
El 4 de julio, mientras el país celebraba su independencia, una estudiante destacada fue deportada a Guatemala. ICE la detuvo y expulsó, dejando en shock a su comunidad. Casos como ese no son aislados. El miedo se ha esparcido por vecindarios, escuelas, y ahora incluso por los templos.
Ese temor ha llegado tan lejos que el obispo de San Bernardino, Alberto Rojas, ha tomado una medida sin precedentes: suspender la obligación sagrada de asistir a misa dominical en toda su diócesis, que atiende a más de 1.5 millones de católicos en el sur de California.
“Existe un miedo real que se ha apoderado de muchos miembros de nuestras comunidades parroquiales”, expresó el obispo en un comunicado. “Temen que si se aventuran a salir a cualquier lugar público serán detenidos por los agentes de inmigración. Lamentablemente, eso incluye asistir a misa”.

Redadas de ICE en iglesias
La decisión surge después de que agentes federales ingresaran a dos propiedades parroquiales y detuvieran a varios inmigrantes. Ante la creciente ansiedad, Rojas optó por ofrecer esta dispensa pastoral, que históricamente solo se ha aplicado en circunstancias graves, como la pandemia del COVID-19.
El obispo Rojas, oriundo de Aguascalientes, México, se mostró profundamente conmovido por la situación. “La mayoría de ellos están aquí porque querían salvar a sus familias; no tenían otra opción. Con toda la preocupación y la ansiedad que sienten, quería quitarles, por un tiempo, la carga que pueden sentir al no poder cumplir con este compromiso”.
En sus palabras, esta acción no solo es un gesto de compasión espiritual, sino un llamado urgente a repensar el trato a las personas inmigrantes. “Esto no es propio del Evangelio de Jesucristo... Pido a todos los líderes políticos que reconsideren inmediatamente estas tácticas en favor de un enfoque que respete los derechos humanos y la dignidad humana”.
La diócesis que dirige se extiende por los condados de Riverside y San Bernardino, donde más del 50% de la población es latina, según datos del censo. La Iglesia en esa zona ha sido durante décadas un refugio espiritual para muchos inmigrantes indocumentados.

Organizaciones religiosas como Inland Congregations United for Change han respaldado la medida del obispo. Su pastor, Omar Coronado, la calificó como “un acto extraordinario de valentía moral y cuidado pastoral”. Aseguró que, en momentos de miedo e incertidumbre, su voz ofrece esperanza.
Otras diócesis de California, como la de Orange y la de Los Ángeles, han optado por acciones alternativas, como celebrar misa en casas o acompañar a los fieles en cortes de inmigración. Sin embargo, ninguna ha emitido una dispensa formal como la de San Bernardino.
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