Bordeando los 4 mil metros sobre el nivel del mar, el sonido de vientos, tambores y matracas anuncia un desfile de coloridos trajes y exageradas máscaras con ojos desorbitados y lenguas exhaustas, que representan el trabajo duro en esa altura donde no alcanza el oxígeno. Es la tradicional morenada, danza de acompasada belleza, que se celebra con idéntico frenesí en La Paz o en Puno, en Oruro o en Juliaca.
Emblema altiplánico que, como ya ha ocurrido anteriormente, hoy se empaña por una polémica sobre su originalidad o autoría. La vieja controversia ha revivido con la declaratoria de esta danza como Patrimonio Cultural de la Nación, decretada por el Ministerio de Cultura el último domingo. Más específicamente, las danzas morenada, rey moreno y rey caporal de Puno, populares sobre todo en la festividad de la Virgen de la Candelaria.
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📢 El día de hoy se ha declarado a la Danza Morenada, Rey Moreno y Rey Caporal 🔝 del departamento de Puno como Patrimonio Cultural de la Nación. pic.twitter.com/xYJVKlKi6J
— Ministerio Cultura (@MinCulturaPe) May 9, 2021
Un anuncio que ha motivado el reclamo oficial por parte del Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización del Estado Plurinacional de Bolivia, que asegura que esta manifestación folclórica les pertenece.
“La danza la morenada y sus personajes centrales, entre ellos, el rey moreno, la danza de los Caporales, forman parte del Carnaval de Oruro Bolivia, proclamado por la Unesco en el año 2001 como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad e inscrito el 2008 en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad″, señala el pronunciamiento emitido por el ministerio del país vecino.
¿DÓNDE NACIÓ?
La tradición se remonta a la época virreinal, con la llegada de los primeros esclavos negros a realizar trabajos en las minas del altiplano. El historiador puneño René Calsín explica que se tiene registro de esa presencia gracias al jesuita italiano Ludovico Bertonio, quien radicaba en Juli, Puno, y documentó sobre la población negra en 1602.
La representación de estas tropas de esclavos, así como de sus caporales, habría conjugado con algunas danzas o manifestaciones de origen prehispánico, que poco a poco fueron evolucionando, como cualquier manifestación cultural. “Durante la colonia –escribe Calsín–, a pesar de la política de adoctrinamiento que se sustentaba en la extirpación de idolatrías, sobrevivieron numerosas danzas”.
La transformación y perfeccionamiento del baile, los trajes y la música de los denominados morenos se siguió dando con el correr de los siglos y fue innovando en el Virreinato. Hasta ese momento, todo ocurría en el escenario altiplánico como una zona geográfica única, con ciertos matices regionales que se daban de forma natural.
Recién en 1825, como explica también Calsín, ocurre la delimitación fronteriza entre Puno y la república de Bolivia. Y es probablemente allí que se da el germen de los problemas actuales. Un conflicto sumamente difícil de resolver, debido a que en materias culturales cualquier frontera resulta casi imperceptible.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Es en esa línea que va la respuesta del Ministerio de Cultura del Perú a la molestia boliviana. En un comunicado difundido el último martes, la cartera señala que la declaratoria de la morenada como patrimonio se ajusta a las normas de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, ratificada por el Perú en el año 2005.
Pero, quizá más importante, el Ministerio de Cultura aclara que la misma “no manifiesta o afirma el derecho de exclusividad o de denominación de origen de la danza o de algún personaje propio de nuestro origen altiplánico”. Y en eso se diferencia de otras disputas, como la peruano-chilena en torno al pisco, por mencionar solo un ejemplo.
El Comercio intentó conversar con algún funcionario del ministerio para ahondar en el tema, pero desde la cartera informaron que no habría más pronunciamientos al respecto.
Para el escritor puneño y estudioso del folclor Omar Aramayo, lo que se discute en este caso es el origen de la morenada, lo cual no tiene nada que ver con el concepto de propiedad. “Su creación [la de la morenada] obedece a un largo proceso histórico, en un espacio llamado Perú y Alto Perú, cuando no existía Bolivia; en un territorio cultural que es el Altiplano del Kollao o Kollasuyo, cuya pakharina sagrada es el lago, con su ciudad capital Puno”, escribió el autor en su cuenta de Facebook.
Haciendo una comparación con otra danza como la diablada, y varias otras manifestaciones, Aramayo señala que estas “son dinámicas, se transforman, [y] también los pueblos, la gente, lo son”.
De hecho, una confirmación del incierto origen de la morenada puede observarse en las diferencias que existen entre dos teorías importantes dentro de la misma Bolivia: la orureña y la paceña. En ambas ciudades existen hipótesis diferentes sobre su surgimiento. Y los matices en su representación son parte de la propia riqueza y diversidad cultural de esta manifestación.
PATRIMONIO COMPARTIDO
Desde luego, en Bolivia han surgido también argumentos de defensa (como los de Napoleón Gómez Silva, presidente de la Organización Boliviana de Defensa del Folklore), que intentan demostrar la autoría histórica de la morenada. Son evidencias interesantes y atendibles.
Sin embargo, como explica el historiador René Calsín, para discutir sobre los orígenes y la evolución de la morenada conviene entenderlas como “innovaciones y no creaciones”. Un detalle importante que refrendaría la paternidad mutua entre Perú y Bolivia, basada en el intercambio constante y su dispersión.
En tiempos difíciles como los que vivimos, con las grandes festividades y manifestaciones culturales colectivas suspendidas, convendría buscar mecanismos para asegurar su supervivencia, en lugar de razones para avivar viejos e irresolubles conflictos.
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