha perdido todo, tiene una idea que parece funcionarle: dejar que los dados decidan por él y no solo en el juego, sino en cada decisión de su vida. Una engañosa guía hacia la verdad y la felicidad. De hecho, la suerte parece ponerse de su lado, especialmente, cuando conoce a Tania. Solo cuando su fórmula le hace tocar fondo Kurt llega a apreciar lo que la vida y Tania significan para él. Y cuando percibe que podría estar enamorado de ella, empieza a rebelarse contra la arbitrariedad de los dados. Pero su pasión le ha llevado demasiado lejos y el juego debe jugarse hasta el final.
Jugándose la vida a los dados es el debut de su director, Antonin Svoboda, y como todo debut resulta siempre estimulante y arriesgado. La interpretación de Birgit Minichmayr es espléndida. El ritmo es ágil y en ocasiones brillante, la estética visual es directa y el planteamiento francamente sugerente.
Café Electric
Cafe Elektric
Austria, 1927 / 1h. 20 min.
De: Gustav Uciky
Con: Fritz Alberti, Marlene Dietrich, Anny Coty, Willi Forst, Nina Vanna, Igo Sym, Vera Salvotti, Wilhelm Volker. (Digital)
La hija de un constructor conoce a un joven en el Café Electric, un bar en el cual alterna gente de dudosa reputación. Ahí también se encuentra Hansi a la cual el destino despiadado ha conducido a la profesión de meretriz. Max es un ingeniero que se ocupa más de sus aventuras que de su hija y del trabajo. Erni, la hija del constructor Göttlinger, roba un anillo de su padre, para entregárselo luego a su amigo Ferdl del Café Electric. El ingeniero y el constructor, que molesta a Hansi, inician una pela, en el mismo momento que se percata de su anillo en la mano de Hansi y la culpa del robo.
A pesar de su desprestigio, en el Café Electric hay parroquianos, hay chicos buenos que aman a chicas que quieren ser buenas pero la sociedad no las deja y hay un muestrario de las grandezas y bajezas humanas. Pero sobre todo está Marlene Dietrich, luciendo ya sus hermosas piernas.