El amor o el deseo
Un sabio personaje sustenta una posición extraña. Cree que el amor, el romanticismo y la poesía son manifestaciones de una embriaguez esencial, de una bárbara estolidez. Señala que confía más en las decisiones de un borracho que en las de un hombre o mujer enamorados. En su línea, todo debe reducirse a sensaciones. Los sentimientos, peligrosos siempre, deben ser desechados.
A su doctrina la llama “Suprarrealismo”. Ha transitado por cañaverales filudos y ha pisado vidrios rotos. Lo suyo es el dolor y también el temor. La reserva es su sino y su doctrina fiera el ideal de sus nuevos combates.
En realidad este es el argumento de una extraordinaria novela que no culmino de leer y que denota el padecimiento de los poetas frente a las sinuosas vías de la vida. El protagonista asume que solo el racionalismo redime y que el sentimentalismo captura y condena.
Pronto les daré nuevas claves de esta novela que, además, contiene un poemario como anexo. Es el poemario del protagonista, pues la historia gira en torno a sus versos, su fracaso y su posición de combate, que es un siniestro colofón.
El autor señala que el poemario es un contrabando y que su único objetivo era darlo a conocer y para darlo a conocer debía esconderlo en las faldas de una novela, pues las novelas venden, los poemas no. El escribidor se reconoce como poeta, no como narrador.
Son 200 páginas de una novela y 60 de los versos más finos y profundos. Prestaré el ejemplar apenas lo relea otra vez. A quien me lo solicite, desde luego.