Al cierre de esta columna, el escándalo de los audios presidenciales acababa de airearse y el Congreso terminaba de aprobar la moción para debatir la vacancia presidencial. Sin embargo, con algo de sorpresa, vimos que el impacto inmediato en la economía y el mercado financiero y cambiario local fue marginal.
En efecto, este viernes el tipo de cambio subió de 3,55 a 3,57; el riesgo país medido como el rendimiento de los Bonos del Tesoro de Perú a 10 años subió de 3,41% a 3,42%; y el índice general de la Bolsa de Valores de Lima (BVL) solo cayó un 0,4% en el día. Todas las anteriores, fluctuaciones ‘normales’ para una economía emergente como la peruana.
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No es que la política no afecte la economía, lo que pasa es que en el caso peruano nuestros problemas sanitarios, económicos y sociales son tan dramáticos que una crisis política encima de todas las demás ya no nos hace mella. Si el Congreso esta debatiendo vacar al presidente ya ni sorprende ni mueve al mercado. Como dice el titular, es llover sobre mojado.
Pero no debemos caer en la complacencia, estas crisis políticas sí tienen un efecto en la estructura y fibra económica del país en el mediano y largo plazo. Nos van minando, nos quitan credibilidad y competitividad en una economía global cada vez más exigente. Sobre todo, si a este último escándalo lo ponemos dentro de un contexto y la tendencia que marcan la abortada ley anti peajes, los proyectos para controlar precios y prohibir los intereses bancarios, los proyectos anti AFP y ONP y todas las demás ideas populistas lanzadas por nuestro parlamento. Es como un edificio del cual cada día vamos quitando un ladrillo, llegará un momento que el ladrillo que quitemos hará colapsar toda la estructura.
En esa línea de ideas, si las clasificadoras de riesgo mundiales hacen bien su tarea y ven un poco más allá de las cifras, no debería sorprendernos que en los próximos meses nos bajen el ‘rating’ al país, e incluso podamos perder la categoría de grado de inversión que tantos años, sacrificios y esmero nos costó ganar.
CRISIS TODAVÍA POR VENIR
Nuestros políticos parecen no entender la seriedad y la crudeza de los tiempos que vivimos y viviremos el resto del año y el 2021. Si bien la crisis sanitaria pareciera (ojalá) estar siendo lentamente controlada, la peor parte de la crisis económica y social está todavía por venir, sobre todo considerando las elecciones presidenciales del próximo abril.
Si a todo lo anterior, le añadimos que nuestros políticos están convirtiendo al país en un nuevo Macondo, con interpelaciones, vacancias y proyectos de ley trasnochados e inaplicables, dignos del realismo mágico de García Márquez, estaremos viviendo los próximos meses una tormenta perfecta.
En setiembre de 1822, José de San Martín, antes de partir a Francia, en su carta de despedida al pueblo peruano nos decía: “Que el acierto presida a vuestros destinos y que estos os colmen de felicidad y paz”. “Os dejo establecida la Representación Nacional, si depositáis en ella una entera confianza, cantad el triunfo; si no, la anarquía os va a devorar”. Casi 200 años después, las palabras del generalísimo mantienen su vigencia y resuenan más que nunca.
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