Y llegó el gran día
Algunos días atrás ya había empezado a experimentar una gran ansiedad. Que si me entra todo lo que necesito en la mochila, que ya no tengo tiempo para ver a nadie más, si la decisión es la correcta, si me pasará algo por allá…
Demasiada ansiedad que terminaba opacándose por mucha felicidad.
“¡Analucía, te vas a dar la vuelta al mundo, relájate!”
Dicen que las grandes decisiones son difíciles, y yo sentía que todo había pasado muy fácil y rápido. Simplemente sonreía, estaba feliz por la decisión y cuando me preguntaban:
“¿Pero no vas a extrañar a tu familia?”
Yo respondía relajadísima: “Ay, ¡pero hay Skype para conversar!”
Voy a extrañar a mi familia, con la que disfruto riéndome y burlándonos entre nosotros mismos.
Voy a extrañar a mi madre, mi gran ejemplo a seguir. Si no me hubiese tocado ella como mamá, tal vez yo no estaría ahora en una sala de embarque con un billete solo de ida, sin saber dónde estaré parada en 2 meses, o 4 o 6. Así como dijo una amiga tuya: “Lo que se hereda no se hurta”, y simplemente te agradezco por haberme criado de la forma en que lo hiciste. Por haberme hecho autosuficiente y enseñarme que si uno quiere lograr grandes cosas en la vida, tiene que buscarlas por sí mismo, que nada cae del cielo.
Gracias por mantenerme con los pies en la tierra y también por darme alas para volar. Esta gran aventura te la debo a ti, así que siéntete orgullosa de cada lugar en el que estaré y cada logro que tendré, porque será gracias a ti, al impulso que me dabas de comerme el mundo y querer ser mejor cada día.
Voy a extrañar a mi abuela, a quien tuve mucho cuidado al darle la noticia del viaje, porque sabía que tal vez no iba a tomar muy bien esta loca decisión de la nieta mayor-y favorita, aunque los chiquillos me quieran destronar-.
Mi abuela, quien me dijo: “Tal vez cuando quieras regresar, yo ya no esté aquí”, y mientras un gran escalofrío pasaba por mi cuerpo, yo le respondía sonriendo: “Ay abue, por favooooor, obvio que sí. Y si no regreso pronto, irás a mi matrimonio en Nepal o la India, en silla de ruedas, como sea, pero ahí estarás”.
A ella, quien mientras pasaban las semanas me decía que cada vez se sentía más tranquila y feliz, porque me veía muy organizada y estaba muy orgullosa de mí.
Extrañaré a la abuela moderna-a veces-, la que me sorprendió un día mientras desayunábamos:
“No sé si mi comentario es inapropiado, pero te recomendaría llevar “pastillas” por si algo pasase”. Mi abueeeeela de 85 años, qué vergüenza por Dios.
Voy a extrañar a mi hermano, a quien, aunque pasaba más tiempo jugando Winning o en la playa, sabe que cuando teníamos nuestras “conversaciones serias”, podíamos escucharnos y apoyarnos en el otro, para temas profesionales, amorosos y de la vida en sí. Prometiste cuidar de las mujeres de la familia que se quedan, así que en tus manos están. Pero también recuerda cuidarte seguir el ejemplo que dices que soy y buscar la felicidad, pero siempre siendo racional, mirando a futuro y dejando el pasado donde está. El pasado, pisado.
Tengo que agradecer también a mis mejores amigas, quienes son las cómplices de este sueño-y de cada aventura y anécdota de mi vida-, y a las que extrañaré, aunque la tecnología ayude a estar comunicadas y no me pierda ningún episodio de la vida limeña, sobre todo las largas conversaciones con unas chelas barranquinas o las filosofadas de la vida haciendo picnic en el malecón.
Ayer me desperté 6 a.m. para poder agarrar el vuelo y estallé en llanto dentro la ducha. Fue la primera vez que dejé salir mis sentimientos, pero por alguna razón, salí de la ducha, me sequé las lágrimas y todo siguió de lo más feliz.
Creo que nunca he sido de expresar mucho mis sentimientos, y parece que ahora no era la excepción, pero tal vez sabía que el trasfondo de todo era tan positivo, que no había motivo para estar triste.
Pensaba también-como las mujeres que pensamos mil cosas a la vez-: “Uy, olvídate de una buena ducha caliente por un tiempo”, y luego venía mi mamá con un gran jugo de fresa heladito recién hecho… (¿Quién me va a engreír de esa forma por allá?)
Quise disfrutar cada último minuto que tenía en mi casa. Con mi familia, con mis amigas increíbles que llegaron con regalos y los últimos minutos que recorría las calles limeñas.
Finalmente llegó el gran día y me llené de sentimientos, pero aunque puede haber mucha incertidumbre sobre qué pasará, estoy segura de mi decisión y sé que va a ser una experiencia increíble, no será fácil. Pero, ¿qué aburrido sería conformarnos con las cosas fáciles de la vida, no?
Millones de gracias por los buenos deseos, las increíbles vibras enviadas por amigos, familiares, conocidos y desconocidos. Por ser cómplices de esta aventura, por estar pendientes de cada paso, por sentir que los inspiro a poder dar también el gran salto.
Soy una chica peruana que simplemente decidió salir de su zona de confort e ir a recorrer el mundo en busca de historias increíbles. Si yo logré dar el primer paso ¿por qué tú no?