Me haces sufrir, Londres
Londres me encanta. Es un hecho.
Es más, como ya dije un par de veces en el blog, me encantaba antes de visitarla por primera vez. No sé, era una ciudad con tanta onda, con tanto por visitar, tanto genio musical, tanto tradición, tanta oferta cultural, que solo con pensar en ella ya me emocionaba.
Y sí, allá por Diciembre del 2010, cuando la visité por primera vez, me enamoré. Y ahora lo digo y lo corroboro, me encantaría vivir aquí una temporadita, creo que sería una experiencia alucinante. Sobre todo lo lindo que tiene la capital inglesa hablaré otro día (que seguro me pongo muy extensa), pero en estos días que estuve por allí, hubieron 5 cosas que me hicieron sufrir un poco, y aquí te las cuento:
1. SUFRO CON EL SENTIDO DEL TRÁFICO
¿Soy la única que sufre a la hora de querer cruzar una calle en Londres?
Leo muy claro en el suelo que tengo que mirar para un lado, pero no pues, mi cerebro mira para el otro lado, lo piensa dos veces, de ahí mira para ambos lados de nuevo y aún no se decide en cruzar. Y cuando ya me toca, y 4 personas cruzaron tan tranquilos, se puso en rojo y ¡ahí me quedé!
Y es que en Londres no es el único sitio donde sufrí de esto, en Dublín la semana anterior también, y en varios países de Asia lo mismo.
Me acuerdo claramente una vez que andábamos con un amigo paseando en moto por Tailandia, por un pueblo súper tranquilo, pero ahí andábamos dando vueltas, cuando de repente vimos un auto venir frente a nosotros, y le gritamos tipo: “¡Estás mal!”, pero no, obvio que no, los que andábamos en contra (y hace rato, además) éramos nosotros. ¡De la que nos salvamos!
Como me interesó el tema, googlée, y me salió este dato interesante: El 34 % del mundo (considerando la población de los países) conduce por el lado izquierdo de la carretera, mientras que un 66 % lo hace por la derecha. Asíiii que, siguiendo los numeritos, “nosotros”, somos los que estamos bien. Pero bueno, aunque pensamos que tenemos la razón, hay que adaptarse a cada ciudad; así que ¡mirar dos veces antes de cruzar en Londres!
2. SUFRO CON QUE OSCUREZCA A LAS 4PM
Nunca fui una “morning person” y no tengo ninguna intención de serlo, para mi el sueño es sagrado y lo puedo catalogar como uno de los grandes placeres de la vida; pero cuando hay que abrir el ojo obligatoriamente para hacer un trekking por las montañas Tatra en Polonia, o para una clase de yoga en Rishikesh en la India, pues bueeeno, ¡lo hice!, pero no siempre pues.
Londres es una ciudad que para los planes que tenía, no me exigía despertarme TAN temprano, entonces tipo 10am, desayunando tranquilamente en el increíble Wombat´s City Hostel (que lo amé, por cierto) y luego ya lista a las 10:30am, podría ser una buena hora para explorar la ciudad.
Pero ¡plin!, vas a pasear por sus parques, visitas algún mercadito hipster, luego te tomas fotos en el Tower Bridge y terminas comiendo Fish-n-Chips cerca al Támesis, y cuando te das cuenta, ¿qué pasó?
¿En qué momento llegaron las 8 de la noche?. Y es que no, no son las 8 de la noche, pero el cielo londinense se empezó a apagar, tu cerebro reacciona a esta falta de luz, te empiezas a sentir cansada y ya quieres ir a dormir, o bueno, no nos mintamos, ir a hacer una siestecita para luego ir a tomar unas cervecitas a algún bar.
Pues eso, que si no te apuras en hacer todo cuando todavía hay luz, de verdad que luego es bien complicado poder aprovechar la ciudad.
En todo caso, lo que traté de hacer, por ejemplo, era hacer los planes más outdoors tempranito, y luego terminar el día con un par de horas en el Tate Modern (¿ya les dije que es mi museo favorito del mundo mundial?) o el National Portrait Gallery (que también me encanta)
3. SUFRO CON PERDERME EN EL UNDERGROUND
A ver, que si tengo una cualidad que nadie puede refutarme es que, algo ubicada, a nivel de espacios y lugares, soy. Manejo bien las direcciones, aunque no sea mi ciudad, y aunque no se hable español o inglés, se por donde moverme, para donde ir en general, pero es que Underground londinense, ¡tú sí que me haces sufrir!
Les juro que hasta el metro de Moscú, con el alfabeto totalmente en cirílico (se las pongo así de clara, para tratar de ver a qué estación ir, tienes que descifrar cada letra que es como intentar entender un mensaje estilo Matrix o algo así) me parecía más fácil.
Y algo que hablábamos justamente con mis amiguitos argentinos ahí sentados esperando el tren – que no estábamos muy seguros si estábamos en la plataforma correcta – es que están bien organizados, a nivel de tiempos y eso, pero claro, es tan grande, tienen tantas líneas, y por una misma plataforma pueden pasar 3 trenes diferentes, que ¡aaaay mamá! si te subes al tren equivocado. Y obvio, me pasó pues, pero no ahora felizmente sino mi primera vez en Londres en el 2010.
Cuando me di cuenta que estaba yendo en el tren equivocado ya era muy tarde, y creo que perdí como 45 minutos en tratar de regresar al que tenía.
Y yo no se a ustedes, pero me da tanta vergüenza cuando me pasa eso. Es una tontería, pero siento que cuando me percato que me equivoqué, todo el vagón también se enteró y piensan: “aaaay esta chiquita, se nota que es nueva”. Es una tontería en serio, pero bueno, supongo que con un poco más de práctica el underground londinense terminará arrodillado a mis pies.
4. SUFRO CON EL INGLÉS BRITÁNICO
A ver, no considero tener el mejor inglés del universo, pero me defiendo y puedo entender claramente y darme a entender.
He crecido viendo películas y series en inglés, hasta he tenido trabajos donde la mayoría de cosas las hacíamos en este idioma, y también, ya después de un año hablando el 90% del tiempo este idioma, pues tu oído se desarrolla más.
Pero es que no sé, yo me siento más cómoda hablando con un surfer californiano bronceado de 28 añitos, así en su inglés tan fácil de entender. Bueno, ya, no necesariamente tiene que tener todas esas cualidades, pero que en serio, ¡qué digerible puede ser el inglés americano!
Recuerdo – y me rio mucho cada vez que lo recuerdo -, cuando una vez en un bar de Hanoi, en Vietnam, se me acercó un escocés a coquetear. Obviamente, sabía que estaba coqueteándome pues, eso se nota en la comunicación gestual y corporal, pero les juro por mi madrecita, que no le entendía ni una palabra de lo que decía. No es que el chico estuviese con demasiadas cervezas encima, se le veía bien decentito, pero le pedía por favor que me repita lo que decía, que hable más lento, y aún así, no le entendía ni papa.
Fue muy divertido porque simplemente la comunicación verbal no fluía, y eso que el pobre se esforzaba demás.
Bueno, con el británico me pasa un poco parecido. Puedo entenderlo un poco más, pero igual es cerrado y me cuesta. ¿No les pasa a ustedes? Aparte, no sé, en cualquier otro lado, voy pido algo o le hablo a alguien en mi inglés latino, y me entienden; y aquí ya van varias veces que me responden con un: “Pardon?”.
Sufro, de verdad que sufro. Pero bueno, igual ¿no?, supongo que será cuestión de que el oído se acostumbre.
¡Ah! By the way, sí creen que sufren con el británico, vayan a hacer amiguitos neozelandeses o sudafricanos, que yo los que conocí en el viaje me hicieron sufrir con su gracia de cambiar las palabras y hablar raro. Para la próxima, les enseñamos castellano (algo más que “Dos cervezas, por favor”), y así todos contentos.
5. SUFRO CON EL CLIMA BIPOLAR
Es que señores, uno no sabe con que salir vestida, porque un día te sale un sol resplandeciente, te emocionas, entras al Tesco un ratito a comprar una Coca-Cola heladita, y cuando sales ya está lloviendo. Que todo bien con que sieeeeeempre haga frío, me gusta y todo, pero aquí es que no sabe decidirse.
Y claro, es que cuando llueve, ¿quién tiene ganas de pasear?, ¡qué decepcionante es pasear por su río con ese clima!…
Y si algo me recuerda Londres a mi querida Lima es también su cielo gris panza de burro, muuuuy pocas veces lo puedes ver así azul, bonito, ese cielo que te pone de buen humor… y su neblina, eterna neblina… Una paga su entrada, hace su colita, sube emocionada al London Eye, y la querida neblina decide interponerse entre el Big Ben y tú… Lindo, a ver como le dices al señor que te de una vuelta más, que en ese momento preciso del selfie, solo te ves tú y un fondo gris, y que así, nadie creerá que estuviste de Eurotrip.
¿Y cuando empiezan los vientos huracanados junto con la lluvia? ¿También has sido víctima de esa pelea entre tu paraguas y el viento que lo dobla, lo rompe, te jala fortísimo y parece misma batalla de Start Wars, entre tu paraguas y tú? Y eso, por supuesto, mientras intentas cruzar por una calle donde el sentido vehicular es al revés, y ya son las 3pm que parecen las 10pm… ¡Hermoso!
Pero igual mi Londres lindo, así con estos 5 sufrimientos yo te quiero, y me encantas.
Supongo que son parte de tu encanto, supongo que una aprende a convivir con ellos. Si no fueses Londres lluvioso, ¿qué serías?, si no fueras Londres con ese acento tan de lord, tan british (que hay que decir a muchos les encanta y fascina) no serías tú, pues…
Así que mantente así, con esas cualidades que te hacen único, y muchos te seguirán sonriendo así como yo en la foto.
Así como dice una frase que leí ayer y me encantó: “When a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford.”
Y ahora, a celebrar y tomar cervecitas hasta las 12 de la noche nada más, que los bares cierran a esa hora, aquí en mi querida Londres.