Tim Friede pasó décadas inyectándose veneno de serpiente para desarrollar inmunidad. | Crédito: Centivax
Tim Friede pasó décadas inyectándose veneno de serpiente para desarrollar inmunidad. | Crédito: Centivax

Durante más de 20 años, Tim Friede, un entusiasta de las serpientes, llevó a cabo uno de los más extremos en nombre de la : inyectarse pequeñas dosis de veneno de serpiente en su propio cuerpo. Lo que comenzó como una forma autodidacta de protegerse de su colección de cobras, mambas y taipanes podría convertirse ahora en una solución para las víctimas de mordeduras de serpiente en todo el mundo.

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Inspirado por el proceso que utilizan los fabricantes de antivenenos, que inmunizan caballos u ovejas y extraen sus anticuerpos, Friede pensó: “yo puedo convertirme en el caballo”. Así fue como comenzó a inmunizarse él mismo, a lo largo de más de 850 inyecciones y más de 200 mordeduras voluntarias de distintas especies. Su objetivo no era fama ni dinero, sino sobrevivir y, con suerte, generar anticuerpos que pudieran tener utilidad médica. Y parece que lo logró.

Una sangre con potencial terapéutico

En un estudio publicado recientemente en la revista , un equipo de científicos reportó que los anticuerpos extraídos de la sangre de Friede lograron proteger a ratones contra neurotoxinas letales de 19 especies distintas de serpientes.

La investigación fue dirigida por el inmunólogo computacional Jacob Glanville, conocido por su búsqueda de anticuerpos de amplio espectro, y el vacunólogo estructural Peter Kwong, ambos convencidos del potencial de un antiveneno universal.

Tim Friede se deja morder por una mamba negra, en un vídeo de su página de YouTube. | Crédito: YouTube Truly
Tim Friede se deja morder por una mamba negra, en un vídeo de su página de YouTube. | Crédito: YouTube Truly

Para ellos, Friede era una fuente única de anticuerpos humanos ya expuestos de forma repetida y diversa al veneno. “Recuerdo haberlo llamado y decirle: ‘Sé que esto suena raro, pero me encantaría tener un poco de tu sangre‘”, cuenta Glanville.

El cóctel que salvó a los ratones

Los científicos desarrollaron una biblioteca de anticuerpos a partir de las células sanguíneas de Friede y seleccionaron aquellos que se unían a neurotoxinas de serpientes como la mamba negra, la cobra del Cabo, la taipán costera y el krait común. Uno de los anticuerpos, llamado LNX-D09, se unía a venenos de 22 de 24 especies analizadas, pero no era suficiente por sí solo.

La clave fue combinarlo con otro anticuerpo, SNX-B03, y un inhibidor de toxinas llamado varespladib. Esta mezcla protegió completamente a ratones contra 13 venenos letales y extendió la vida de los que fueron expuestos a otros seis. Aunque algunos expertos cuestionan que los experimentos usaron dosis bajas de veneno, el avance representa una posibilidad real hacia antivenenos más eficaces y menos riesgosos.

¿La era del antídoto humano?

Actualmente, los antídotos tradicionales se producen en animales, lo cual puede provocar reacciones inmunológicas graves en pacientes humanos. Los anticuerpos humanos, como los de Friede, son mucho menos propensos a causar estos efectos adversos, lo que permitiría su uso incluso en regiones con pocos recursos hospitalarios.

Tim Friede, en una imagen de la empresa Centivax. | Crédito: Instagram Centivax
Tim Friede, en una imagen de la empresa Centivax. | Crédito: Instagram Centivax

A pesar del entusiasmo, la comunidad científica está dividida. Algunos investigadores, como Kartik Sunagar del Instituto Indio de Ciencia, valoran el estudio por su calidad, pero expresan preocupaciones éticas por haber surgido de una forma de autoexperimentación peligrosa. “Muchos investigadores, incluyéndome, tendríamos reservas éticas respecto a este enfoque”, señaló.

Nicholas Casewell, del Liverpool School of Tropical Medicine, sugiere que futuras pruebas deberían replicar condiciones más realistas, administrando el antiveneno después de la exposición al veneno, como ocurriría en pacientes reales. Aun así, considera que “este trabajo empuja el campo en una dirección emocionante”.

¿Una solución global o local?

Mientras algunos, como el bioingeniero danés Andreas Laustsen-Kiel, cuestionan si el cóctel es verdaderamente superior a los antivenenos existentes, Glanville defiende la ambición de su equipo: desarrollar un antiveneno universal, útil cuando no se conoce la especie que ha mordido al paciente. Aunque por ahora el cóctel no funciona contra venenos de víboras, el equipo ya trabaja en una versión específica para ellas.

Friede se ha convertido en director de herpetología de Centivax, la empresa biotecnológica fundada por Glanville, pero no quiere convertirse en un modelo a seguir. Asegura que ya no da consejos a quienes le preguntan cómo comenzar su propia auto-inmunización. “Lo que hizo Tim fue algo único en la historia”, dice Glanville. “Y gracias al éxito del proyecto, ya no hay necesidad de que nadie más lo repita.”

SOBRE EL AUTOR

Periodista. Estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Diez años de experiencia en medios digitales. Actualmente se desempeña como redactor del Núcleo de Audiencias de El Comercio.

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