“Pronto totalmente renovada”. La tierra que, año a año, ha ido acumulándose sobre el cartel colocado por la Municipalidad de Chorrillos impide distinguir la promesa a primera vista. Detrás se alza el aún inacabado complejo deportivo San Genaro, un estadio que empezó a construirse hace más de una década, cuando Augusto Miyashiro Yamashiro –hoy sentenciado por corrupción– pugnaba por su cuarto mandato consecutivo en el distrito.
La obra comenzó en el 2012 con un desembolso de S/3′738.665, según el Ministerio de Economía y Finanzas. Para entonces, Miyashiro Yamashiro ya había sido reelecto por tercera vez. En el 2013, se gastaron en el proyecto más de S/3 millones y en el 2014 casi S/2,5 millones. Los dos años siguientes, no se registró inversión.
El 12 de enero del 2017, en el quinto período ininterrumpido de Miyashiro, el municipio chorrillano compartió en Facebook un telegráfico post: “Trabajos continúan-obra construcción de estadio San Genaro”. En las fotos que acompañan el mensaje, se observa el esqueleto del recinto deportivo: tribunas a medio construir, varas de fierro, vigas de madera. Ese año, casi S/3,5 millones de las arcas distritales se invirtieron en la obra; y en el 2018, casi S/4,5 millones.
Legado de concreto
El estadio de San Genaro es un proyecto distrital, pero también familiar. Electo para el período 2019-2022, Augusto Miyashiro Ushikubo continuó la obra de su padre. En el primer y último año de su administración, se gastaron ahí S/5,5 millones. Durante la pandemia, el espacio se utilizó para la entrega de víveres “a las familias con mayor vulnerabilidad”.
Fundado en las faldas de un cerro hace 44 años, San Genaro es un asentamiento humano con evidentes vulnerabilidades: solo hay agua potable entre las 5 a.m. y la 1 p.m. y el asfaltado de pistas no se ha terminado. La accesibilidad es otra urgencia.
En diciembre pasado, un informe de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) concluyó que la “existencia de pendientes pronunciadas, radios de giros inapropiados (muy cerrados), dificultad para la circulación vehicular, además de tramos de vía en trocha”, impide que en el lugar se establezca “la operación segura de un servicio de transporte público regular de pasajeros”. Buses y coasters cubren apenas un tramo de la ruta, la cual completan mototaxis y combis.
“El lugar tiene todas las características adversas: las calles son irregulares, las pistas y veredas se han hecho después de que la gente ha ocupado [el barrio]. Las casas son producto de la autoconstrucción”, expresa el arquitecto José Antonio Vargas Vía, docente de la UNI especializado en planificación urbana.
Bases endebles
En noviembre del 2022, en el tramo final del período de Miyashiro Ushibuko, el gerente municipal de Chorrillos, Luis Alberto Vega, aseguró que el complejo tendría capacidad para 15.000 personas, además de palcos, estacionamientos y otras bondades.
“En Lima Metropolitana no existe algo similar. [Queremos] dejar mínimamente [listo el estadio] para que la población y los equipos profesionales de fútbol puedan hacer uso del mismo. Este es un estadio que cumple todos los estándares para jugar partidos de fútbol, inclusive internacionales”, agregó Vega.
El Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE) dispone que para la construcción de espacios para recreación y deportes con un aforo superior a 3.000 personas se requieren –además de un expediente técnico– estudios de impacto vial y ambiental.
El RNE indica también que debe tenerse en cuenta la “factibilidad de los servicios de agua y energía”, la “facilidad de acceso a los medios de transporte” y la “facilidad de acceso y evacuación de las personas”, entre otros requisitos.
“En esta zona, no veo recomendable un estadio para tanta gente. Tener a 15 mil personas en simultáneo es una barbaridad. Para construir cualquier obra, la premisa es preservar la vida humana”, opinó Vargas Vía tras una visita al estadio.
Silencio técnico
A través de la ley de transparencia, El Comercio solicitó los referidos documentos. La respuesta fue rotunda: no existen. Días después, en una entrevista telefónica, el gerente de Desarrollo Urbano del distrito, Luis Felipe Gamarra Quintana, informó: “Cuando entramos a esta gestión, no se encontraron documentos, no había expedientes [técnicos]”.
Gamarra relató que la gestión de Fernando Velasco –el primer alcalde chorrillano en 24 años que no apellida Miyashiro– pretende culminar la obra, pero antes deben resolverse “algunos defectos y problemas de tipo estructural” que detectaron “que podrían generar problemas”. En otras palabras, la construcción del estadio de San Genaro está paralizada. Por ahora.
En el 2023, la comuna chorrillana contrató una consultoría por el “servicio de evaluación y reformulación del expediente técnico del saldo de obra”, a fin de “identificar los daños estructurales existentes” en el estadio. La evaluación está en marcha, costará más de S/800.000 y culminaría –afirmó Gamarra– a fines de este año.
El arquitecto Vargas Vía señaló que el análisis se centra en el componente estructural, pero se ha obviado un detalle fundamental: el accidentado entorno donde está edificándose. “El tema urbano es el más crítico ahí. [En la convocatoria] todos los profesionales son de suelos y estructuras, pero ninguno es experto en vialidad o impacto ambiental”, destacó el experto.
Consultado por este Diario sobre la necesidad de estudios ambientales y viales para un espacio en el que se concentrarían miles de personas, el vocero de la Municipalidad de Chorrillos respondió: “Eso se lo tenemos que decir a la anterior gestión, ¿no? ¿Cómo construyó un estadio sin considerarlo? Nosotros vamos a continuar la obra en su momento, cuando tengamos que hacerlo. ¿Alguna pregunta más?”.
Finalmente, el economista Álvaro Cubas, del Consejo Privado de Competitividad, comentó que “desde su inicio, la predictibilidad indicaba que el proyecto [del complejo deportivo] no iba a terminarse”.
“A nivel de gobiernos regionales y locales, solo el 1% de proyectos que iniciaron su ejecución financiera entre el 2012 y el 2020 se cerraron. Hay un gran número de proyectos que no se continúan o quedan medio zombis por ahí, año a año. Este caso de estadio es un vivo ejemplo de eso. […] Lastimosamente, este estadio es un buen ejemplo de lo que termina siendo la gestión de la inversión pública”, cuestionó Cubas.
Mientras tanto, la promesa de un estadio para San Genaro sigue envejeciendo.