Creación
La poesía es también ridículo, un penoso espectáculo de desnudez y desvergüenza. Pessoa decía que las cartas de amor son ridículas, yo creo lo mismo de los poemas de amor, pero no hallo aún una razón que me impida escribirlos.
Los poemas de amor son ridículos
como ridícula es la pluma que consagra
algún verso a trasluz del alba.
Y ridículo el fonema
que al cisne atribuye gala
y la nostalgia, la casa, el jardín, la llama.
Ridícula es la carta,
como lo es la rima que fuerza la palabra
y la hoja inmensurable que por cálculo
trama
y trama y encabalga
el vocablo encadenado
entre las absurdas flamas.
Aún recuerdo el rostro azul
que arrulla cantos
azul como nada
y hoy negro como la distancia.
Ridículos los versos y la hojarasca,
ridículo el poeta que a medir no alcanza
la dimensión del aura
o una delgada voz
que ya erosiona en la garganta.
Poemas de amor y de nostalgia
de dulzor y de campanas,
de escaramuzas que el tiempo hilvana.
Locuras que enhebra la madrugada,
turbadoras lumbres
de las viejas casas.
Las cartas de amor son ridículas,
como ridículas tornan las distancias.
Van en catapulta las palabras
y van de deuda pendiente,
como debe el ocaso a la alborada.
Ridículos son los versos
sí,
como ridículas son las cartas.