
Realizar de inmediato cualquier tarea que tome menos de 60 segundos puede ser una estrategia sencilla pero efectiva para mantener el orden y mejorar la productividad, según los expertos.
Las tareas domésticas pueden parecer abrumadoras: montañas de ropa por lavar, platos acumulados en el fregadero y polvo en los estantes; sin embargo, aplicar la regla de los 60 segundos puede hacer que todo sea más manejable.
“Crea un hábito que reduce el desorden”, explica la terapeuta estadounidense Mikela Hallmark al Daily Mail.

La idea es simple: si una tarea toma menos de un minuto, como recoger la ropa del suelo o limpiar una encimera, hay que hacerla de inmediato. Esto ayuda a liberar espacio mental y permite enfocarse en actividades más importantes, ya sea pasar tiempo con seres queridos o desarrollar una pasión personal.
“Cuando sé que algo me tomará solo un minuto, me siento más motivada para hacerlo en el momento”, añade Hallmark.
Además, esta regla puede ser especialmente útil para quienes suelen procrastinar o tienen dificultades para concentrarse. Completar pequeñas tareas evita que se acumulen y se conviertan en una fuente de estrés.

“Es un método eficaz para quienes se sienten abrumados por el desorden o tienen problemas con la concentración y la pereza”, señala la experta.
Formar hábitos no es fácil, pero establecer un marco de tiempo concreto puede hacer la diferencia. Para quienes tienden a postergar, aplicar esta regla puede ser el primer paso para romper el ciclo de la procrastinación y recuperar el control de sus pendientes.

¿Por qué procrastinamos y cómo evitarlo?
Según el New York Times, la procrastinación no es simplemente pereza, sino un problema de gestión de emociones. Ocurre cuando posponemos tareas importantes para evitar sentimientos negativos como el estrés, el miedo o el aburrimiento. En lugar de enfrentar estas emociones, buscamos alivio temporal en actividades más placenteras, aunque sepamos que esto nos perjudica a largo plazo.
Para evitar la procrastinación, es fundamental reconocer y manejar nuestras emociones. El citado medio sugiere dividir las tareas grandes en pasos más pequeños y manejables, lo que reduce la sensación de agobio y facilita el inicio. También recomienda practicar la autocompasión y evitar la autocrítica, ya que la culpa y la vergüenza solo empeoran el problema.
Además, es útil identificar los patrones de procrastinación y las distracciones que nos desvían de nuestras tareas. Establecer horarios y prioridades claras, así como crear un entorno de trabajo libre de distracciones, puede ayudarnos a mantener el enfoque. Finalmente, recordar nuestros objetivos a largo plazo y visualizar los beneficios de completar las tareas puede proporcionarnos la motivación necesaria para superar la procrastinación.











