Por Claudio García Salgó, Director Global de Ventas en ProducePay
La sociedad actual es cada vez más consciente del impacto ambiental y ético generado por el desperdicio de alimentos, así como la pérdida económica derivada de éste, tanto en la producción como en su distribución. Frente a ello, nace un nuevo desafío para los actores de la industria alimentaria: reducir el desperdicio de comida, sobre todo aquellos productos más perecederos pero con alto valor nutritivo para la población, es decir, los productos hortofrutícolas.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor del 30-40% de la producción total de alimentos se pierde antes de llegar al mercado, debido a problemas que van desde el uso inadecuado de los insumos hasta la falta de instalaciones adecuadas de almacenamiento, procesamiento o transporte de postcosecha.
Para contrarrestar este problema, se han implementado iniciativas globales y locales, mediante campañas consistentes en promover programas de redistribución de alimentos y mejoras en las prácticas empresariales, desde la producción hasta la puesta en anaquel de los cultivos alto perecederos.
Es así como surgen nuevas soluciones tecnológicas que abordan este tema desde varias aristas, como por ejemplo el desarrollo de aplicaciones que permiten a los usuarios acceder a volúmenes de producto excedente o con defectos de campo (color o forma), los cuales no comprometen su contenido nutricional pero que, de lo contrario, serían desechados.
Asimismo, y un poco más al principio de la cadena de suministro, aparecen soluciones innovadoras como Visibility de ProducePay. Esta plataforma – combinando tecnología con conocimiento agronómico humano in situ – permite a los agroexportadores reducir en un 90% los rechazos de sus envíos hortofrutícolas al extranjero, evitando así que toneladas de producto sean desperdiciadas.
En promedio, estos productos agrícolas recorren más de 2.500 kilómetros. En su trayecto, pasan por muchos intermediarios, en ocasiones, llegan a cambiar de marca (re-etiquetado) y aumentar su precio hasta 6 veces más de lo pagado al productor antes de llegar a su destino.
La contribución en el desperdicio de alimento se origina en dos puntos nodales, del campo a las tiendas minoristas (retailers) y en los hogares. La contribución, sin embargo, a dicho desperdicio se presenta en su gran mayoría en el “tramo” del campo al retailer, ya que, en promedio, el 5% del volumen exportado es rechazado por estos compradores a su llegada a los centros de distribución, debido a condiciones de calidad o especificaciones de producto que no cubren sus exigencias, lo que implica que gran cantidad de estos alimentos terminen en la basura.
En este sentido, a través de Producepay se logró disminuir la tasa de rechazo de producto a casi menos del 0.5%, en virtud de que se monitorea el producto desde el campo y durante todo su trayecto a los centros de distribución de los grandes compradores, canalizando solamente el producto que cumple en su totalidad con las especificaciones de los retailers y se evita exportar aquel producto que no cumpla con ellas, encontrando canales alternativos para su venta. De esta forma, ni el agricultor, ni el retailer, ni el planeta pierden.
Esto es aún más interesante cuando lo ponemos en cifras. Por ejemplo, si en 2023, Chile exportó a Estados Unidos alrededor de 5 mil toneladas de palta, valoradas en 18 millones de dólares, con esta innovación se habría evitado la pérdida de 300 toneladas de palta, lo que se traduce en 1 millón de dólares en comida que para ese año probablemente termine en la basura.
La industria hortofrutícola continúa dando pasos en la reducción del desperdicio de alimentos en colaboración con grandes líderes del sector, quienes se comprometen – de manera activa y concreta – a invertir recursos para encontrar soluciones innovadoras y justas para todas las partes, con el fin de contrarrestar esta realidad social que nos afecta y compromete a todos.
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