Mutante de nivel Omega, con poderes telepáticos y telequinéticos. Huésped de la entidad cósmica autodenominada “Fénix”. Novia de Cíclope y obsesión de Wolverine. Los mayores asociábamos el rostro de Jean Grey a la sobria actriz Famke Janssen, quien la interpretó en cinco películas de los X-Men. Para las generaciones jóvenes, Sophie Turner deja el trono de Invernalia para encarnar su versión adolescente en “X-Men: Apocalipsis” y ahora en “Dark Phoenix”.
Creada por Stan Lee y Jack Kirby, una de las primeras figuras del clan mutante salió a la luz con el nombre de Marvel Girl en setiembre de 1963, en las páginas del primer número de “X-Men 1”, junto con Iceman, Angel, Beast y Cíclope. Entrenados por el Profesor X, desde el inicio estos jóvenes con serios problemas de autoestima tuvieron una agitada agenda llena no solo de peligrosas misiones, sino también de movidas editoriales. En efecto, Marvel convocó para los guiones y dibujos de esta serie a una legión de notables historietistas, como pueden ser Alex Toth, Jim Steranko y Neal Adams. Sin embargo, tantos talentos juntos produjeron una serie de sismos y desajustes. Historias que en un momento tenían una determinada orientación y al poco tiempo tomaban la contraria, muertos que resucitaban al número siguiente, apariciones oportunistas de otros héroes de Marvel y deslices por el estilo. Sumida en la mediocridad y escasas ventas, los X-Men se despidieron en marzo de 1970. Nadie los extrañó.
—Como el ave Fénix—
Cinco años después, Marvel decidió darle una nueva oportunidad a los mutantes. No a todos: solo regresaron Jean Grey, Cíclope y pocos más. De regreso a la escuela del Profesor X, ahora los X-Men tenían al joven Chris Claremont como guionista y a Dave Cockrum como artista. Como el Fénix, la serie encendió de nuevo, sumando a la tropa a mutantes tan problemáticos como Nightcrawler, Wolverine, Banshee, Storm, Sunfire o Coloso. Con los excelentes y melodramáticos argumentos de Claremont, la cofradía mutante atravesó su mejor época. No solo repartían golpes y lanzaban rayos: también mostraban sus caras ocultas, compartían su sensibilidad y sus dudas de identidad. Y si la serie renació de las cenizas, un personaje asumiría el poderoso símbolo mitológico. El Fénix extendió sus alas de fuego por primera vez en 1976, en el número 101 de “Uncanny X-Men”.
—Igual que el cómic—
Olvide todo lo que vio en “X-Men: The Last Stand”, la desafortunada entrega de la trilogía original dirigida por Brett Ratner. Una cinta errónea y confusa, que apenas rasca la superficie de lo que un personaje como Jean Grey podía dar.
En efecto, aquella cinta redujo a Fénix a ser una doble personalidad de Jean Grey, una esquizofrenia reprimida telepáticamente por un Profesor X convertido en un inhibidor de las posibilidades de su alumna. Los cómics, por el contrario, contaron, hace ya 40 años, una historia muy diferente, que “X-Men: Dark Phoenix” ha sabido recoger.
Lejos de ser una alucinación o una alteración de la personalidad, Fénix era un personaje tan real como los demás creados por la dupla Lee-Kirby. Como es el caso de Venom en el Hombre Araña, Jean Gray toma contacto con una entidad inmortal y alienígena, formada por energía pura y que encontrará en el cuerpo de la joven un cómodo huésped. No es de extrañar que alguien en Fox decidiera darle a esta historia una segunda oportunidad. Así, tanto en el cómic como en el cine, la historia comienza en una nave espacial dañada que lucha por volver a entrar en la atmósfera terrestre. En la historieta, ella dirige la nave telepáticamente y al mismo tiempo trata de protegerla de la radiación de una tormenta solar usando un escudo kinético. Un sacrificio que se plasma con una estética de hermosa sicodelia, mostrando Cockrum su enorme deuda con el maestro Jim Esteranko.
Al llegar a la tierra, la nave cae al mar. Los héroes han salido a flote y se preocupan por Jean, a quien la radiación ha dejado mal herida. Sin embargo, poco después, podemos apreciar cómo la telépata ha sido drásticamente alterada: elevándose del agua, vistiendo un nuevo atuendo, exclama: “¡Escúchemne X-Men! No soy más la mujer que ustedes conocían. Yo soy fuego encarnado, ahora y por siempre. ¡Yo soy Fénix!”. Tras tal despliegue, se desvanece y cae al agua nuevamente, para ser auxiliada por sus compañeros. Después de regresar a la mansión del Profesor X y que el médico les revele que su compañera se recuperará, todos respiran aliviados. Cíclope, incluso, se encierra en una habitación para llorar y agradecerle a Dios por el milagro. Sin embargo, conforme avance la aventura, no hay razones para la alegría: Fénix se materializará nuevamente cuando la emperatriz Lilandra, del Imperio Shi’ar, se teletransporte a la tierra con el fin de capturar a Jean Grey. En el filme, este personaje será interpretado por Jessica Chastain.
“X-Men: Dark Phoenix” es dirigida y escrita por Simon Kinberg, quien recluta nuevamente a James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Alexandra Shipp, Tye Sheridan y Kodi Smit-McPhee. Nunca los X-Men se habían enfrentado a un ser cósmico. El buen Peter Parker se angustia repitiendo en su cabeza aquella frase del tío Ben: “Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. ¿Qué sucede ahora cuando un poder extra puede llevarnos a la destrucción?
En recuerdo de Famke Janssen
“X-Men 2”, filme de Bryan Singer, nos dejó una imagen memorable: en fondo del lago Alkali, el rastro del Fénix. Sin embargo, poco atento al cómic original, el director Brett Ratner arruinó el final de la trilogía proponiendo una Jean Gray desdoblada en un curioso caso de esquizofrenia mutante, convertida en servil arma de Magneto. No era el mejor final para el papel que tan bien encarnó Famke Janssen.